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15 julio, 2010

LIBERTAD DE EXPRESION



Gerardo Gonzalez Blanco
ggonzalezblanco@yahoo.com
Durante casi un siglo antes de la Revolución Francesa y en diferentes oportunidades los filosofos de la Ilustración Voltaire, Rosseau, Diderot y Montesquieu, entre otros, llegaron a la conclusión de que sin la difusión abierta y total de las ideas de cada quien, sin el disenso entre posiciones distintas bien sea en la política, la religión y en las ciencias la civilización necesaría para el bienestar de las naciones no ocurriría de manera ascendente y se paralizaría el desarrollo humano. En otras palabras, estos brillantes filósofos que discurrían sus genialidades en medio de regímenes monárquicos absolutistas capaces de las más atroces arbitrariedades se atrevieron a jugarse la cabeza por lo que hoy llamamos libertad de expresión. Sin embargo, pasaron muchos años y se rebanaron miles de cuellos hasta que ese concepto tan preciado llegara a formar parte importantísima en lo que hoy llamamos Derechos Humanos. Fue antes necesario que ocurriera la Revolución Francesa de 1789 para que la libertad de expresión se convirtiera en meta anhelada de los pueblos sometidos y en ley fundamental de todos los gobiernos republicanos del mundo. Las nacientes Naciones Unidas de 1948 en uno de sus primeros actos elaboraron un pesado y largo documento pero de contenido trascendental para la humanidad que se llamo « Declaración Universal de los Derechos Humanos ». Allí el concepto de libertad de expresión fue extendido y adaptado a los adelantos tecnológicos que el mundo había alcanzado desde los tiempos de la Ilustración y las expresiones libertad de imprenta, libertad de prensa y libertad de opinión son sinónimos que se usan a menudo para referirse al concepto fundamental de los derechos humanos.

La libertad de expresión es tan importante y significativa para los pueblo que, por ejemplo, hay naciones que en la actualidad garantizan a sus pueblos una buena parte de los derechos humanos : educación, salud, transito, vivienda, alimentación , pero que no permiten la libre expresión y sólo por eso son considerados por los círculos de opinión más liberales como dictaduras de la peor especie, como es el caso de los regímenes árabes petroleros tan del gusto del imperio.

Quizás el avispado lector se habrá dado cuenta de que no he mencionado para nada a los EE.UU., nación que tiene apabullado al resto del mundo con su escandaloso pero aparente apoyo a los derechos humanos, y que históricamente estaría siendo injusto y faltando a la «información veraz » a la que todo liberal revolucionario es adepto aunque le duela. En efecto, es innegable que antes de la Revolución Francesa, ocurrió el disenso de orden comercial y económico que en principio sostuvieron las entonces llamadas «Trece Colonias » que se habían establecido en la costa Este de lo que es hoy territorio de los EE.UU. y que luego paso a llamarse «Guerra de Independencia de los Estados Unidos». También es cierto que los llamados « Founding Fathers» de la naciente nación americana incluyeron en esa primera y única Constitución de forma clara y tajante la libertad de expresión y otros derechos humanos hoy en boga, criterio que luego fue reforzado aún más en varias de las tantas «enmiendas constitucionales» que ha sufrido dicha Constitución y que desde ese punto de vista formal habría que considerar a los EE.UU. como pioneros de la libertad de expresión y, por ende, de los derechos humanos. Absolutamente cierto. Pero no es menos cierto que los EE.UU. al igual que los judíos con el Holocausto, han utilizado el hermoso concepto de los filósofos de la Ilustración con una gran hipocresía y a manera de ariete polivalente para destruir reputaciones tanto personales como nacionales mientras que en su cotarro interno practican el más salvaje control de las opiniones que puedan llevarse a su público embobado por la machacante publicidad. Para muestra baste un botón: EE.UU. no permite que se diga la verdad sobre lo que esta ocurriendo en Irak y las matanzas indiscriminadas en lo que ellos llaman “AFPAK”; ocultan y deforman el desastre que están haciendo los nazi-sionistas de Israel con los Palestinos; manipularon de manera descarada el acto de piratería de Israel sobre la flotilla del Marmara, entre otras flagrancias. Y no sólo eso, muchos periodista que se han rebelado contra esta línea han sido defenestrados de sus puestos y sometidos a un bloqueo casi total en los Mass Media.

El último y más notorio caso de «muerte civil» lo constituye lo que le ocurrió a Helen Thomas; esta señora de origen libanés, de unos 90 años y con casi 70 años de ejercicio profesional. Que había sido desde la administración de Einsenhower la reportera que cubría todos los eventos de la Casa Blanca, que al correr del tiempo se había convertido en la opinión más sólida y creíble de lo que pasaba en el alto gobierno de los EE.UU., cuyo cumpleaños en el mes de agosto era obligada la presencia del Presidente de esa nación; dama a quien Obama en agosto 2009 había dedicado una emotiva felicitación, en fin toda una pesopesado y celebridad del periodismo gringo. Todo eso se vino abajo de la noche a la mañana cuando la Sra. Thomas se le ocurrió decir en una entrevista improvisada que los judíos en Israel eran una potencia colonial y usurpadora de los derechos de los palestinos y que en el mejor caso deberían retirarse de esos territorios y que se fueran al sitio de donde vinieron. Una opinión que no tiene nada de ofensivo y muy valedera si nos atenemos a lo poco que se sabe de las sucias maniobras de los sionistas en los territorios ocupados. En menos de 72 horas la Sra. Thomas fue expulsada de todos sus cargos y atribuciones. Fue despedida de la UPI y su pase a la Casa Blanca inmediatamente anulado. Todos, inclusive Obama, ese “Tio Tom” indigno de la raza de Luther King y de Malcolm X, quien meses atrás se había deshecho en elogios a la Sra. Helen Thomas, justificaron ese “ajusticiamiento” sumario y contribuyeron al atroz lapidamiento intelectual a que fue sometida la Sra. Thomas.

Otro que creyó en que en su país se respetaba el disenso fue el Gral. Mac Chrystal; a este tercio en una reunión rutinaria de los jefes militares de la OTAN que invadió a Afganistán se le ocurrió decir que tal como estaba la situación, la guerra en el AFPAK iba por muy mal camino y que de no haber un cambio radical en la estrategia la guerra no se ganaría. Una semana más tarde la CIA filtroó esta información a uno de los tantos “embedded reporters” que la publicó con ciertos adornos en el semanario Rolling Stones. Baste decir que Mac Chrystal fue raspado ipso facto. Lo mismo pasó en Francia, la otra “Cuna de la libertad” occidental, el Gral. Desportes esta amenazado de un proceso penal por haber dicho que Francia no tenia nada que hacer en Afganistán y que esa guerra era injusta y que ya estaba perdida. Lo más denigrante de todas estas situaciones es el silencio casi absoluto con que la gran prensa mundial, incluyendo a las ratas de la SIP, ha recogido estas graves violaciones de la libertad de disenso o de expresarse como a uno “le salga del forro”.

Definitivamente, la gran prensa y los gobiernos poderosos han convertido ese sagrado derecho en una caricatura. Ud. Puede hablar y opinar de lo que sea siempre y cuando coincida con lo que los gringos llaman el “Main Stream” o sea lo que a ellos les gusta y aceptan como “políticamente correcto”. Pero si a Ud. Se le ocurre decir una verdad absoluta sobre algo que a “Ellos” no les guste, despídase de todo; Ud. Será crucificado y execrado de los medios sin misericordia y se convertirá en un chino Castillo, un Roberto Giusti , un Bocaranda o uno cualquiera de esas ratas mediáticas que ahora se llaman politólogos o analistas políticos cuyo único oficio es arrastrase y complacer a quien les paga