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26 marzo, 2010

LUMUMBA (y II)

“El negro más arrecho que haya pisado suelo africano”



Gerardo González Blanco ggonzalezblanco@yahoo.com

Tal como había sido acordado en Bruselas, el 30 de junio de 1961 se declara la independencia del Congo Belga y allí se prende la vaina que dura hasta nuestros días. Para el acto formal de declaración de independencia era lógico que el último gobernante del Congo belga asistiera. Este era el Rey Balduino, Bisnieto del verdugo del Congo el Rey Leopoldo II. Toda la prensa occidental y muchos otros invitados y coleados colmaron el enorme auditorio de la ciudad capital Leopoldville (ahora Kinshasha). No era para menos, el mundo estaba atento y perplejo ante la importancia de ese maravilloso evento.

Con el cuento de que ese era un acto protocolar entre Jefes de Estados los negros “escuálidos pitibelgas” inventaron que a Lumumba no se le permitiría participar porque él era solamente un Jefe de Gobierno. No le salía pues. El show siguió y el primer orador fue el Rey Balduino. Este imbécil en vez de decir cuatro cosas inocuas se dedicó a restregarle en la cara a los presentes lo maravilloso que había sido el dominio belga y que su bisabuelo Leopoldo II nunca maltrató a nadie sino que había sido mal interpretado. Luego habló el servil Kasavubu que ignoró los ofensivos comentarios pero no respondió a los despropósitos reales. Y allí, literalmente, saltó Lumumba quien se apoderó del los micrófonos e improvisó un discurso muy corto pero tremendamente emotivo y patriótico. No perdió tiempo en dirigirse al rey ni a ninguno de los otros “sapos rabúos” presentes. Dedicó su discurso a sus sufridos compatriotas congoleses. El discurso de Lumumba es 50 años después una pieza oratoria anticolonial magistral tanto por el contenido como por el momento en que lo pronunció y como remató su apasionada intervención en frente de sus anteriores amos coloniales; todavía se recuerda con estupor o con cariño según de que lado se analice: “Nous ne sommes pas plus vos macaques” o sea “ya no somos vuestros macacos” Lo de macaco es porque así llamaban “cariñosamente” los colonos belgas a sus vasallos negros.

Desde ese momento las potencias coloniales y su nuevo aliado los Estados Unidos, decretaron la desaparición física de Patricio Lumumba. Los belgas, ingleses y franceses porque el prócer ponía en peligro el dominio económico de las anteriores colonias y los EEUU porque le encasquetaron a Lumumba el remoquete de comunista que en aquella época era el cognomento preferido por los gringos para descalificar y marcar como posible víctima al que no se les plegara. Tanto la CIA como sus equivalentes belgas desataron un fenomenal complot contra el naciente gobierno.

El gobierno Belga y la poderosa Union Miniere que controlaba todos los negocios mineros del Congo le armaron un ejército mercenario a uno de sus negros sirvientes llamado Moisés Tshombe y propiciaron la secesión de la rica provincia minera de Katanga, que a la semana de la independencia se declaró independiente y en guerra con el gobierno de Lumumba. Luego con ayuda de la CIA propiciaron un alzamiento de varios grupos militares, trancaron la llegada de suministros, sabotearon la poca infraestructura y muchas otras lindeces que al poco tiempo desataron el caos en la naciente república.

Allí en la llamada Crisis del Congo de los años ´60, las Naciones Unidas tuvo un papel desastroso. Aún cuando llevó tropas para tratar de frenar el caos reinante, los muy cretinos se dedicaron a conspirar contra Lumumba y permitieron que el 14 de septiembre de 1960, solo a dos meses y medio de la Independencia, otro miserable negro vende patria y traidor a Lumumba, Joseph Mobutu, con ayuda abierta y descarada de la CIA y en descarada complicidad con Kasavubu, diera un golpe de Estado y se apoderara del Gobierno del Congo. El traidor Kasavubu continuó siendo presidente; porque la vaina era contra Lumumba nada más. La primera acción de los golpistas fue por supuesto el arresto de Lumumba. De nada valieron las tumultuosas manifestaciones en contra de este golpe y de la persecución de Lumumba. Las manifestaciones fueron sofocadas a sangre y fuego. Miles murieron en las calles y Lumumba fue arrestado y la ONU no hizo nada. Dijo que eso no era asunto suyo y que el depuesto Premier iba a ser sometido a juicio y que no corría peligro. Quizás esto pudo haber sido cierto; pero tanto Eisenhower en los EEUU como los Belgas, por diferentes vías, ya habían decretado el asesinato de Lumumba. Los belgas se adelantaron. El 17 de enero de 1961 en la madrugada sacaron a Lumumba de la prisión en la capital Leopoldville y fue llevado clandestinamente a Elizabethville en Katanga donde fue entregado a su archienemigo el traidor Tshombe. Lo que pasó en esas horas siguientes es narrado con la mayor crudeza por un autor belga llamado Ludo De Witte en su libro “El Asesinato de Lumumba”. Nomás llegar el avión que transportaba a Lumumba y el propio Tshombe condujo una sesión de torturas que dejaron a Lumumba muy maltrecho. Unas horas después una patrulla de militares y mercenarios belgas asesinan a Lumumba. Los asesinos materiales fueron todos blanco belgas. No hubo negros presentes porque se trataba de una operación ultrasecreta y según los blancos, ningún negro era confiable.

Lo que pasó posteriormente con los restos del prócer fue macabro. Primero fue enterrado por los belgas en un sitio secreto. Unas horas después La CIA dijo que mejor era desaparecer los restos para que sus seguidores no conmemoraran su asesinato. Los asesinos desentierran los restos y lo entregan a un agente de la CIA quien lo transporta en la maleta de su carro a otro sitio. Allí deciden destrozar el cadáver con hachas y sierras. Los trozos de cuerpo de Lumumba se depositan en un tonel de ácido sulfúrico concentrado para disolverlos y desaparecerlos. Uno de los belgas que trabajó en esta operación, muchos años después mostró en una entrevista televisada dos de los dientes de Lumumba y varias de las balas que no fueron disueltas por el ácido. Nadie cuestionó tan cochina entrevista y más bien al tercio le pagaron miles de euros por esta aparición mediática.

La crisis del Congo todavía dura. Mobutu estuvo con el beneplácito de los EEUU casi 40 años mandando, asesinando y robando en esa sufrida nación. Se calcula en unos US$ 4.000 millones lo que este rapaz sirviente de los blancos se robó y depositó en Suiza. En mayo de 1997, ya desaparecida la URSS, los EEUU consideraron que Mobutu no era necesario y permitieron que lo sacaran del poder. Pero no hubo paz en el Congo. Sus enormes riquezas minerales y sus malos hijos se han confabulado para que hasta el día de hoy se desarrolle una de las guerras mas sanguinarias y destructivas del mundo moderno; y todo con el beneplácito de las ex potencias coloniales , de los EEUU y de las grandes corporaciones a quienes les conviene mantener ese estado de cosas que les permite cómodamente obtener materia prima estratégica a cambio de la sangre de esos millones de negros inútiles que solo sirve para que los maten, para quejarse o para morirse de hambre, como dicen que dijo el mercenario Mike Hoare.

La historia y el legado de Lumumba han sido el objeto de una terrible guerra silenciosa para desaparecerlos. Solamente algunos admiradores tratamos de recordarlo y de mantener vivo su legado. No en balde ese otro gran prócer de la negritud Malcolm X y discípulo apasionado dijo que Lumumba era “el negro más arrecho que haya pisado suelo africano”. Al poco tiempo unos sicarios asesinaron a Malcolm X y los medios se encargaron de borrarlo. La historia se repitió.