En el 2007, hay 75 millones de hambrientos más que en el 2006.
Actualmente son más de mil millones de famélicos en total (cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, 2008), casi el 20% de la población no ha tenido, “frecuentemente o algunas veces”, comida para alimentarse según macroencuesta efectuada en 56 países por Sigma Dos y Gallup Assotiation con una muestra de 58 mil 600 entrevistas. En Camerún, el 55% de sus habitantes del “medio urbano” no ha tenido suficiente comida este año: en Pakistán el 53%, le sigue Nigéria con 48%, Perú, 42% y Filipinas con el 40%, en Europa del centro y del Este, por ejemplo en Rusia, la cuarta parte de la población tampoco comió lo suficiente, en Macedonia y Ucrania 21% y en Turquía el 20%.
En América Latina y el Caribe, la población de hambrientos ha crecido en seis millones de personas durante los dos últimos años, lo que eleva a 51 millones la cifra total de personas que no tienen qué comer en nuestra región debido a la crisis del precio de los alimentos, según la FAO; es más, "en sólo dos años, el alza de los precios ha hecho retroceder los esfuerzos alcanzados en los últimos 15 años", señala.
Pero además del tercer mundo, de Europa del Este y del Centro, aunque usted no lo crea, el 15% de los británicos reconoció en este estudio no haber comido todos los días, esta es la cifra más alta de Europa después de Grecia (13%) y Portugal(10%).
También en EE.UU., en donde un 15% de sus habitantes declaró haber sufrido privaciones de comida en el 2007.
La campaña “Derecho Urgente a la Alimentación” afirma que tras el incremento de los hambrientos está la subida del precio de los alimentos, que aumentó un 52% de media, llegando al 200% en algunos productos básicos como el arroz.
A la hora de buscar un culpable del alza de los precios, las ONG apuntan a las actuales políticas agrarias, "centradas en la rentabilidad", en lugar de garantizar el derecho a la alimentación.
La especulación con alimentos es otra de las causas del problema, según la campaña. "Cuando el 75% de las personas que pasan hambre trabaja en el mundo rural y cuando se generan alimentos para el doble de la población, se evidencia que la violación del derecho a la alimentación es un problema de acceso a los productos y recursos suficientes para satisfacer las necesidades de todos los habitantes del planeta", afirma.
Según el Fondo Monetario Internacional, desde 2005 el maíz ha aumentado el 83%; la soja, el 89%; el maní, el 117%; el aceite de palma, el 140%, y el trigo, el 142%. Globalmente, el coste de los alimentos en moneda constante es aún inferior al de algún pico de la década de 1970, pero hay dos características tan nuevas como letales para los más pobres: la subida es abrupta. Y a diferencia de las tendencias del pasado, todo indica que seguirá creciendo durante varios años consecutivos.
La FAO, la OCDE, el Instituto de Investigación de Políticas para la Agricultura y la Alimentación (FAPRI, en sus siglas en inglés), el Banco Mundial, The Economist... Todos coinciden: los precios continuarán subiendo con toda seguridad hasta 2010. Algunos se atreven incluso a alargar la serie como mínimo hasta 2020.
En la misma línea se ha pronunciado Intermón Oxfam. La ONG destaca que unos 290 millones de personas se encuentran al borde de la pobreza por el encarecimiento de los alimentos y critica la respuesta de la comunidad internacional.
Como ejemplo, señala que, de los 12 mil 300 millones de dólares comprometidos en junio por los países ricos para afrontar la crisis alimentaria, sólo se han desembolsado mil millones.
La cifra contrasta con los 700 mil millones que Estados Unidos ha comprometido para paliar la crisis financiera, principalmente cuando, según Acción Contra el Hambre, con la mitad de lo que costó la T4 de Barajas, 3.049 millones de euros, se podría curar a los 19 millones de niños que sufren malnutrición aguda severa. Ante esta situación, numerosas ONG reclaman que se aborde la crisis alimentaria desde su dimensión social, política, ambiental y nutricional.
"Los biocombustibles crearán hambre. La fiebre por convertir comida en energía llevará al desastre. Hay riesgos muy serios de crear una batalla entre la comida y la energía que dejará indefensos a los más pobres y hambrientos de los países en vías de desarrollo", opina, siempre contundente, Jean Ziegler, el relator especial para el derecho a la alimentación de Naciones Unidas.
Ya hay datos que lo avalan: el uso del maíz para producción de etanol en EE.UU., generosamente subsidiado por el Gobierno, se ha multiplicado por 2,5 en un lustro. "Los precios de los cereales y del petróleo van a estar cada vez más interrelacionados", concluye el Instituto Internacional de Investigación para Políticas de Alimentación (IFPRI, en sus siglas en inglés)
Todo indica pues, que el hambre en el mundo aumentará. Los planes de choque en marcha para poner fin a esta lacra parecen condenados al fracaso. Pese a la enorme riqueza, cada vez serán más los que tendrán dificultades para ingerir las calorías mínimas necesarias para vivir dignamente. ¿Tiene fundamentos la señal de alarma o, la realidad acabará desmintiendo los tambores apocalípticos? La mayoría de expertos cree que hay elementos para preocuparse… "Hay que tomárselo en serio ya" (Carlos Fernández, Director de operaciones de la ONG Acción contra el Hambre).