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02 junio, 2011

El teléfono móvil entre detractores y defensores: ¿Debe el celular ir a la escuela?



Pensar en usar el celular en las aulas es como pensar que llevar el equipo de sonido para colocar una salsa a la hora de matemáticas, dicen algunos. El teléfono móvil es una herramienta tecnológica que permite un horizonte de posibilidades como concursos de fotos tomadas con un celular, que premie a la imagen más divertida –o la más educativa- de un estudiante, docente, o algo representativo de la escuela, y donde los jueces sean los propios alumnos, además que en tiempos tan difíciles nos permiten saber dónde y cómo están nuestros hijos, dicen otros. Lo cierto es que el debate sobre el uso del celular en las escuelas es apenas el comienzo de una nueva era. Tanto detractores como defensores entienden que el celular llegó para quedarse y se deben tomar medidas para su uso.


Violencia en las escuelas a través del celular

Hace unos pocos años un video de adolescentes haciendo sexo oral en una escuela dio la vuelta al país y creó un revuelo en el que el culpable fue el celular (o los celulares) que grabaron la escena. Padres y maestros apostaron por prohibir el uso de teléfonos en los colegios. Sin embargo, César Escamilla, profesor de nuevas tecnologías opina que vedar los móviles en las escuelas no evitará que los jóvenes experimenten con su sexualidad. Por el contrario, sostiene que esta nueva tecnología permitió (aunque de una forma errónea) que los padres y maestros descubrieran lo que ocurría a sus espaldas y lamentablemente “lejos de tomar medidas, los jóvenes siguen sus prácticas de sexo –incluso en escuelas donde prohibieron su uso- sin que haya quedado ninguna enseñanza sobre lo ocurrido”.

Otro caso documentado por Escamilla es el de una joven que era maltratada por una compañera de colegio y que no había contado a nadie lo ocurrido por miedo a que su agresora tomara represalias. “La madre de la chica maltratada supo de la agresión de su hija por un video en el celular y aunque en la escuela de la joven está prohibido el uso del celular, los adolescentes hacen caso omiso y siguen usándolo, esto no ha evitado la violencia en las escuelas”, puntualizó.


La cuestión del idioma

Además de los ringstones, los videos, las fotos y los mensajes de textos, los celulares han creado una nueva forma de escritura en la que nuevos códigos entran en juego. Estas “neo-palabras” mezclan números con letras, abreviaturas de palabras y letras que buscan mayor expresividad, pero que, sin duda, degradan al lenguaje y crean negocios tan absurdos como la creación de diccionarios para este nuevo lenguaje que nace.

El filólogo José Luis Moure explica que en estos mensajes de texto se pasa por alto todo elemento de corrección gramatical, como acentos y mayúsculas, ya que molestan y demoran y aumentan el número de caracteres y por tanto de mensajes y esto tiene un impacto económico.

Los códigos de la oralidad han entrado en la lengua escrita como contrabandistas. Los jóvenes ya no usan un vocabulario sofisticado ni construcciones complejas", dice Moure. Pero aclara: "Esto no es causa del chateo o del uso del celular; es algo previo, ya que la escuela a veces no cumple su función y el chico no puede distinguir la frontera entre la oralidad y la escritura".

Por su parte, la profesora de Castellano y Literatura Ángela Rosas manifiesta que es común, incluso en los trabajos escritos del liceo que los jóvenes escriban como lo hacen a través de los mensajes de texto. “Conmigo se cuidan porque les hago hincapié en el idioma, pero en otras materias como matemáticas o física, abrevian con letras y números. El problema no es que lo hagan de manera informal y a través de mensajes de textos, sino que lo asuman como parte de su lenguaje, que degraden el idioma por desconocimiento de las normas.

Los especialistas coinciden en que un nuevo código podría coexistir con la forma de escritura tradicional; el problema es que los jóvenes en la escuela no diferencian uno de otro.

Celulares como desafío para los docentes
Luis Alberto Quevedo, sociólogo argentino afirma que "el celular es todo un desafío para el colegio". Señala la importancia que cobra la telefonía celular para achicar la brecha digital, sobretodo en América Latina.

En este contexto que, según Quevedo, tendrá más que ver con las pantallas y los teclados que con el lápiz y el papel, resultan por lo menos cuestionables el tipo de iniciativas que apuestan por eliminar el uso del celular en las escuelas.

¿Qué desafíos platean las nuevas tecnologías desde el punto de vista educativo? Responde Quevedo: "El uso cada vez más extendido de teléfonos celulares implica un rotundo cambio tecnológico y cultural. El nuevo entorno y las prácticas que promueve representan un desafío para el mundo escolar. No sólo porque los jóvenes se socializan cada vez más en esta segunda naturaleza que son las tecnologías, sino porque muchos de sus efectos -formas de la escritura, cambios en la percepción del tiempo y nuevos formatos culturales- no condicen con la actual estructura de la escuela."

En este sentido, el critico y ensayista estadounidense Howard Rheingold resume de esta manera la evolución de la tecnología: “en los 80, fue la PC; en los 90, internet. Hoy, la revolución es el móvil y observa que, en torno a estas, se han desarrollo organizaciones colectivas espontáneas, virtuales, inteligentes; y nuevos usos de la tecnología, liderados en la mayoría de los casos por los usuarios más jóvenes”.

Por su parte, la docente Karina Weisman en su artículo titulado Un aula llena de rigntones señala lo incómodo que es para el cotidiano devenir de las clases el hecho de que los alumnos no dejen ni a sol ni a sombra sus teléfonos móviles, cuyo uso ha sido estimulado por sus padres bien sea para poder comunicarse con sus hijos a los largo de la maratónica jornada laboral o por efectos de seguridad, para que los niños y jóvenes tengan como comunicarse con sus padres en caso de que algo les sucediera.

Weisman sostiene que “si no puedes con tu enemigo únetele” y enumera una serie de actividades que académicas que podrían involucrar el uso del celular como por ejemplo una clase de ortografía, tomando como punto de partida las nuevas modalidades de escritura para mensajes de textos o incentivar la rapidez en los dictados usando el teclado del celular en lugar de papel y lápiz: “ha llegado la hora de que nos demos cuenta de que los nuevos medios de comunicación ya forman parte integrante de nuestras culturas, nuestras historias, nuestra vida. Y la educación, por ende, no puede quedarse al margen de todo ello. ¿Acaso no es la escuela un núcleo de nuestra sociedad? ¿Acaso la escuela no debe prepararnos para ser "alguien en la vida" y para integrarnos en la comunidad? Es hora de pensar entonces en diversas opciones que permitan insertar a los celulares en el proceso educativo, como una herramienta de aprendizaje. Es decir, no quedarnos en el pizarrón y en la tiza, si no avanzar un poquito más y aprovechar los nuevos recursos que los avances tecnológicos nos brindan”, puntualiza.

Sobre esta misma onda se encuentra Marc Prensky, escritor, docente y creador de más de 50 video juegos educativos que integran las actividades lúdicas con las nuevas tecnologías, quien destaca que “los docentes no necesitan ser expertos en nuevas tecnologías sino dedicarse a hacer lo que ellos hacen mejor: coordinar el debate de ideas en las clases”.

Además, Prensky plantea la creación de comités, integrados mayoritariamente por alumnos, con la función de establecer las normas para el uso de los teléfonos celulares en la escuela, y disciplinar a aquellos que no las cumplan. Igualmente invita a organizar, de modo complementario, asambleas escolares, en las que los alumnos, docentes, y eventualmente los padres, pudieran debatir sobre distintos aspectos del tema.

Al igual que Weisman invita a crear nuevas formas de aprendizaje a través de clases que se desarrollen solamente mediante mensajes de textos, que permitirían a los alumnos interactuar con grupos de otras ciudades o países , concursos de fotos tomadas con un celular, que premie a la imagen más divertida –o la más educativa- de un estudiante, docente, o algo representativo de la escuela, y donde los jueces sean los propios alumnos o la creación de juegos en los que se combinen distintos géneros o corrientes literarias, o la escritura de una novela colectiva, en un nuevo formato, donde cada alumno agregue algo a la historia.

Llegó para quedarse
Aunque para algunas personas, incluidas docentes, consideren poco ético o irrespetuoso el uso de celulares en un aula de clases, el sociólogo Luis Alberto Quevedo sostiene que el celular, al igual que la TV, las computadoras y otros artefactos tecnológicos, llegó para quedarse y debe ser integrado al proceso educativo, pues de otra manera sería esta tecnología se verá subutilizada y podría convertirse en un problema.

Cabe destacar aquí la vieja analogía popular. La tecnología no tiene la culpa. En manos de un cirujano, un bisturí salva vida, en manos de un asesino descuartiza a la víctima. Lo que es realmente importante aquí es el uso que se le dé a esta herramienta.