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14 diciembre, 2009

EL BERRUECO**

Gerardo González Blanco
ggonzalezblanco@yahoo.com




La verdad es que enriquecerse groseramente a la sombra de los gobiernos de turno es más la regla que la excepción. En la historia de la humanidad abundan los ejemplos de grandes fortunas hechas en connivencia con los poderosos de turno. Pareciera ser que es una constante del ser humano planetario esa de aprovechar las relaciones con quienes detentan el poder para “meterse un billete” no importa cuales sean las consecuencias de su ladronismo.

Para no ir muy lejos en los ejemplos resaltantes, ya en la maravillosa República Romana antecesora del Imperio, es famoso el caso de Marco Licinio Craso mejor conocido como Craso. La fortuna acumulada por este personaje fue inmensa y aún hoy día, cuando se hace el ejercicio de calcular esa riqueza en términos actuales, el patrimonio de Craso está entre los 10 primeros en la historia de la humanidad. Por supuesto que Craso acumuló esa inmensa opulencia haciendo uso de sus extraordinarias relaciones e influencia política en el gobierno de Sila. En su descargo debo decir que Craso a diferencia de los saqueadores modernos del erario venezolano, era un hombre con muchas virtudes y de gran importancia histórica para la Roma de la época. Baste decir que sin su ayuda otra hubiera sido la historia del Gran Julio César.

Más modernamente la infame colusión entre los negocios y el poder llega a su punto culminante en los Estados Unidos por allá a fines del siglo XIX y comienzos del veinte, años que son conocidos como los del apogeo de los inmensamente ricos Robber Barons: J. D. Rockefeller, J.P.Morgan, Cornelius Vanderbilt, Jay Gould, Carnegie y muchos otros mas, amasaron fortunas increíbles. Legaron a ser mucho más poderosos que el Estado Federal que los había alcahueteado y pusieron muy en peligro la existencia de los EEUU como nación. Por ejemplo, para pararle el trote a Rockefeller hubo que concitar el apoyo de todos los poderes y de la ciudadanía gringa para tomar medidas legales que le quitaran poder a este hombre que llegó a convertirse en “un estado dentro de un estado”. Aún así, J.D. Rockefeller continúa siendo el ejemplo más conspicuo de poder económico mal habido en la historia de la humanidad.

En nuestra escala hispanoamericana mucho más humilde, no nos podemos quejar. Desde México a la Patagonia, sin excepción, la asociación de los gobernantes con sus validos ha sido el origen de las fortunas más notables de Latinoamérica. No hay país donde esto no haya ocurrido. La única diferencia es el tiempo transcurrido entre el momento del saqueo y la actualidad; pero todas esas fortunas se hicieron esquilmando el tesoro nacional con la ayuda interesada del gobierno de turno.

Venezuela no es la excepción. El saqueo comienza desde los albores de la nacionalidad. A pesar de la inmensa ruina que era Venezuela para esa época, ya desde el primer gobierno de Páez comienzan los rumores sobre los negociados que se hacen a la sombra del gobierno. Sin importar la precariedad de los recursos del Estado siempre hubo grupos conectados con el poder que supieron enriquecerse a su sombra. Cuando Guzmán Blanco la gavilla era encabezada por el propio Presidente Antonio Guzmán Blanco; Toñito, como le decían sus curruñas, se enriqueció groseramente a costillas del tesoro nacional y terminó sus días en París, literalmente “rico como un Craso”. Las exacciones de Guzmán y sus compinches casi acaban con el erario nacional y fueron el principal componente de la deuda nacional que unos años después ocasionó el bloqueo de 1902, cuando Cipriano Castro. Sin embargo, todos estos ladrones de la época pre petrolera no fueron mas que unos pobres “roba gallinas” comparados con los latrocinios que se desarrollan a partir del hallazgo de petróleo en 1914. A partir de allí, aquel depauperado y miserable país que era Venezuela se convirtió en un paraíso de negociantes y políticos corruptos. A decir verdad hasta la muerte de Gómez aquí robaba y se enriquecía quien tuviera la venia y el asentimiento del Dictador. Había un cierto orden vernáculo en el pillaje que originó las grandes fortunas de los grupos de amigos de Gómez y sus muchachos; “Amigos del régimen”, se autocalificaban los tercios, mientras hacían los grandes negocios con el ahora rico estado venezolano.

A partir de allí cada gobierno tuvo sus favoritos. Las fortunas de los años de Gómez crecieron y se consolidaron con la Dicta blanda de PJ. Ya no se les veía como vulgares aprovechadores del erario si no como respetables hombres de empresa.

La IV República comienza en 1958 con la lección aprendida en Washington: “con los míos no te metas”. Todo el furor socialista de Rómulo Betancourt se fue al carajo. Su gobierno fue quizás el primero al que los politólogos gringos aplicaron el infamante calificativo de “Moderado” para no decirle vasallo.

Rómulo y sus sucesores aceptaron la preponderancia de lo que Domingo Alberto Rangel describió en su libro “La oligarquía del Dinero” a quienes fortalecieron y afianzaron hasta el punto de que todos o casi todos los cargos con injerencia económica de ministro en adelante eran ocupados por gente proveniente de esta oligarquía. Carlos Andrés Pérez en su primer gobierno acicateado por esa perversión humana que se llamó Pedro Tinoco, quiso crear una nueva oligarquía del dinero y lo que logró fue fundar una banda delictiva que casi acaba con el país y a quienes Pedro Duno denunció en su libro “Los doce apóstoles”. Estos inocentes amiguitos de CAP no pedían casi nada, si no que les entregaran todo el sector petrolero incluidos exploración, extracción, refinación etc. etc. Y que serían manejados a través de una corporación de su propiedad llamada PENTACOM. Gracias a Dios esta vaina no ocurrió, pero los doce apóstoles (en realidad eran Tinoco, Pérez Briceño, Edgard Espejo, Ciro Febres y Enrique Delfino y los sirvientes eran Gumersindo Rodríguez y Diego Arria) quedaron inmensamente ricos y como si no hubieran quebrado un plato.

Por eso es que me causó estupor la arenga de ese adeco execrable y chocante que es “la vieja” Ramos Allup. Que bolas las de ese tercio será que no se acuerda de la asquerosa corrupción adeca de CAP y Lusinchi. ¿Por qué no se pregunta de donde salieron los reales de su suegro el italiano mafioso?

La verdad es que yo que estoy en esta barca desde el principio y conocí a Chávez flaquito y de liqui liqui verde, nunca creí que el chavismo fuera a procrear su versión de los doce apóstoles adecos. Como soy un profundo conocedor de la idiosincrasia venezolana y de la historia reciente del país, siempre que pude advertí sobre lo terrible que sería repetir ese error de crear su propia burguesía tal como lo hicieron CAP, Lusinchi, Luis Herrera y Caldera II. Yo recuerdo que el desmadre actual comenzó luego del paro petrolero. Allí un grupo de gángsters de bajo nivel pero de infinitas agallas cobró con creces una pretendida ayuda que prestaron al gobierno en momentos de desespero. Ruperti tiene los cojones de decir que el salvó a la patria porque “sus barcos” rompieron el bloqueo petrolero. Este repulsivo personaje se olvida que en esa época el no tenía ni una lanchita de su propiedad. Lo único que hizo fue aprovecharse de la inmensa ignorancia de Chávez y sus asesores petroleros a quienes hace creer que el era un nuevo Onassis. Algo parecido ocurrió con el bribón cuyo apellido sirve de título a este artículo. Este golfo al igual que el adiposo Ruperti si prestaron ayuda en la ruptura del paro y bloqueo petrolero y alimentario; pero a que precio lo han venido cobrando.

Lo cierto es que aún cuando Chávez se arreche es innegable la existencia de un una versión sórdida y siniestra de los doce apóstoles. Aquellos cuando empezaron tenían una fortuna notable y era innegable su capacidad empresarial: pero esta versión chavista está compuesta por gente cuyo único mérito es su audacia y falta de escrúpulos. Su fortuna inicial hace 6 años era irrisoria, su infraestructura empresarial inexistente. Solo tuvieron y aun mantienen sus conexiones con el poder. Que no me venga Chávez con ese cuento chino que a el lo tomó de sorpresa este deslave moral. Acaso no se acuerda del escándalo de los Carruyo en Miami, hombres de absoluta confianza de ese triste sujeto que es el ministro Ramírez. No le llama la atención de la inmensa fortuna de ciertos militares como Acosta Carles que lleva una vida de rey en Costa Rica. Quienes hicieron los depósitos en esos bancos? Acaso el Andrade y la Maniglia no sabían nada? No me joda. Provoca decirle ¡ échame ahora uno de vaqueros!

** Si, yo se que el apellido del tercio es Barrueco; sin embargo Berrueco me parece mas cacofónico y mas digno de un delincuente como el poseedor del apellido