POR LAS CALLES DE VALENCIA

Los habitantes del sector El Calvario, y las calles Manrique y Cantaura, sufren con mayor intensidad que el resto de los valencianos la ausencia de agua potable en sus casas. “Hasta 5 días seguidos sin el preciado líquido”, nos dice un lugareño. Si a esto le agregamos que la energía eléctrica se la suspenden, al menos tres veces por semana, que el alumbrado público brilla por su ausencia, que las alcantarillas están abarrotadas de basura y que los choros hacen su agosto por las noches por la total ausencia del patrullaje policial, tenemos que concluir que los valencianos que viven en esa área de nuestra querida ciudad, la pasan muy mal. Algunos buhoneros venden un combo, a plena luz del día y frente a todos, que incluye harina de maíz y mantequilla, productos que hace rato desaparecieron en los anaqueles de bodegas y supermercados, a precios escandalosos y a nadie parece importarle este asunto. La impunidad campea en esta materia. La red de tuberías de aguas blancas de la parroquia Miguel Peña, está en deficientes condiciones, lo que trae como consecuencia las constantes roturas de las mismas y la pérdida del vital líquido. Los entes del Estado que tienen a su cargo el sistema de distribución de agua potable, deberían poner en marcha un operativo, a gran escala, para mejorar la red de distribución de aguas blancas en la zona sur de la ciudad. La inseguridad cada día es más evidente en el transporte público, la verdad es que no existe el más mínimo control. Los usuarios están a merced de delincuentes y mal vivientes. En los autobuses y camionetas se ve de todo: rateros, indigentes, borrachos, niños y adolescentes pidiendo, buhonería de todo tipo, maltratos al usuario, etc. El gobierno estadal y conjuntamente con la alcaldía, están obligados a poner en marcha un plan que dignifique al transporte público. Hay signos evidentes de que crece el desempleo en la ciudad industrial de Venezuela, algunos especialistas se lo atribuyen a errores en la política económica.