G. González Blanco
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A comienzos del pasado siglo XX y hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando el negocio del espectáculo comenzaba a ser considerado como una actividad capaz de producir ingentes beneficios, prácticamente la única condición que se le exigía al aspirante a estrella, era la calidad en grado sumo. En otras palabras, malos o mediocres artistas de la escena no pasaban al estrellato. No importaba que fueran poco atractivos, de humilde extracción o de vidas escandalosas. Si tenían calidad apreciable por los productores y el público, el mandado estaba hecho. Fue así como gorditos rechonchos como el Gran Carusso, o una mujer fea y de conducta disoluta como la Edith Piaff se convirtieron en estrellas de categoría mundial que, hasta la actualidad, son reverenciados por el público; no obstante a que las grabaciones que dejo Carusso fueron hechas con una tecnología primitiva y que la Piaff siempre se negó a cambiar de apariencia y de impostación escenográfica, el reconocimiento a estas y otras grandes artistas como Isadora Duncan en la danza, Josephine Baker, Gardel, Antonio Machín, Daniel Santos, Sadel y otros artistas fenomenales, es cada día mayor.
Son muchos los ejemplos que podría citar de artistas que se impusieron como estrellas a pesar de que muchos aspectos de su personalidad y presencia no les favorecían. Tal es el caso de Agustín Lara; pero su destacada calidad artística les hizo imponer muchas veces a contrapelo de los magnates de la incipiente industria. Lo que es más, yo me atrevería a decir en el caso de la canción popular, que prácticamente todos los cantantes que grabaron antes de los sesenta, eran irreprochables artísticamente hablando.
La cantidad de artistas mediocres que actualmente inundan el mercado y los escenarios con sus presentaciones y con millones de LP o CD de pésima calidad se colaron a partir de la post guerra. En esos tiempos cuando los EEUU emergen como la potencia dominante, los magnates del espectáculo, para controlar la escena crean lo que hoy se llama el Star System que no es más que un conglomerado que agrupa a los financistas, productores , difusores de radio y TV, casas editoras y grabadoras de discos y sobre todo la gran y alienante maquinaria publicitaria capaz de convertir un mediocre artista en un fenómeno mundial capaz de producir millones para llenar los bolsillos de toda esa enorme cadena mafiosa que es la industria del espectáculo y cuya única finalidad es el provento económico exagerado. Ahora no se necesita tener calidad interpretativa y musical. Basta que alguien importante en el Star System se fije en un aspirante por mediocre que sea para que al poco tiempo se convierta en una estrella. No hay otra manera de explicar el éxito de Chakira y de otras mujercitas brinconas con nula calidad musical. O que esos bodrios venezolanos como María Conchita, Guillermo Dávila, Montaner, Franco de Vita, Karina entre otros hayan “triunfado” en la escena musical criolla. Claro, nuestro Star System comandado por los cubanos de Venevision y sus rivales de RCTV, mas toda la payola criolla se encargaron de matar la calidad y suplantarla por el mediocre producto de sus escogencias, llenándose los bolsillos de paso.
Y qué tiene que ver toda esta vaina con Chávez, preguntara usted. Muy sencillo querido lector, si usted se toma un tiempito y analiza detenidamente los medios de comunicación anti gobierno (que son todos los medios de cierta notoriedad. No se puede llamar medios de comunicación a esa cafila de vividores que conforman al aparato propagandístico del gobierno) notará que la escena está copada por una manga de reporteros y reporteras, columnistas, presentadores (anclas como los llaman en el medio) de una mediocridad impresionante. Son casi todos cortados por la misma medida y que solo tienen algo en común el ataque contumaz a todo lo que le huela a Chávez y al gobierno. La única razón para la notoriedad de ese imbécil que es Leopoldo Castillo y su ladilloso programa, para que alguien todavía gaste dinero pagándole a esa aneja cortesana que es Marianella Salazar o en un baboso y repetitivo palangrista como Omar Lares; para que Nelson “Locaranda” ahora sea una estrella de los mass media; para que un tercio tan predecible y fastidioso como Roberto Giusti y el viejo ese uruguayo Norberto Maza, tengan un programa en televisión o que en el colmo del descaro y el mal gusto esa mujer fea y ordinaria que es “La Bicha” haya tenido un spot en prime time televisivo, repito la única razón es que son todos rabiosos antichavistas.
En otras palabras, todas esas “estrellas” de los medios deben su renacida fama a las torpezas del gobierno con Chávez a la cabeza; la vaina es tan sencilla y rentable que unos ancianos que habían sido relegados a hablar pendejadas en sus casas como la Colomina, Caballero (qepd), Emeterio Gómez, Teodoro y Pompeyo encontraron en el ataque al Chavismo y sus escandalosas metidas de pata la ocasión para tener un segundo debut. Las barbaridades contra el sentido común económico han hecho de logreros como Pedro Palma, Orlandito Ochoa, José Guerra, un tal Casique y otros economistas celebres por su obsecuencia a quien les pague, las némesis de la extraña economía de Giordani, Cabezas y Ali Rodríguez. Tipos raros por decir lo menos como Kico, Semtei, Vladimir Villegas, cabecitas huecas como Carla Angola y otras “boquitas pintadas” sean ahora gurúes del antichavismo bien pagado y bien gozado. Y no solo en los medios, la oposición también obedece a las mismas reglas. ¿Cómo explicar que Capriles Radonzky o Ledezma o Pablo Pérez sean presidenciables?
Definitivamente, Chávez ha creado su propio star system a la inversa. Basta que los ataques a Chávez de cualquier pelagatos periodista, politólogo o político de medio pelo sean del agrado de los que canalizan los dólares opositores para que su chance de ser estrella de los medios o sea candidato a algo este cerquita.
Y como siempre, incompetente hasta la pared del frente, a diferencia de los magnates del Star System real, Chávez “no cobra” por este inmenso favor que sin querer le ha hecho a esa jauría de bellacos que hoy día dominan la escena mediática y política del país.