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26 octubre, 2010



Concluido el agite electoral, el país reclama un tiempo para reflexionar. Las elecciones del 26-S, no dejaron nada concluyente sobre el futuro. Aunque por un lado ha quedado perfectamente claro que el “chavismo” viene retrocediendo desde diciembre de 2005 hasta ahora, de manera paulatina pero consistente, lo que debería motivar una verdadera autocrítica y no las pantomimas que, como la fulana política de las tres erres, le venden al país.

A pesar de que no lo diga, el Presidente acusó el golpe y tomó algunas medidas políticas, como la convocatoria, de nuevo, a la conformación del Polo Patriótico que puede ser, otra vez, un saludo a la bandera o una mera iniciativa electorera. En el mundo chavista, a pesar de las bravuconadas de sus dirigentes, se siente cierto miedo y mucho descontento. La oposición tradicional, por su parte, recuperó terreno, sin duda alguna; pero aún luce incoherente y cobardona.

En este medio no estamos seguros que llegue unida a diciembre de 2012, dado las enormes contradicciones que allí existen. El tercer bloque, representado por el PPT sus aliados (“la fuerza de la esperanza”), no sacó toda la votación que aspiraba (sacó cerca de 400 mil votos, nada despreciables, por lo demás), pero, sin embargo, abrió una trocha que es necesario ampliar y asfaltar. Los dirigentes pepetistas no lograron convencer al grueso de país, pese a la gran aceptación que, inicialmente, tenía su política, que no se devolverían al redil chavista.

Su futuro depende de la coherencia con que actúen de ahora en adelante, pero pueden transformarse en una gran fuerza en poco tiempo, si hacen las cosas bien. La abrumadora mayoría de los venezolanos reclamamos hoy sindéresis a nuestros dirigentes, sobre todo, como dice el título de esta nota, pedimos: paz, progreso y patria. Todo el liderazgo de este país está a prueba.