ES ACOSO!
Uno de cada cuatro escolares sufre o ha sufrido
acoso en las aulas
El fenómeno se ceba con los adolescentes y puede
dejar graves secuelas
El miedo, la vergüenza y el sentimiento de culpa
les lleva a mantenerlo oculto
Qué es el acoso
El “bullying” o acoso
escolar es cualquier tipo de agresión psicológica o física mantenida en el
tiempo y con intención de hacer daño"
(Alicia García de Pablo, psicóloga). Aunque no siempre es grupal, una de sus
características fundamentales es el desequilibrio de poder: la víctima está sola frente a un grupo agresores y
observadores (que suele ser el resto de la clase); estos últimos saben lo que
está pasando, pero no hacen o dicen nada por diferentes motivos.
Suele
empezar con acciones de "baja intensidad", que van 'in crescendo' conforme pasa el tiempo. El más habitual es el
acoso verbal, en forma de insultos, motes, humillaciones, propagación de
falsos rumores, mensajes telefónicos o
llamadas... Si no se frena, puede degenerar en otros tipos de acoso, como el
social (exclusión y aislamiento de
la víctima, por ejemplo, se la deja fuera de las actividades, como un partido
de fútbol), el psicológico (basado en amenazas) y el físico, que contempla tanto agresiones directas como
indirectas, por ejemplo, producir daño en objetos personales de la víctima.
A quién afecta
Cualquiera
puede ser víctima de acoso. Se registran casos desde los tres años hasta la
adolescencia. No se puede hablar de perfiles de
acosadores ni de acosados. Cualquier pretexto es suficiente (...)
para convertir a
un menor en víctima, No obstante, es cierto
que la diferencia es muchas
veces la excusa.
Cómo detectarlo
Las
situaciones de acoso suelen mantenerse ocultas, especialmente a partir de los 10-12 años. Es importante estar atentos a cambios
notables en el comportamiento, por ejemplo, si antes hablaba de sus amigos
todos los días y ha dejado de hacerlo. O si el fin de semana está bien y el
domingo por la noche muestra nerviosismo. También si le preguntamos y responde
con evasivas.
Muchos
muestran introversión, dejan de
hablar, se quieren retirar rápidamente de la mesa, no salen los fines de
semana, o vuelven a casa rápidamente tras terminar las clases. En otros casos,
bajan las notas, muestran tristeza, ansiedad... El problema es que muchos de
estos síntomas pueden confundirse con señales características de la
adolescencia.
Por qué no lo cuentan
La víctima de acoso escolar llega a pensar que merece ser tratadas así. Las vejaciones y el sentimiento de aislamiento
pueden llegar a socavar la autoestima hasta límites insoportables, e impedir al
acosado buscar ayuda. En muchos casos sienten vergüenza. Otras veces temen ser ignorados, o despachados con
el típico: "Son cosas de niños".
Cómo actuar
Los expertos coinciden
en que la intervención temprana es clave, así como la colaboración del centro escolar. Y también la prevención.
La clave es
que el acoso no es cosa de dos, sino del grupo, por lo que hay un desequilibrio
de fuerzas. La víctima está aislada y sufre maltrato
y abandono. La estrategia debe basarse en cambiar el peso del grupo hacia la
víctima.
¿Cómo? Pues
por ejemplo instruyendo a alumnos de cursos superiores, para que se conviertan
en una especie de 'hermanos mayores' que protejan a la víctima. Los propios
alumnos neutralizan el acoso, y funciona. Se trata de equilibrar.
Pero, ¿cuál
es el protocolo en un caso de acoso? Lo primero es animarles a que
intervenga un adulto, y darle
pautas de qué hacer ante las agresiones.
Así, tras ponerlo en conocimiento de los padres, aconsejan hablar con
el tutor y la dirección del centro.
Cuando esto
no es suficiente, recomendamos que presenten escritos, para que quede
constancia. Si esto no da resultado, deben recurrir
al órgano superior que regula la actividad de los responsables de los centros.
Y si no fuera suficiente, habría que presentar una denuncia penal. Es la última opción. Antes, siempre, se intenta
agotar la vía amistosa.
Ciberbullying
Lo que ha
crecido notablemente es el acoso escolar a través de Internet, porque "ha
aumentado el número de usuarios y ha descendido la edad de inicio del uso de
las tecnologías. Este tipo de acoso tiene unas características que lo hacen
especialmente preocupante. Por un lado, la participación de terceros, a veces sin conocer a la víctima, que hace que se
multiplique el número de acosadores. Por otro, puede perdurar en el tiempo, de modo que, incluso cuando ha terminado problema en
el centro escolar, el acoso puede continuar en Internet.
Y sucede que
no da 'tregua' al acosado. Hasta ahora, la víctima sufría el acoso en el
colegio, pero fuera de horario escolar estaba tranquilo. El 'ciberbullying'
le priva también de eso: el acoso
continúa en su tiempo de ocio, a través del e-mail, de las redes sociales...
Pero
Internet también aporta 'ventajas' a las víctimas. Por una parte, aumenta el
número de espectadores que le apoyan. También le proporciona herramientas
(foros...) para solicitar ayuda. Además, aporta una ventaja desde el punto de
vista jurídico: queda constancia del acoso, que en muchos casos puede denunciarse por ser delitos tipificados
(amenazas, injurias, suplantación de identidad...).
Secuelas
Buena prueba
de que el acoso escolar no es 'cosa de niños" son las secuelas que deja en
las víctimas. Muchas de ellas lo sufren en la adolescencia, una etapa especialmente
compleja, en la que se está formando la personalidad, y puede traumatizarles
de por vida.
Las más
comunes son las depresiones, la ansiedad y la fobia social. Muchas víctimas de acoso presentan dificultades a la
hora de establecer relaciones sociales por miedo a sus iguales.