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11 enero, 2013

MANO DURA PARA EDUCAR?


Muchos de nosotros, seguramente, hemos escuchado decir a políticos, autoridades, docentes y ciudadanía en general que se requiere de “mano dura” o que fue necesario aplicar “mano dura” a tal y cual situación. Cuando presenciamos o somos testigo de situaciones, actitudes, conductas injustas, corruptas o que requieren de corrección pensamos muchas veces que la solución más eficaz es aplicar “mano dura”.

Lo vemos también en la escuela, en casos que los docentes discuten cómo corregir comportamientos de los estudiantes. En fin, esta expresión es recurrente en muchas situaciones y desde el común de las expresiones.

Pero, ¿Qué significa mano dura? En muchos casos, resulta siendo solo la aplicación precisa de las normas o reglas, para lo cual, no se requiere de ninguna dureza, sólo se requiere aplicar con firmeza lo que corresponde, y claro, como la aplicación adecuada y firme de las normas , no es lo más frecuente, pues, muchas personas lo reclaman como “mano dura”, cuando en realidad, es simplemente hacer lo correcto y lo que corresponde.

En cambio, hay otras ocasiones, en donde hablar de “mano dura” está referido más a lo literal del término, es decir, aplicar la fuerza, el rigor y hasta el maltrato para justificar un  cambio en las conductas de las personas, desde mi punto de vista, es  aplicar la violencia y la agresión para corregir, modificar o (...)
“encaminar” comportamientos inadecuados. Considero que éste es el término peligroso y mucho más en escenarios familiares, educativos y sociales.

La “mano dura” desprecia el diálogo, el tiempo y la dignidad de las personas. Paradójicamente   se dice aplicar mano dura para obtener o mejorar la comunicación, la tranquilidad y la paz social. Y estos sucede con frecuencia a pesar que hasta hace poco estábamos en  la Década de la Cultura de Paz (2001-2010), […], que consiste en unos valores, actitudes y comportamientos que reflejan e inspiran una interacción social y una redistribución basadas en los principios de libertad, justicia y democracia, respeto de todos los derechos humanos, tolerancia y solidaridad; que rechazan la violencia y se esfuerzan por prevenir los conflictos abordando sus causas con el fin de resolver los problemas mediante el diálogo y la negociación, y que garantizan el pleno ejercicio de todos los derechos y medios para participar de lleno en el proceso de desarrollo de la sociedad”

Generalmente, tenemos la creencia que la aplicación de la violencia, la agresión, el castigo (en todas sus formas) ejerce un control duradero  sobre los comportamientos inadecuados de las personas, y esta percepción se debe a que se obtiene un supresión casi inmediata de los comportamientos inadecuados. Desde mi posición, considero que no es así. Sin perjuicio de lo afirmado, propongo  algunos aspectos para el análisis y la reflexión:

0.Existen muchos comportamientos que reaccionan ante determinados umbrales de “mano dura” y se modifican, pero no garantiza que no vuelvan a ocurrir y por tanto, al volver a presentarse, se deberá subir el umbral de violencia, agresión o castigo ¿Hasta dónde y hasta cuándo?
0.Se piensa solo en un efecto inmediato de supresión, de modificación , el inmediatismo con satisfacción de logro y de poder sobre los demás ¿Cuánto dura este efecto y a riesgo de qué?
0.Vieja tensión: ¿”mano dura”producto inmediato vs proceso de mediano y largo plazo?
0.En educación ¿Qué estamos buscando efectos inmediatos y cambios en corto plazo o una formación paciente, eficiente y de permanencia en el tiempo?
0.¿Qué rol cumple la violencia, el castigo, la agresión, la mano dura en la educación de nuestros estudiantes, de nuestros hijos? ¿Se justifica?