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24 febrero, 2010

POR LAS CALLES DE VALENCIA

Los valencianos aplauden la medida dictada por el alcalde Edgardo Parra de recortar el horario de expendio de licores hasta las 8:00 p.m., dado que el relajo que se forma en las calles por la cantidad de borrachines que por éstas deambulan es, verdaderamente, un espectáculo bochornoso; pero desde ya, muchas licorerías, sobre todo las del sur de Valencia, se preparan para vender, clandestinamente, este tipo de bebidas, pues aseguran que la medida se quedará en papeles y que, como siempre, no hay nadie que vele por el cumplimiento de dicho decreto municipal. Aseguran que la policía es la primera que se estaciona con sus patrullas “pa´ caerse a curdas” y que, por lo tanto, será fácil vender licor fuera del horario establecido. Otros propietarios si acatarán, formalmente, la norma y cerrarán sus negocios, pero ya empezaron a regar la voz que después de las ocho de la noche, despacharán cerveza y ron desde sus casas... pura pérdida, ¿no? La línea 2 del Metro de Valencia sigue paralizada con los enormes inconvenientes que eso ocasiona, sobre todo, en la circulación de vehículos en la avenida Bolívar norte, arteria vial que se ha transformado en un verdadero caos. Recientemente, el “nuevo” Coordinador Sectorial de Transporte e Infraestructura Municipal, Manuel Valencia, señaló que desde el Ministerio de Obras Públicas y Vivienda se agilizan los trámites para dotar de recursos ala obra,, ojalá así sea, pero la improvisación, en esta materia, en más que evidente. La elección de la reina del carnaval 2010, celebrada en el Teatro Municipal de Valencia, uno de los eventos anunciados, pomposamente, por el alcalde Parra, como parte de su acción gubernamental, evidencia, otra vez, que la clase política carabobeña, tiene los valores trastocados. Con tantos problemas que padecemos los valencianos, el burgomaestre de la ciudad debería ocupar su tiempo a asuntos más provechosos. Sigue el hampa con el moño suelto en el Sur de Valencia y en la urbanización La Isabelica. Las cifras sobre hechos delictivos que se conocen son escandalosas; sin embargo, estos datos son “chucutos”. Una cantidad significativa de valencianos y de carabobeños, por supuesto, ya no se toman, ni siquiera, la molestia de denunciar los hechos delictivos del que son víctimas. ¿Quién va a la policía a denunciar un arrebatón o el asalto a una buseta o un secuestro express? Nadie. El problema de la seguridad en Valencia, debe ser atendido con seriedad y prontitud. Circula, insistentemente, una versión según la cual uno de los concejales de nuestro municipio que, al inicio de su gestión vivía en la parroquia Miguel Peña, ahora tiene sus aposentos en la urbanización El Parral, una de las más exclusivas de la ciudad. ¿Qué les parece?