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11 enero, 2013

YO ESTUVE... En la victoria y la recaída de Hugo Chávez



Por: Simón Alberto Consalvi / Exministro venezolano

Después de ganar las elecciones, el presidente de Venezuela debió viajar a La Habana para tratarse una complicación derivada del cáncer. El país está pendiente de su evolución.
La campaña presidencial en Venezuela estuvo signada por el dramatismo y la incertidumbre creados por la imagen de un líder que unía a su capacidad oratoria y a su protagonismo en la escena, su enorme vitalidad y su desenfado, que discurría horas y horas, cantaba y bailaba, y asombraba a amigos y adversarios con su histrionismo y su capacidad para mover a las masas, inesperadamente convertido en un enfermo que no sólo limitaba sus apariciones sino que confesaba el temor a la muerte.
El candidato a la tercera reelección no ocultó la tragedia que vivía ni los padecimientos físicos de que era víctima. El jueves santo 5 de abril de 2012, en plena campaña, el presidente Hugo Chávez visitó Barinas, su estado natal, y al final de una misa de acción de gracias por su salud, elevó una plegaria a Dios que conmovió a todos los venezolanos, y tradujo su estado de angustia existencial. Oigamos:
“Dame tu corona, Cristo. Dámela que yo sangro. Dame tu cruz, (...)
cien cruces, pero dame vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y por esta patria. No me lleves todavía, dame tu cruz, dame tus espinas, dame tu sangre que yo estoy dispuesto a llevarlas pero con vida. Amén, era lo que quería decir hoy Jueves Santo”, concluyó mirando al Cristo. Con la voz quebrada, Chávez recordó su adolescencia en Barinas y se refirió abiertamente a la terrible enfermedad que padecía.
El 7 de octubre el presidente Chávez fue reelegido por seis años más, al final de los cuales completaría veinte de ejercicio consecutivo del poder. Obtuvo 54,42%, o sea alrededor de 8 millones de votos, contra 44,97% del candidato de la Unidad, Henrique Capriles Radonski, equivalente a 6,5 millones de votos. ¿Cómo y por qué se produjo este final? En primer lugar, Chávez mantiene su gran influencia, y añadido a esta, el Gobierno puso todo el peso del Estado, sus recursos, su poderoso aparato comunicacional al servicio de la campaña, y los ministros se olvidaron de sus ministerios para irse a la calle.
En efecto, Henrique Capriles Radonski no enfrentó a un candidato sino a una poderosa maquinaria que ha demostrado controlar todos los poderes del Estado y disponer discrecionalmente de sus cuantiosos recursos.
Después de la campaña, Chávez se vio obligado a regresar a La Habana para someterse a una cuarta intervención quirúrgica. Momentos antes del viaje confesó que “de la tribuna de un acto, salía al palacio a sus sesiones de radioterapia”. Tales fueron las condiciones en que llevó a cabo la campaña. Difícil, imagino, encontrar a otro ser humano que posponga el cuido de su salud y de su vida, como en este caso, por la ambición de poder. Este es el caso de Hugo Chávez Frías. Su lealtad a Cuba y a Fidel Castro lo llevó a rechazar todas las otras posibilidades que se le ofrecían para tratar su enfermedad. Entre estas, la de otro de sus grandes amigos, el expresidente de Brasil Lula da Silva.
Chávez fue intervenido quirúrgicamente en La Habana el 11 de diciembre y está ahora en un complejo proceso de recuperación. Del hermetismo de otras ocasiones, ahora se ha pasado a una etapa de partes médicos discretos ofrecidos por voceros oficiales. Constitucionalmente, el presidente Chávez Frías debe tomar posesión el 10 de enero. Nadie sabe a estas alturas cómo se resolverá el problema, pero a pesar de la rigidez de la Constitución en cuanto a la fecha de juramentación, un gobierno y una revolución que controlan todos los poderes, no cabe duda de que encontrarán la fórmula de resolver el dilema. En pocas palabras, 2013 se asoma con signos de zozobra en Venezuela.