Gerardo González Blanco
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En las elecciones de septiembre 2010, aun cuando el chavismo ganó la mayoría en la Asamblea Nacional, es absolutamente cierto que esta elección marcó el tercer hito consecutivo en el descenso del caudal electoral que ha venido experimentando Chávez y su movimiento en los últimos 5 años. No hay duda, el tercio va palo abajo. Demasiado duró aquel tumultuoso entusiasmo de los primero años del movimiento bolivariano. Los tiempos de “Con hambre y sin empleo con Chávez me resteo”. Entre Chávez y su incapaz, cara dura y deshonesto gabinete además de dilapidar una inmensa fortuna material, han vuelto trizas las esperanzas de una masa notable de otrora adeptos que si no votan en contra, se abstienen, que antes daban hasta la vida, pero ahora se esconden.
Políticamente era de esperarse que luego del varapalo electoral del 26 de septiembre pasado, cuando el total de los votos antichávez fue mayor que los favorables, el avieso mandatario y sus áulicos incondicionales plantearan un cambio en la aberrante manera en que han venido ejerciendo el gobierno en esto últimos años. Era pensable que esta vez el inefable “Comandante-Presidente” de los jala bolas del entorno iba a reconocer que esa corrupta idiocia gubernamental nos estaba llevando al borde del abismo y que era y es necesario hacer cambios notables y de fondo para pretender competir con cierto chance en las elecciones del 2012. En otras palabras, hacer lo que un presidente con vocación de estadista haría en un caso similar: rectificar.
Pero que decepción mis estimados lectores, el hombre optó por el comportamiento políticamente canalla de los seres mezquinos; porque no se puede calificar de otra manera las picardías y granujerías de baja estofa que culminaron con la formulación apresurada del técnicamente mediocre paquete de leyes de diciembre pasado, para colmo aprobado en los estertores de una indigna asamblea. A lo mejor los infames diputados que aprobaron el paquete tenían la facultad legal de hacerlo; pero, no me jodan, ellos sabían que la situación política del país había cambiado el 26 de septiembre y que por simple ética y decencia política, no podían comprometer tan irresponsablemente al país como lo hicieron. No es razonable haber aprobado esa Ley Habilitante, esa Ley del Poder Comunal y mucho menos ese innoble nuevo reglamento de funcionamiento de la Asamblea Nacional. No hay duda, este ruin y complaciente comportamiento de la Asamblea pasaría sin demora alguna a encabezar una moderna colección de hechos infames. Que vaina que Borges haya muerto sin conocer al decadente chavismo de nuestros días.
Fueron estas reflexiones que me hicieron titular este artículo en latín. Quiero preguntarle a Chávez a donde piensa que se dirige. ¿Es que acaso cree que esta melcocha ideológica que se ha dado en llamar socialismo del siglo XXI, de la que el mismo no se ve muy convencido tiene alguna posibilidad de éxito? ¿Es que acaso cree que volviendo mierda la ya precaria infraestructura productiva y sustituyéndola por esas informes organizaciones llamadas cooperativas, comunas, empresas de producción social, hogar de cuanto resentido y logrero haya por allí, va a resolver las ya notables carencias de artículos básicos? ¿O acaso cree que prometiéndole villas y castillos a esa cáfila de mantenidos en que se han convertido los “dignificados” del gobierno, que lo menos que esperan es una casa amoblada y en Caracas, tiene segura la victoria en 2012? Yo te aviso chirulí.
La inflación de 2 dígitos que nos acogota, la corrupción e incompetencia supina de los ejecutivos del gobierno y esa cloaca en que se ha convertido el poder judicial no se arreglan con decretos ni bravuconeando ni engañando a los pobres esperanzados del país. No se puede profundizar el socialismo con el mismo equipo de bribones ignorantes y ladrones en que se han convertido los militares y los sempiternos ministros “rotados”. Una de las características principales y atractivas del socialismo es su tendencia a disminuir la inmensa brecha entre el ingreso de los más ricos y el de los más pobres. Eso se dice fácil pero es dificilísimo lograrlo. Resolver ese problema requiere del uso de las mentalidades más brillantes de la nación a las que hay que buscar, encontrar e incentivar para que trabajen en ese sentido. Esas mentalidades no están ni nunca estarán en eso que se ha dado en llamar el soberano; tampoco se van a crear en ese artificial sistema de universidades que la demagogia chavista ha creado recientemente y donde se pretende graduar un ingeniero en 2 años mas unos cursitos en Cuba. En fin, querido Chávez, te propongo que sigas la receta de los socialistas suecos que sacaron a ese país de un infierno de pobreza y enfermedades y lo llevaron a lo que es hoy, el país con mejor nivel de vida del mundo. ¿Y cual es esa receta sueca? Muy fácil: Producir como capitalistas y repartir como socialistas.