Gavin Butler
y Shaimaa Khalil - BBC News, Singapur & Tokio
Un tribunal japonés absolvió al
preso que más tiempo llevaba en el mundo en el corredor de la muerte, un hombre
de 88 años, tras descubrir que las pruebas utilizadas en su contra habían sido
falsificadas.
Iwao Hakamada, condenado a muerte
desde hace más de medio siglo, fue declarado culpable en 1968 de
asesinar a su jefe, a la esposa de éste y a sus dos hijos adolescentes.
Recientemente se le concedió un
nuevo juicio porque se sospechaba que los investigadores podrían haber
manipulado las pruebas que condujeron a su condena por cuádruple asesinato.
Sin embargo, después de más de medio siglo en el corredor de la muerte, la salud mental de Hakamada se ha visto gravemente afectada, con lo cual no pudo estar presente en la audiencia en la que se dictó finalmente su absolución.
El caso de Hakamada es una de
las sagas judiciales más largas y famosas de Japón, y ha suscitado un gran
interés público. Se estima que unas 500 personas hicieron fila el jueves para
sentarse en la sala del tribunal de Shizuoka.
Al conocerse el veredicto, los
seguidores de Hakamada fuera del tribunal gritaron "banzai", una
exclamación japonesa que significa "hurra".
Hakamada, que fue eximido de todas
las audiencias debido a su deteriorado estado mental, ha estado viviendo bajo
el cuidado de su hermana Hideko, de 91 años, desde 2014, cuando fue
liberado de la cárcel y se le concedió un nuevo juicio.
Anteriormente declaró a la agencia
de noticias AFP que su batalla por la justicia era como "pelear un combate
cada día". "Una vez que piensas que no puedes ganar, no hay camino
hacia la victoria", dijo.
Ropa “manchada de sangre” en un
tanque de miso
Antiguo boxeador profesional,
Hakamada trabajaba en una planta de procesamiento de miso en 1966, cuando los
cadáveres de su jefe, su mujer y sus dos hijos fueron recuperados de un
incendio en su casa de Shizuoka, al oeste de Tokio. Los cuatro habían muerto
apuñalados.
Las autoridades acusaron a Hakamada
de asesinar a la familia, prender fuego a su casa y robar dinero en efectivo.
Hakamada negó inicialmente haber
robado y asesinado a las víctimas, pero más tarde hizo lo que llegó a describir
como una confesión bajo coacción tras recibir palizas y ser sometido
a interrogatorios que duraban hasta 12 horas al día.
En 1968 fue declarado culpable
de asesinato e incendio provocado y condenado a muerte.
La saga legal, que duró décadas,
giró finalmente en torno a unas ropas encontradas en un tanque de miso un año
después de la detención de Hakamada. Esas prendas, supuestamente manchadas de
sangre, se utilizaron para incriminarlo.
Sin embargo, durante años, los
abogados de Hakamada argumentaron que el ADN recuperado de las prendas no
coincidía con el suyo, lo que planteaba la posibilidad de que pertenecieran a
otra persona. Los abogados sugirieron además que la policía podría haber
fabricado las pruebas.
Su argumento fue suficiente para
persuadir al juez Hiroaki Murayama quien, en 2014, determinó que
"la ropa no era la del acusado".
"Es injusto seguir deteniendo
al acusado, ya que la posibilidad de su inocencia ha quedado clara hasta un
grado respetable", dijo entonces Murayama.
Hakamada salió entonces de la
cárcel y se le concedió un nuevo juicio.
Inocencia
La prolongación de los
procedimientos judiciales hizo que hubiera que esperar hasta el año pasado para
que comenzara el nuevo juicio y hasta el jueves por la mañana para que el
tribunal emitiera su veredicto.
Aunque el argumento del ADN fue
anulado, el juez consideró creíble otro argumento de los abogados de la
defensa: que las manchas rojas encontradas en la ropa podrían no ser de sangre,
ya que la sangre no permanecería roja en la ropa sumergida en miso durante un
año.
La sentencia del jueves consideró
que "los investigadores manipularon la ropa manchándola de sangre",
que luego ocultaron en el tanque de miso, según AFP.
Hakamada fue declarado inocente.
Décadas de detención, la mayoría en
régimen de aislamiento y con la amenaza constante de ejecución, han afectado
gravemente a la salud mental de Hakamada, según sus abogados y su familia.
Su hermana Hideko, de 91 años,
llevaba mucho tiempo abogando por su liberación.
El año pasado, cuando comenzó el
nuevo juicio, expresó su alivio y dijo: "Por fin me he quitado un peso de
encima".
Los nuevos juicios de condenados a
muerte son raros en Japón: el de Hakamada es sólo el quinto en la historia
japonesa de posguerra.
Junto con Estados Unidos, Japón es
el único país del G7 que sigue imponiendo la pena capital, y a los condenados a
muerte se les notifica su ejecución con sólo unas horas de antelación.
BBC News /
Imagen: Reuters