Vistas de página en total

12 octubre, 2012

NO ES COSA DE NIÑOS:



 ES ACOSO!

Uno de cada cuatro escolares sufre o ha sufrido acoso en las aulas
El fenómeno se ceba con los adolescentes y puede dejar graves secuelas
El miedo, la vergüenza y el sentimiento de culpa les lleva a mantenerlo oculto

Qué es el acoso
El “bullying” o acoso escolar es cualquier tipo de agresión psicológica o física mantenida en el tiempo y con intención de hacer daño" (Alicia García de Pablo, psicóloga). Aunque no siempre es grupal, una de sus características fundamentales es el desequilibrio de poder: la víctima está sola frente a un grupo agresores y observadores (que suele ser el resto de la clase); estos últimos saben lo que está pasando, pero no hacen o dicen nada por diferentes motivos.
Suele empezar con acciones de "baja intensidad", que van 'in crescendo' conforme pasa el tiempo. El más habitual es el acoso verbal, en forma de insultos, motes, humillaciones, propagación de falsos rumores, mensajes telefónicos o llamadas... Si no se frena, puede degenerar en otros tipos de acoso, como el social (exclusión y aislamiento de la víctima, por ejemplo, se la deja fuera de las actividades, como un partido de fútbol), el psicológico (basado en amenazas) y el físico, que contempla tanto agresiones directas como indirectas, por ejemplo, producir daño en objetos personales de la víctima.
A quién afecta
Cualquiera puede ser víctima de acoso. Se registran casos desde los tres años hasta la adolescencia. No se puede hablar de perfiles de acosadores ni de acosados. Cualquier pretexto es suficiente (...)
para convertir a un menor en víctima, No obstante, es cierto que la diferencia es muchas veces la excusa.
Cómo detectarlo
Las situaciones de acoso suelen mantenerse ocultas, especialmente a partir de los 10-12 años. Es importante estar atentos a cambios notables en el comportamiento, por ejemplo, si antes hablaba de sus amigos todos los días y ha dejado de hacerlo. O si el fin de semana está bien y el domingo por la noche muestra nerviosismo. También si le preguntamos y responde con evasivas.
Muchos muestran introversión, dejan de hablar, se quieren retirar rápidamente de la mesa, no salen los fines de semana, o vuelven a casa rápidamente tras terminar las clases. En otros casos, bajan las notas, muestran tristeza, ansiedad... El problema es que muchos de estos síntomas pueden confundirse con señales características de la adolescencia.


Por qué no lo cuentan
La víctima de acoso escolar llega a pensar que merece ser tratadas así. Las vejaciones y el sentimiento de aislamiento pueden llegar a socavar la autoestima hasta límites insoportables, e impedir al acosado buscar ayuda. En muchos casos sienten vergüenza. Otras veces temen ser ignorados, o despachados con el típico: "Son cosas de niños".

Cómo actuar
Los expertos coinciden en que la intervención temprana es clave, así como la colaboración del centro escolar. Y también la prevención.
La clave es que el acoso no es cosa de dos, sino del grupo, por lo que hay un desequilibrio de fuerzas. La víctima está aislada y sufre maltrato y abandono. La estrategia debe basarse en cambiar el peso del grupo hacia la víctima.
¿Cómo? Pues por ejemplo instruyendo a alumnos de cursos superiores, para que se conviertan en una especie de 'hermanos mayores' que protejan a la víctima. Los propios alumnos neutralizan el acoso, y funciona. Se trata de equilibrar.
Pero, ¿cuál es el protocolo en un caso de acoso? Lo primero es animarles a que intervenga un adulto, y darle pautas de qué hacer ante las agresiones.  Así, tras ponerlo en conocimiento de los padres, aconsejan hablar con el tutor y la dirección del centro.
Cuando esto no es suficiente, recomendamos que presenten escritos, para que quede constancia. Si esto no da resultado, deben recurrir al órgano superior que regula la actividad de los responsables de los centros. Y si no fuera suficiente, habría que presentar una denuncia penal. Es la última opción. Antes, siempre, se intenta agotar la vía amistosa.

Ciberbullying
Lo que ha crecido notablemente es el acoso escolar a través de Internet, porque "ha aumentado el número de usuarios y ha descendido la edad de inicio del uso de las tecnologías. Este tipo de acoso tiene unas características que lo hacen especialmente preocupante. Por un lado, la participación de terceros, a veces sin conocer a la víctima, que hace que se multiplique el número de acosadores. Por otro, puede perdurar en el tiempo, de modo que, incluso cuando ha terminado problema en el centro escolar, el acoso puede continuar en Internet.
Y sucede que no da 'tregua' al acosado. Hasta ahora, la víctima sufría el acoso en el colegio, pero fuera de horario escolar estaba tranquilo. El 'ciberbullying' le priva también de eso: el acoso continúa en su tiempo de ocio, a través del e-mail, de las redes sociales...
Pero Internet también aporta 'ventajas' a las víctimas. Por una parte, aumenta el número de espectadores que le apoyan. También le proporciona herramientas (foros...) para solicitar ayuda. Además, aporta una ventaja desde el punto de vista jurídico: queda constancia del acoso, que en muchos casos puede denunciarse por ser delitos tipificados (amenazas, injurias, suplantación de identidad...).

Secuelas
Buena prueba de que el acoso escolar no es 'cosa de niños" son las secuelas que deja en las víctimas. Muchas de ellas lo sufren en la adolescencia, una etapa especialmente compleja, en la que se está formando la personalidad, y puede traumatizarles de por vida.
Las más comunes son las depresiones, la ansiedad y la fobia social. Muchas víctimas de acoso presentan dificultades a la hora de establecer relaciones sociales por miedo a sus iguales.