Estamos entrando en la etapa final del proceso electoral que nos conducirá a las elecciones parlamentarias del 26-S, la verdad ha sido una campaña medio sosa, en la que los candidatos del PSUV y buena parte de los de la MUD se han negado a debatir públicamente (¿dónde diablos están metidos Ameliach y Berrisbeita, que nadie los ve por ningún lado?).
Esta campaña ha estado marcada por los reiterados intentos del gobierno y la oposición por repolarizar al país y por la conducta abusiva, francamente violatoria de la Constitución y de la leyes, de los medios de comunicación del Estado, totalmente parcializados por los rojos y por el evidente peculado de uso en que han incurrido sectores del PSUV y la MUD (lo de la gobernación de Carabobo es más que grosero) y, sobre todo, por una extraña inacción del CNE ante esta realidad.
El cuarto domingo de septiembre estará en juego el destino del país; es necesario, pues, que los venezolanos voten bien, que reflexionen antes de concurrir a su mesa de votación. Claramente se tienen tres opciones: la del pasado, que representa la MUD, la del presente, representada por el PSUV con su enorme carga de ineficacia y la del futuro que representa a la “fuerza de la esperanza” (Henri Falcón, el PPT y sus aliados).
Desde este medio de comunicación abogamos por un voto consciente y exhortamos a nuestros lectores a que hagan lo necesario para impedir cualquier práctica que vulnere el ejercicio pleno de la democracia. Circulan muchos rumores, la mayoría de ellos salen de los laboratorios de guerra sucia de las fuerzas en contienda, pero todo indica que el sistema electoral venezolano es confiable, a menos que se produzca alguna trampa en las mesas, que es lo que hay que evitar a toda costa. En lo que sí estamos claros es que a este país, con un Parlamento monocolor le ha ido muy mal. Estamos en la recta final. ¡A votar se ha dicho!
