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30 marzo, 2012

"EL ISLAM ES NUESTRA POLÍTICA": El Islamismo en la Primavera Árabe


“El Islam es Nuestra Política”: El Islamismo en la Primavera Árabe






Omar José Hassaan Fariñas

“Hacemos un llamado en nombre del Islam, de las enseñanzas del Islam, de las reglas del Islam, y si esto para Usted es política, pues el Islam es nuestra política”
– Hassan El Banna

El Efecto Mariposa

El 17 de diciembre de 2010, un pobre (y joven, como la mayoría de los pueblos árabes) vendedor ambulante en el pequeño pueblo de Sidi Bouzid se auto-inmoló en protesta por la tiranía e indiferencia del sistema socioeconómico y político existente, y como un efecto mariposa, se encendió con él todo el Medio Oriente, iniciando un espasmo de cambios que cambiará la región para siempre. 

El efecto de ese acto fue definitivamente mariposa[1]: el pueblo de Sidi Bouzid posee una población de 40.000 personas, en un país relativamente pequeño del norte africano, que posee 10 millones de habitantes (2.8% de  la población total del Mundo Árabe – 355 millones de personas), y con una área de 163.000 km2 (1.23% de la área total del Mundo Árabe-13.333.568 km2). Las acciones del joven Mohamed Bouazizi, aparentemente insignificantes dentro del marco de los grandes acontecimientos de la historia humana, no obstante inició una ola de cambios que hasta los momentos demuestra un saldo impresionante: colapso del régimen del Presidente de ese país - hoy en el exilio; colapso del gobierno del Presidente de Egipto – encarcelado; destrucción total del proyecto político de Muammar El Ghadafi – asesinado (con la ayuda destructiva de la OTAN); caos y posibles guerras civiles en el Yemen y Siria, y fuertes protestas en Bahréin, Argelia y Marrueco, el gobierno de este ultimo país introdujo una serie de reformas políticas significativas que antes de las protestas nunca se hubieran materializado. Mas importante, la explosión de protestas en el Medio Oriente posee un factor de contagio mas poderoso que la cólera, pues los movimientos de protestas M-15 (España), el O-15 (Mundial) y Occupy Wall Street (EEUU), todos son fieles herederos de la Primavera Árabe.

Siguen los temas tradicionales pendientes en la arena internacional: Los sionistas siguen masacrando a los palestinos, el gobierno de turno en la Casa Blanca sigue arrodillado ante los dictámenes de Tel Aviv, arrastrándose por los votos que aparentemente no los otorga el pueblo norteamericano sino las “mafias” políticas sionistas en ese país (vean el discurso del Señor Barack Obama en las Naciones Unidas en contra del Pueblo Palestino - 21/09/2011, o las declaraciones del Señor Newt Gingrich (candidato presidencial republicano) en las cuales informa que el Pueblo Palestino es un pueblo “inventado” y “terrorista” - 10/12/2011), mientras que los EEUU y sus aliados mas sumisos preparan para la destrucción de Persia, igualmente para complacer los berrinches de los sionistas. Igualmente, y más allá del Medio Oriente, sigue la nueva guerra fría entre el gobierno ruso y los EEUU, junto al juego de ajedrez geopolítico mundial entre los EEUU y la China. Pero ahora muchos de estos conflictos se articulan, se perciben, y sobretodo se manejan, dentro del marco de una nueva y contundente realidad: el despertar del Pueblo Árabe, con todo lo positivo que implica (el derrocamiento de gobiernos despóticos) y todo lo negativo también (la intervención militar de la OTAN en Libia, y la intervención política y económica de gobiernos occidentales en el Yemen, Siria u otros países).

Islamismo en el Medio Oriente

En este artículo no pretendo hablar de un tema que ya ha generado cantidades casi infinitas de artículos, reportajes, documentales y libros en todas las instancias y en todos los idiomas. En vez, modestamente se trata de un artículo informativo (pero que lamentablemente no queda exento de las opiniones, valores y criterios del autor) sobre uno de los aspectos más importantes de la Primavera Árabe: el islamismo político y su propagación legítima (es decir, electoral) en el Medio Oriente.
No estamos hablando de conjeturas o especulaciones irracionales, pues los resultados de las revueltas árabes en el 2011 demuestran una tendencia casi uniforme de producir gobiernos o coaliciones gubernamentales de corte islamista. El islamismo se expande por el Medio Oriente, y aunque el proceso inició años antes, el proceso de “islamización” de los países árabes se ha acelerado significativamente desde el inicio de la Primavera Árabe. Un sondeo general del Mundo Islámico puede confirmar la declaración anterior, a saber:

·       Irán (1979): Se instala el gobierno de la revolución islámica liderado por Ruhallah Khomeini, proyecto político que continúa en el poder hasta el momento con la presidencia de Mahmoud Ahmadinagad.

·       Argelia (1991 - 2012): El Frente Islámico de Salvación (FIS) ganó las elecciones municipales de 1990 obteniendo el 65% de los sufragios. En diciembre de 1991 el gobierno secular canceló las elecciones tras la primera ronda, en la que quedó de manifiesto que ganaría el FIS, aduciendo que el mismo terminaría con la democracia. Tras la expulsión del FIS y el arresto de miles de sus miembros, se inicia una guerra civil en ese país que duraría una década, con más de 200.000 muertos. Cabe destacar que se espera que los islamistas (Movimiento por la Sociedad de Paz – parte de los Hermanos Musulmanes de Argelia) obtengan una victoria contundente en las elecciones legislativas del 2012.

·       Líbano (1992): El grupo armado HezbAla (Hezbollah - Partido de Dios) conforma un partido político y entra en el proceso electoral del país. Desde ese momento y hasta la actualidad, HezbAla posee diputados en el parlamento libanes, y en varias ocasiones ha formado parte del gobierno o influye en las decisiones del mismo.

·       Turquía (2003): Toma el poder democráticamente el partido Justicia y Desarrollo, partido que posee el núcleo del difunto partido “Virtud” de origen islamista. Los actuales presidente y primer ministro de Turquía, Abdulá Gül y Recep Erdogan, respectivamente, fueron los discípulos del ex primer ministro turco Necemttin Erbakan (Partido del Bienestar), líder islamista expulsado del poder por el ejército mediante un golpe de estado en 1997. 

·       Irak (2005): El Partido Islámico Iraquí forma parte en la coalición gobernante del Primer Ministro Nuri El Maliki, con varios ministros en el gobierno y el Secretario General del Partido, Tariq Al-Hashimi, como Vicepresidente de la República. Los Hermanos Musulmanes formaron el Partido Islámico Iraquí en 1960. Fue ilegalizado desde 1961 y hasta el 2003, cuando los EEUU invade a Irak y destruye el poder del Partido Baath iraquí. El régimen de Saddam Hussein destruyó sistemáticamente al partido en su país, y el mismo tuvo que regenerarse después de la primera guerra del Golfo, cuando Hussein abrió el espacio para la participación de los islamistas sunitas como contrapeso a los varios grupos chiitas.   

·       La Palestina (2006): Toma el control del Parlamento Palestino el Partido Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica) con casi 60% de los curules. Hamas fue creado por el líder de los Hermanos Musulmanes en la Palestina, Sheik Ahmad Yassin. Hamas actualmente controla la franja de Gaza desde el 2007.

·       Túnez (2011): Como resultado de la Primavera Árabe, gana con más de 40% de los votos, el partido islamista “El Nahda” (Renacimiento) en las elecciones del proceso constituyente. Inspirados directamente por los Hermanos Musulmanes, el líder intelectual del Partido El Nahda -Rashid al-Ghannushi- regresó a Túnez después de la caída del gobierno de Ben Ali, luego de un exilio de 22 años por sus actividades islamistas en su país.

·       Marruecos (2011): A raíz de las consecuencias de la Primavera Árabe (para evitar el contagio), la reforma constitucional de Mohamed VI aprobada en un referéndum el 1 de julio ahonda en la separación de poderes y, sobre el papel, dota de más prerrogativas al Gobierno y al Parlamento. Hasta entonces era el rey quien designaba a al primer ministro. El 29 de noviembre del 2011 se instaló el nuevo gobierno marroquí con Abdelilah Benkirane, secretario general del partido islamista “Justicia y Desarrollo”, como primer ministro electo.

·       Libia (2011): Al instalarse el nuevo gobierno libio tras el asesinato de Muammar El Ghadafi, el líder del Consejo Nacional de Transición (CNT) libio, Mustafa Abdul Jalil, declaró que “Cualquier ley que contradiga la Sharia (ley islámica) es nula y vacía". El Líder de las fuerzas rebeldes libias que tomaron la capital  en septiembre del 2011, es Abdelhakim Belhadj, miembro del CNT y líder del “Grupo Islámico Combatiente de Libia”. Igualmente, el 07 de enero del 2012, se creó el primer partido islamista de Libia, “Reforma y Desarrollo”, con el objetivo de competir en las próximas elecciones en el 2012. 

·       Egipto (2011): Las elecciones parlamentarias realizadas entre noviembre del 2011 y enero del 2012 dan una victoria contundente a los dos partidos islamistas – “Libertad y Justicia” (Hermanos Musulmanes) y “Al Nur” (Salafistas), con un total de aproximadamente 70% de los votos para ambos partidos

·       Siria y Yemen (2011): Aunque siguen los gobiernos seculares de Bashar el Asad y Abdalá Saleh en Siria y el Yemen, respectivamente, las fuerzas de oposición principal en ambos países son los islamistas, particularmente en Siria, con los Hermanos Musulmanes representando la mayoría de los grupos islamistas que protestan contra el gobierno sirio.

Es fácil observar que la tendencia en los países árabes, a la vez de otros en el Medio Oriente como Turquía e Irán, es de “islamización” de la política nacional y las victorias contundentes de partidos islamistas o inspirados por ideales islamistas. En virtud de los cambios estructurales que se están materializando en esa región, un enfoque en el islamismo y sus orígenes es absolutamente vital para poder comprender esta zona de importancia estratégica, y las posibles consecuencias de este poder ascendiente en la política regional e internacional. Considerando que el espacio del artículo no es adecuado para evaluar todos los movimientos islamistas de la región, haremos un énfasis en los Hermanos Musulmanes de Egipto, a raíz de su carácter  “pionero” en la islamización de la política del Medio Oriente.

         Nomenclatura Islamista

Para poder explorar el islamismo, se requiere aclarar ciertos conceptos y establecer una nomenclatura apropiada para reducir las confusiones sobre el tema, que ya son inmensas, lamentablemente.
El Islam es una religión, un sistema a de creencias, valores, ritos, y cosmovisiones o “Weltanschauung[2]” que ayudan al ser humano a organizar su vida (en la practica) y sus creencias (en el ámbito filosófico de la fe) en la deidad semita de Abraham, denominada inicialmente hace 4 mil años como el Tetragrámaton[3] YHWH o Adonay, el dios de los Hebreos, quien a la vez es el dios de los seguidores de Jesús de Nazaret, y de los musulmanes, quienes se refieren a ese mismo dios con la palabra “Alá”, que simplemente significa Dios en árabe (los árabes cristianos igualmente se refieren a su deidad como Alá). Con aproximadamente 1.619 millones de personas (a finales del 2010), el Islam constituye 23,4% de la población mundial. 50 países del mundo poseen una mayoría islámica, y solo 20% de esa población vive en países árabes. 62% de los musulmanes viven en la zona Asia-Pacifico, con 707 millones (43%) solamente en Indonesia, Pakistán, India y Bangladesh, lo cual indica que la minoría de los musulmanes son árabes. 
Los árabes son un grupo étnico/cultural[4], que incluye en su versión extendida (árabes arabizados) a sub-grupos étnicos que se mezclaron con los árabes semitas como los egipcios, beréberes, abisinios  (Camitas orientales, descendientes de Cam hijo de Noé), nubios (africano), kurdos, asirios, armenios, maronitas (grupo étnico-religioso en el Líbano). La relación entre el Islam y los árabes es semejante a la relaciones entre el judaísmo y los hebreos: la primera es la religión de la mayoría de los segundos, resaltando que los hebreos constituyen un grupo étnico/cultural, y no una fe o un sistema de creencias.
A la vez, el “islamismo” no es ni una fe ni un grupo étnico/cultural, sino una tendencia política que consiste esencialmente en la adaptación de la vida política-social  de una sociedad a los mandatos religiosos del islam, lo que implica la adopción de la “sharía islameya[5], el conjunto de normas, reglas y jurisprudencias basadas en el Corán y en las sentencias del profeta. De esta manera, podemos concretar que aunque todos los “islamistas” (quienes desean aplicar la Sahria Islameya en la política y la sociedad) son musulmanes, no todo los musulmanes son “islamistas”. Los musulmanes pueden ser laicos o seculares, en este sentido la expresión no es idéntica en su concepción aquí en América Latina y el Caribe, pues “laico” o seglar en la región latinoamericana se refiere a cualquier persona que no forma parte de la jerarquía eclesiástica de la Iglesia Católica o un pastor de las otras denominaciones cristianas protestantes, como los Evangélicos, los Testigos de Jehová, los Mormones y los Adventistas del Séptimo Día.
Ahora bien, en el sentido Islámico, los laicos son todos quienes poseen tendencias políticas o ideológicas que no buscan aplicar la ley islámica en la sociedad, como los liberales, los socialistas, los comunistas u otras tendencias ideológicas que tienen su origen en el mundo occidental. Los islamistas, a su vez, no pertenecen a una jerarquía religiosa, ya que el Islam no posee una estructura semejante a la iglesia católica (no existe Papa, cardinales, obispos, curas, etc., ni mucho menos una “Vaticano” islámico o autoridad central – aunque ciertas excepciones aplican a la tendencia chiita). Los mismos suelen ser abogados, doctores, políticos, o de cualquier otra profesión, como igualmente pueden ser obreros o campesinos. La excepción a esta regla se encuentra en Arabia Saudita, por ejemplo, con la Familia Al Saud (los sauditas), quienes aplican la ley islámica bajo los criterios del “Wahabismo”, pero a la vez no se identifican con cualquier movimiento islamista moderno.

       El Espectro Político Islamista 

A esta altura de la discusión siempre surge la pregunta sobre los famosos “Al Qaeda” y los otros grupos nihilistas que capturan una atención desproporcionada de los medios de comunicación y los líderes mundiales. Los islamistas a quienes me refiero en este documento son grupos sociales musulmanes que practican la política, es decir, poseen o conforman organizaciones de base que pueden articular un movimiento popular o un partido político, quienes han participado en el juego político mediante elecciones, o mediante la creación de una infraestructura de bienestar social que a la vez se dedica a difundir una ideología política o un discurso político en particular. Organizaciones[6] como Al Qaeda, Boko Haram, Jaish-e-Mohammed y otros (quienes podemos considerar como “yihadistas[7]) consideran-como ya señalamos-que la única manera para imponer la sharia islameya (su interpretación particular de la misma) es mediante la violencia, pero en muchas instancias no organizan guerrillas o ejércitos populares como las FARC, el ELN o el Ejercito Republicano Irlandés, sino células o unidades que ejecutan actos de terrorismo en vez de resistencia militar (asimétrica) guiada por una autoridad política centralizada o jerárquica. Ninguna de estas organizaciones posee verdaderos brazos políticos, o partidos políticos que funcionen, o han formado movimientos de base para la difusión de discursos políticos, por lo cual no poseen amplio apoyo de las sociedades musulmanas.[8]  
El espectro político del islamismo es muy amplio y abarca posiciones desde partidos políticos islámicos moderados que mantienen principios y practicas democráticas (Justicia y Desarrollo en Turquía, los Hermanos Musulmanes en Egipto y Jordania), y hasta postulados extremos y radicales que advocan la lucha armada y la violencia para realizar sus objetivos políticos o sociales (Al Qaeda, El Yihad el Islami), de la misma manera que se constituye el espectro político de la izquierda, desde la izquierda electoral y democrática (partidos como Alianza País, PSUV, Frente Sandinista de Liberación Nacional (actualmente), Movimiento al Socialismo) hasta la izquierda radical, armada y violenta y el anarquismo (FARC y ELN, Sendero Luminoso), quienes todos buscan instituir el Estado Socialista (o derrocar el Estado Burgués), pero variando significativamente en los métodos para lograr ese objetivo.
Cabe destacar otro aspecto fundamental de los islamistas, y ese que la mayoría de los mismos, salvo ciertas tendencias “puritanas” y extremas como los salafistas (y no todos los salafistas), son de una manera u otra “modernistas”, en el sentido de aplicar el uso de métodos y símbolos modernos en la difusión y articulación de sus ideologías y creencias básicas. Tomando la revolución islámica de Irán (1979), podemos ver como la misma se basa en conceptos modernos como el Estado, el “pueblo” como fuerza política, y la construcción de discursos políticos hegemónicos y la difusión de los mismos mediante metodologías modernas como los medios de comunicación y la conformación de partidos políticos. Los islamistas sunitas del mundo árabe, igualmente, aunque elaboran sus discursos en oposición al mundo occidental, se mantienen dentro del marco general de la modernidad, particularmente en las formas de organización, militancia política y organización ideológica, como podemos ver en la formación de la primera organización islamista en la historia moderna, los Hermanos Musulmanes de Egipto (1928). 

           Los Primeros Islamistas

Entre los primeros islamistas podemos resaltar a Gamal El Din Al Afghani y Mohamad Abduh. Al Afghani (1838-1897) fue uno de los fundadores del modernismo islámico, y un impulsor de la unidad panislámica, originalmente de Irán (aunque él se proclamó afgano), fue un panislamista que vivió en Persia, Afganistán, Egipto y varios países europeos. En Egipto, su discípulo más importante fue Mohamad Abduh. Al Afghani consideraba que el imperialismo europeo, luego de establecer su control sobre la India, deseaba controlar todo el Medio Oriente, y que la única manera de resistir la invasión europea era adoptar la tecnología del enemigo, y que la religión islámica era la única fuerza para movilizar a la población para resistir el imperialismo europeo. El egipcio Abduh (1849-1905), juez y erudito islámico, profundizó las enseñanzas de Al Afghani, y se considera como el fundador del Modernismo Islámico (lo que podemos señalar como el inicio del islamismo). Abduh insistió en el carácter racional del islam, y consideraba que el conocimiento era la base del desarrollo de cualquier sociedad, y ese conocimiento no puede ser adquirido sino con la independencia de la voluntad y la libertad de expresión. Abduh creía en un islam que libera a sus creyentes de la esclavitud moral e intelectual, con equidad para todos, y que rechaza las enseñanzas tradicionales de los clérigos y la discriminación racial y religiosa. Abduh consideraba las ciencias modernas y la religión como elementos complementarios, asunto que en su tiempo lo colocaba en la minoría de los intelectuales y de los religiosos de la región, pues los intelectuales (generalmente seculares, liberales o socialistas) consideraban que el Islam era la fuente del atraso de los musulmanes (raíces del Kemalismo – a ser evaluada en la próxima seccion), mientras que los religiosos (clérigos y ulema) consideraban que las debilidades de las sociedades islámicas solo pueden ser eliminadas con el “retorno” a las enseñanzas tradicionales del Islam. El modernismo de Abduh insistió en la aplicación del pensamiento moderno y científico, asegurando que el mismo no contradice los conceptos fundamentales del Islam, creando de esta manera la posibilidad de reforma religiosa dentro de un contexto moderno en vez del tradicionalismo de sus contemporáneos.

Hassan El Banna

Hassan El Banna (1906-1949), un maestro egipcio, fue discípulo de Rashid Rida, quien a su vez fue el discípulo más importante de Abduh. Siguiendo los postulados de Al Afghani, Abduh y Rida, en 1928, a los 22 años de edad, El Banna fundó una organización llamada los Hermanos Musulmanes. Es de notar que el contexto de la era fue muy significativo: la gran mayoría de los territorios musulmanes estaban bajo el control directo o indirecto del imperialismo europeo, y hasta 1924 existía el Califato Otomano[9], su abolición fue considerado como un golpe duro para muchos musulmanes que aun no estaban completamente “secularizados”, como el joven El Banna. 
El Banna buscó estimular un cambio a nivel de la sociedad mediante un proceso de creación institucional (instituciones de la sociedad civil en vez del Estado), un activismo de base  que se enfoca en el uso de los medios de comunicación modernos para la difusión ideológica y la organización social a nivel nacional. El Banna construyó un movimiento de masas complejo con estructuras sofisticadas; secciones encargadas de la difusión de valores entre los campesinos, los trabajadores, los profesionales, departamentos encargados del proceso de formación ideológica, otros de medios y eventos, traducciones, asuntos legales y financieros. El mensaje de los Hermanos demuestra ciertos elementos “populares”, como la protección de los trabajadores de la explotación por parte de los monopolios internacionales y las grandes empresas nacionales del país. Al ver la indiferencia del gobierno monárquico egipcio-títere del imperio británico-en relación al bienestar de la población en general, El Banna creó redes de hospitales, farmacias, escuelas y otras instituciones de la sociedad civil para llenar el vacío que dejaba el estado egipcio. 
El Banna no empezó sus estructuras desde un vacío total: el mismo utilizó las redes sociales que ya existían en la sociedad egipcia, como las mezquitas, las escuelas de enseñanza islámica, las asociaciones religiosas de bienestar social, y los grupos vecinales, un uso que hizo posible el crecimiento de los Hermanos Musulmanes pero a la vez fortaleció estas mismas redes e instituciones embrionarias de la sociedad civil egipcia. Los primeros miembros de la organización eran trabajadores y campesinos, con énfasis en las clases marginalizadas del sistema socioeconómico, lo que Gramsci denominó en sus Cuadernos de Cárcel como las “clases subalternas”. El éxito inicial de los Hermanos se debe a como pudieron forjar unas estructuras modernas en el seno de una sociedad civil primitiva y con estructuras y asociaciones tradicionales. Los Hermanos Musulmanes, como estructura social, se alimentaron de los varios elementos de la sociedad civil: negocios, escuelas (fueron los primeros en Egipto en tratar de abordar el problema del analfabetismo), hospitales, y luego, cuando empiezan a adquirir una dimensión política, los sindicatos y los colegios profesionales, particularmente el de abogados y periodistas. En 1933 los Hermanos adquirieron la primera imprenta con el objetivo de difundir su mensaje utilizando métodos modernos y masivos. Para 1938, y con una ideología poco ortodoxa que le llegaba a las clases subalternas, los Hermanos Musulmanes se constituyeron en la primera fuerza de oposición en Egipto, condición que mantuvo hasta noviembre del 2011 (83 años después de su creación), cuando asume por primera vez la mayoría electoral parlamentaria que le otorga el derecho a crear su propio gobierno en el 2012.  
El apoyo material, social y sicológico que ofrecía y sigue ofreciendo los Hermanos Musulmanes fue el elemento clave que creó el número de seguidores y miembros que posee los mismos hoy en día. La estructura de la organización y sus objetivos conllevan a la “institucionalización” del Islam en la sociedad mediante la preparación de cada uno de los miembros de los Hermanos y el incremento en el numero de esos miembros. Inicialmente se buscaba educar a la población egipcia sobre su propia religión, fortalecer la moralidad y la practica religiosa en la sociedad. Pero en la marcha se expandió los objetivos para incluir la reforma de la sociedad en general, que no se puede realizar sino en el ámbito político. El objetivo era de largo plazo: preparar las próximas generaciones con una concepción de la realidad y la vida social más alineada con el Islam, asunto que se debe realizar en las próximas generaciones. Desde sus inicios, los Hermanos Musulmanes fueron un éxito: llegaron a casi 2 millones de miembros en más de 2000 sucursales antes de 1948.
Basándose en los principios del Islam, El Banna inició su discurso político con temas como el colonialismo, la educación, la salud, la inequidad social y el conflicto árabe-sionista. Aunque los discursos del El Banna eran fuertemente críticos de los países occidentales (que eran los imperialistas que dominaban la región), el mismo no era completamente anti-occidental: “debemos tomar del manantial de las culturas extranjeras para poder extraer lo que es indispensable para nuestro Renacimiento”. Haciendo énfasis en temas que preocupan a diversos sectores de la sociedad, El Banna pudo conseguir apoyo de todos los estratos de la sociedad egipcia (y luego árabe), desde profesionales y burócratas y hasta trabajadores y campesinos. El Banna, en contraste con varios lideres religiosos de la época, insistió en la integración de los cristianos en los asuntos políticos y sociales del país (El Banna tenía dos asistentes coptos). El elemento mas original de la ideología islamista de El Banna era su origen en las clases subalternas, como ya señalamos. Mientras que los movimientos políticos liberales y seculares fueron impulsados por la elite urbana y la aristocracia de los terratenientes, los Hermanos eran la voz de la clase media y las clases de bajos recursos. La estructura estratificada del grupo solo acepta ascensos en base a la educación y el conocimiento adquirido dentro y fuera de la misma, por lo cual estableció a los Hermanos como la única organización de la época que se basa en el merito, y no en posición social o descendencia. El énfasis de los mismos era la justicia social, y en virtud de la ausencia de partidos y movimientos socialistas en Egipto (hasta la presidencia de Nasser luego de 1954), eran los únicos que representaban a las clases subalternas. Para El Banna
El Islam es igual para todos y no prefiere a nadie en base a raza, descendencia o riqueza. De acuerdo al Islam, solo el educado es superior al ignorante, por lo cual el Islam no aprueba un sistema de clases sociales. 
Los Hermanos advocaban la nacionalización de las industrias básicas, intervención estatal en la economía, leyes laborales que favorezcan a los trabajadores, y varios programas de bienestar social para la población, con énfasis en servicio medico y educación gratuita para todos. En 1948 los Hermanos iniciaron una campaña para demandar reformas agrarias que permitan distribuir terrenos a los campesinos más pobres del país.
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Hermanos crearon el brazo armado del movimiento. El Banna no quería tomar las armas, no por ser pacifista, sino que consideraba que la fuerza de los Hermanos no era lo suficiente para sobrevivir un conflicto armado con el Estado egipcio y las fuerzas británicas, prefiriendo la consolidación dentro del seno de la sociedad civil antes de tomar el poder, pero varios miembros ya habían iniciado por su cuenta actos violentos en contra del gobierno y los ingleses, y los lideres de los Hermanos consideraron que era mejor organizar y controlar las acciones de sus miembros con el objetivo de limitar las consecuencias de la lucha armada. La presión de varios miembros de los Hermanos para iniciar la lucha armada contra los británicos y sus agentes en el gobierno egipcio fue lo suficiente para imponer la creación del “aparato secreto” dedicado a la lucha armada. Este aparato secreto luchó en la guerra del 1948, cunado los ejércitos árabes fracasaron en impedir la creación del estado colonial sionista. Los Hermanos iniciaron contacto con los Nazis por vía de sus representantes en la Palestina[10], particularmente el Haj Amin el Husseini (gran mufti de Jerusalén y tío de Yasser Arafat), quien luchaba contra la colonización judía sionista en la Palestina. Las relaciones concretadas con el Husseini fueron parte de los esfuerzos de “internacionalización” de los Hermanos, quienes establecieron capítulos en la Palestina (1935, creado por el hermano de El Banna con el liderazgo de El Husseini), el Líbano (1936), Siria (1937)[11], Jordania (1946)  y Sudan (1949).
El Banna fue uno de los primeros egipcios en demandar la nacionalización del Canal de Suez, asunto que se implementó bajo el gobierno socialista de Nasser en 1956. A raíz de los conflictos con el poder británico en Egipto, El Banna fue arrestado varias veces, y los líderes de los Hermanos tuvieron que mantener un bajo perfil para poder continuar sus actividades sociales, religiosas y de difusión política. Desde 1945 y hasta el asesinato de El Banna en 1948, el Aparato Secreto de los Hermanos continuó una guerra de baja intensidad contra los ingleses y los sectores egipcios que apoyaban el poder imperial, llegando a asesinar el Primer Ministro Egipcio Fahmi al-Nuqrashi Pasha, impulsando junto a otros grupos seculares egipcios una serie de protestas laborales y políticas que hizo imposible gobernar el país. El asesinato de Nuqrashi se dio cuando la gran mayoría de los líderes de los Hermanos estaban encarcelados (mas de 4000 miembros arrestados por actividades políticas o “terroristas”) asunto que hizo imposible el control de los miembros más militantes de los Hermanos, mientras que el gobierno monárquico incrementó su presión contra los mismos. En 1950 el gobierno egipcio decretó la ilegalidad de los Hermanos.
Después de la Revolución de 1952 que trajo a Nasser y los “Oficiales Libres” al poder, los conflictos entre los Hermanos y el gobierno se intensificaron aun más, y el nuevo líder de los Hermanos, Hassan Isma'il al-Hudaybi, trató de controlar el Aparato Secreto de los Hermanos e imponer el rol político y pacifico de la organización, pero los elementos mas radicales del mismo reorganizaron el Aparato fuera del control de Hudaybi y sus aliados, y hasta trataron de asesinar a Nasser en 1954 (aun no esta claro si el atentado contra Nasser fue un acto verdadero de los Hermanos o un plan del gobierno para neutralizar a los Hermanos). Nasser, ya en control del país y con su popularidad en ascenso, tomó la oportunidad para atacar a los Hermanos: Los Hermanos Musulmanes fueron decretados como una organización terrorista, sus sedes fueron destruidas, y miles de sus miembros encarcelados (en campos de concentración en donde sufrieron toda forma de tortura), con múltiples sentencias de muerte y cárcel de por vida para varios lideres, hasta el mismo Hudaybi.

Sayed Qutb

El golpe de 1954 fue un preludio del golpe de 1965. La guerra de Nasser contra el imperialismo fuera de Egipto fue tan intensa como la lucha contra los Hermanos Musulmanes dentro de ese país. Hudaybi encargó al editor del periódico de los Hermanos de atender las necesidades de tantos miembros de los Hermanos encarcelados o en los campos de concentración, asunto que expuso a ese miembro en particular a las condiciones de la lucha contra Nasser. Sayed Qutb era un escritor, ya conocido por sus estudios sobre el Islam y la modernidad, particularmente “La Justicia Social en el Islam”, en donde se establecen los principios del socialismo islámico[12]. Qutb fue el pensador más importante de los Hermanos Musulmanes después del propio El Banna, pero su influencia se extendió a la mayoría de los grupos “yihadistas” que consideran que la única forma para establecer el estado islámico es la lucha armada (o actos de terrorismo). Qutb escribió en 1964 su libro mas importante: “Ma'alim fi al-Tariq” (“Hitos o Señales en el Camino” en árabe), considerado por los historiadores, tanto occidentales como orientales, como uno de los libros árabes mas influénciales del Siglo XX, particularmente por su inmenso impacto sobre los varios grupos islamistas, como también los yihadistas[13]. Mientras los Yihadistas tomaron los elementos mas radicales de Qutb, como la necesidad de derrocar los gobiernos seculares mediante la lucha armada y la aplicación del “yihad” al nivel global, los islamistas (especialmente los propios Hermanos Musulmanes) tomaron los elementos de educación y justicia social que igualmente se encuentran en sus varios libros y discursos. Ma'alim fi al-Tariq fue la obra que culminó la evolución de Qutb desde sus orígenes como autor y critico modernista y finalizando con su carácter revolucionario (o violento) y teórico islamista.
En su libro, Qutb establece las bases de lo que él consideraba ser un verdadero sistema político y social islámico, acusando a las sociedades islámicas modernas de existir en un estado de “yahelya”[14]..Para Qutb, la Ley Islámica es la única garantía contra cualquier tipo de discordia en la vida. El intento de introducir elementos de socialismo o nacionalismo en la comunidad musulmana es contra el Islam, por lo cual quienes proceden a introducir dichos conceptos deben recibir la resistencia de los fieles del Islam (en referencia al gobierno de Nasser), advocando de esta manera la lucha armada para derrocar a los gobiernos seculares que no practican la sharia islameya. Aunque muchos de los ideales de Qutb acerca de cómo ejecutar una sociedad justa parecen socialistas para el observador occidental, el mismo rechazó el socialismo por sus raíces materialistas y su ateísmo. Qutb advocaba el uso de la violencia organizada para establecer la ley islámica no solo en los países islámicos, sino eventualmente en todo el mundo. Qutb forma parte del cuarteto de intelectuales más importantes del islamismo: Maulana Mawdudi (Pakistaní), Ruhollah Khomeini (Iraní), Hassan El Banna (Egipcio) y Sayed Qutb (Egipcio). De acuerdo a los autores estadounidenses Daniel Benjamin and Steven Simon, Qutb fue quien combinó exitosamente los elementos primordiales del islamismo moderno: el concepto de “takfir[15] de los Jariyíes, las fetuas de Ibn Taymiyya[16], el modernismo de Rashid Rida (y de Mohamad Abdu), el concepto de “Yahelyacontemporáneo de Mawdudi y el activismo político de El Banna.[17] 
En 1965, el aparato de inteligencia de Nasser descubrió un complot para derrocar el gobierno (luego se afirma que el complot fue una creación de los mismos órganos de seguridad del Estado). Más de 18.000 personas fueron arrestadas, por lo menos 38 murieron en el proceso de interrogaciones, el pueblo de Kardasa cerca de El Cairo fue arrasado por el gobierno, y la gran mayoría de sus habitantes fueron arrestados y torturados. Con base exclusivamente en las paginas de Ma'alim fi al-Tariq, el juicio contra Qutb concluyó con una sentencia a muerte por sus ideales y sus teorías. Qutub fue ejecutado un mes después del inicio de su juicio.
No todos los miembros de los Hermanos estaban de acuerdo con la postura radical de Qutb: Zenab El Ghazaly[18], jefa de la Asociación de Mujeres Musulmanes (parte de las Hermanas Musulmanas), fue una de las responsables de la reconstrucción de los Hermanos Musulmanes luego de la destrucción de 1954. El Ghazaly, siguiendo los pasos de El Banna, consideraba que la organización se debe limitar al proceso educativo y de transformación por un largo tiempo, hasta que por lo menos 75% de la sociedad este a favor de los Hermanos, o por lo menos pueda aceptar sus principios (en términos gramsicianos, se debe crear la hegemonía en la sociedad civil mediante una “guerra de posiciones” antes de tomar el poder – ver la sección de conclusiones)[19]. Mas importante, de acuerdo al politólogo francés Gilles Kepel, el rechazo mutuo entre el reformismo educacional de los Hermanos Musulmanes y el yihadismo violento de grupos como El Yihad Islámico de Ayman El Zawahiri y Al Gamaa Al Islameya de Omar Abdel-Rahman (ambos egipcios), se tradujo a un odio profundo que actualmente comparten los grupos yihadistas en contra de los grupos islamistas. Estas diferencias se evidenciaron cuando los grupos yihadistas asesinaron al Presidente egipcio Anwar El Sadat en 1981, asunto que fue condenado por los Hermanos Musulmanes. Aunque miles de miembros de los Hermanos fueron encarcelados por el gobierno luego del asesinato, se estableció claramente que los Hermanos no estuvieron involucrados en el crimen.[20]

Los Hermanos y Mubarak

Durante el periodo del Presidente Hosni Mubarak (1981-2011), los Hermanos seguían en su condición de “grupo ilegal” pero parcialmente tolerado, con muchos de sus miembros en las cárceles, sufriendo de tiempo en tiempo torturas sistemáticas. Aunque las restricciones políticas durante el régimen de Mubarak no eran favorables para el avance del grupo islamista, las realidades sociales si aportaban las mismas condiciones para el avance de los Hermanos al mismo estilo de su fundador, El Banna. La Ley de Emergencia (suspensión de garantías constitucionales), en efecto desde 1967 y hasta los momentos, hizo la vida política casi imposible para los Hermanos, pero la actividad social, descartada por el gobierno de Mubarak a raíz de el “giro” hacia la derecha secular que inició Sadat y continuó el mismo (la aplicación del  Consenso de Washington que obligaba al estado egipcio a descartar las políticas sociales del Socialismo de Nasser), quedó una vez mas (como lo era en los tiempos de El Banna) como campo abierto para el trabajo de los Hermanos. Las organizaciones de caridad y las estructuras sociales que se crean alrededor de las mezquitas de los Hermanos (pero también de los Salafistas en los últimos años) incrementaron significativamente durante el periodo de Mubarak.
El gobierno secular de Egipto controlaba el país exclusivamente mediante la fuerza policial y el apoyo “incondicional” de las Fuerzas Armadas[21], por lo cual la generación de legitimidad y aceptación por parte de la población no era un asunto de alta importancia para el régimen. En obvio contraste, los Hermanos continuaron la labor de institucionalización de su poder social, generando el consentimiento entre los grandes sectores de la sociedad (los pobres) que con la pobreza endémica, la desigualdad, la corrupción y el desgaste de los discursos seculares (Kemalistas – vea la próxima sección), empezaron a desarrollar una conciencia mas “islámica”,  requisito principal para la “islamización” de la sociedad[22]. Los Hermanos se beneficiaron de este “vacío” social mas que las otras tendencias islamistas o yihadistas, al poseer instituciones en la sociedad civil y activistas políticos con décadas de experiencia en el trabajo social y la militancia política, espacio que pudieron ocupar mejor que otros islamistas o yihadistas que advocaban una postura apolítica y obediencia total al líder (salafistas) o con métodos violentos que no gozaban del apoyo de las mayorías en Egipto (El Gamaa El Islameya). Los Hermanos penetraron grupos estudiantiles en las universidades seculares de Egipto, los sindicatos y los colegios de profesionales, y aunque el gobierno suspendía repetidamente las elecciones universitarias, sindicales y las de los colegios profesionales, no pudieron reducir la influencia de los Hermanos en estos espacios de la sociedad civil. Para incrementar la legitimidad de su régimen, Mubarak aceptó la participación de los Hermanos en las elecciones legislativas del 2005 (como independientes), en las cuales los Hermanos ganaron 20% de los curules, mientras que los otros grupos y partidos seculares de oposición alcanzaron solo 14%. Las elecciones se dieron en condiciones poco favorables para los Hermanos y completamente anti-democráticas, con violaciones sistemáticas por parte del gobierno (antes de la elecciones arrestaron a mas de 700 miembros de los Hermanos).

La Revolución del 25 de Enero

La persecución política y policial contra los Hermanos incrementó después del 2005, con una reforma constitucional que favorece a los partidos oficialmente registrados y limita las posibilidades de los candidatos independientes, quienes generalmente eran de los Hermanos. Igualmente continuaron las detenciones arbitrarias, los juicios militares y la destrucción de una gran parte del aparato financiero de los Hermanos. Aunque no fueron los instigadores de la rebelión de Enero de 2011, los Hermanos fueron los mas disciplinados, mas organizados y a la vez los mas eficientes en resistir los ataques del régimen que trataba de sobrevivir. Entre los ataques más importantes podemos resaltar las agresiones contra los manifestantes en la plaza del Tahrir el 2 de febrero de 2011, en la que se denominó "batalla del camello". Durante la misma, fieles al régimen anterior apoyados por jinetes montados en estos animales y en caballos intentaron disolver las protestas que se celebraban en la plaza Tahrir para pedir la renuncia de Mubarak. El 30 de abril del 2011, por primera vez en la historia luego que se haga legal los Hermanos Musulmanes por el gobierno del Consejo Militar Egipcio, los mismos fundan un partido político: Libertad y Justicia, partido que hoy en día, luego de las primeras elecciones liberes en los 5.400 años de historia egipcia[23], ganan mas de 40% de los curules en el parlamento egipcio. Pero los Hermanos Musulmanes no son los únicos islamistas que poseen un peso electoral significante en la política egipcia: El segundo en las elecciones parlamentarias fue el partido El Nur (Luz), el aparato electoral de los Salafistas en Egipto.   

Los Salafistas y El Nur    

Los Salafistas constituyen un movimiento sunnita que busca el retorno de la comunidad islámica a los orígenes del islam, fundado en las interpretaciones más antiguas y originales del Corán y la Sunna. Actualmente, el término designa un movimiento que tiene influencias sobre corrientes tanto tradicionalistas como yihadistas. Todas estas corrientes afirman constituir la continuación del islam original. Etimológicamente «salafismo» proviene del término salaf, "predecesor" o "ancestro", que designa a los compañeros del profeta Mohamed y las dos generaciones que le suceden[24]. Las crisis políticas, sociales o económicas de larga duración o impacto suelen inducir a que los teólogos preconizarán un retorno al islam de los Salaf, empezando con intelectuales como Ibn Hanbal (Siglo 8) y Ibn Taymiyya (Siglo 13). Este ultimo, junto a Ibn Kathîr, ambos teólogos conocidos por sus interpretaciones estrictas del Corán y el Sunna, son las principales autoridades morales e intelectuales de los movimientos salafistas actuales, a la vez del saudita Abdul Wahab (Siglo 18), quien se le atribuye la tendencia “Wahabista” del Islam que forma la dogma religiosa y política esencial de la familia Al Saud en Arabia Saudita.
Políticamente, el Salafismo posee una posición un poco ambigua. El Salafismo insiste en una inactividad política profundamente anti-revolucionaria, conservadora y sumisa: los musulmanes no deben rebelarse contra sus líderes bajo cualquier circunstancia, y las masas no poseen el derecho de participar en la vida pública o las decisiones de estado. No obstante, los mismos textos señalan que cuando el líder deja de “ser” musulmán, la población puede resistir al mismo hasta por medios violentos. El punto en el cual el líder deja de “ser” musulmán es, a la vez, difícil de definir o establecer, dejando la puerta abierta para múltiples interpretaciones. Estas interpretaciones, a la vez, son las que generan las varias tendencias dentro del Salafismo, como los salafistas que predican la inacción política bajo todas las circunstancias, o los grupos salafistas que se oponen violentamente a los lideres seculares de sus países, como El Yihad Islámico y Al Gamaa Al Islameya, ambos egipcios.    
El Salafismo empieza en Egipto de manera organizada en los 1930 con la formación de un grupo netamente religioso (hasta el 2011) llamado “Ansar al-Sunna” (Ayudantes de la Vía del Profeta). Pero la influencia mas marcada sobre los salafistas egipcios proviene de Arabia Saudita, a raíz de la exportación de las creencias “Wahabistas” a todo el Mundo Islámico que promueve los teólogos sauditas con apoyo financiero casi ilimitado del “boom” petrolero que administra la familia Al Saud. Hasta el 2010, los salafistas nunca gozaron de organizaciones centralizadas e instituciones jerárquicas con bases sociales amplias como la de los Hermanos Musulmanes. Aunque los salafistas se organizaron en un grupo semejante a los Hermanos Musulmanes llamado “Al-Da‘wa Al-Salafiyya” (El Mensaje salafista), creado en la década de 1980 en Alejandría (bastión de los Hermanos y los salafistas), dicha organización nunca creó las estructuras sociales y las organizaciones políticas típicas de los Hermanos Musulmanes. Su popularidad se establece mediante los sermones de los teólogos salafistas en el país, sin el apoyo de redes organizadas y con poco énfasis en elementos sociopolíticos como la “justicia social” o los trabajos de caridad y ayuda social típicos de los Hermanos (hasta recientemente, en cuando cambia el discurso para incluir a estos últimos elementos).
Es fácil ver el porque los Salafistas tenían una presencia menos complicada que la de los Hermanos en relación al régimen de Mubarak: en el 2010, uno de los lideres salafistas, estrictamente apegado a la concepción acrítica de los mismos, condenó a Mohamad El Baradei (ex Director General de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y actual candidato presidencial para las elecciones de junio del 2012) por criticar al gobierno de Mubarak, y el mismo “autorizó” al gobierno egipcio a arrestar o asesinar a El Baradei si no se disculpaba. El régimen de Mubarak no solo toleraba a los salafistas por su postura apolítica y la estricta adherencia al concepto de obediencia incondicional al líder, sino como contrapeso a los Hermanos Musulmanes, quienes si estaban dispuestos a criticar y oponerse abiertamente al régimen. El gobierno de Mubarak solo atacaba a los salafistas de inclinaciones yihadistas (una minoría) como el Yihad Islámico y Al Gamaa Islameya.[25]
Irónicamente, los salafistas fueron quienes mas apoyaron al régimen de Mubarak en sus últimas horas. Varios líderes salafistas en Egipto (Muhammad Hassan y Mustafa Al-‘Adawi) y hasta en Arabia Saudita condenaron las protestas en la plaza del Tahrir, considerando que la rebelión contra un líder musulmán es un acto anti-islámico. En la ciudad de Damanhour los salafistas pintaron en las paredes la consigna “No te rebeles contra tus lideres”. Pero con la victoria de la Revolución Egipcia, las posturas de los salafistas cambiaron radicalmente: en junio del 2011 Al-Da‘wa Al-Salafiyya anuncia la constitución del Partido El Nur (la Luz), como plataforma electoral de los salafistas para las elecciones legislativas de noviembre 2011 – enero 2012. Quedó suspendido por completo el carácter apolítico de los salafistas, los mismos se lanzan a la política nacional con varios partidos, pero concentran sus esfuerzos en el partido señalado.
Los salafistas justifican su nueva postura política invocando el principio del “interés público” en la sharia islámica, en donde consideran que el estado islamista es la condición ideal, pero en su ausencia es importante participar en el sistema secular para prevenir el regreso de gobiernos corruptos y despóticos. Otro argumento fue la convicción de que el islam debe estar involucrado en todos los aspectos de la vida, incluyendo la política, por lo cual todas las fuerzas islamistas deben participar en las actividades electorales (en contradicción total con sus postulados durante el periodo de Mubarak). En el tema mas controversial para las potencias occidentales, el tratado de paz con los sionistas, los salafistas del partido El Nur consideran que se debe mantener los tratados internacionales, en contraste con la postura de los Hermanos Musulmanes, quienes identifican en su programa de gobierno al Estado colonial en la Palestina como la “entidad sionista” y no desean tener relaciones diplomáticas con los sionistas. 
Los salafistas obtuvieron una proporción considerable del voto, por encima de todos los partidos seculares, y solo fueron superados por los Hermanos Musulmanes. El partido El Nur ha adquirido en pocos meses de existencia una popularidad que solo se puede explicar por tres factores:
·       El discurso islamista – con énfasis en la justicia social y la lucha contra la pobreza y una postura más moral que la del régimen de Mubarak
·       La maquinaria electoral del partido, que ha sido la mas agresiva y energética en Egipto, incluso mas que la propia de los Hermanos Musulmanes
·       La ayuda financiera de los países del Golfo – particularmente Arabia Saudita: Ansar el Sunna recibió en el 2011 más de $50 millones de fundaciones religiosas en Qatar y el Kuwait.  
Antes de finalizar estas ultimas secciones sobre los Hermanos y los Salafistas, cabe destacar que ambos, pero particularmente los Hermanos Musulmanes, fueron utilizados por la mayoría de los gobiernos como elementos de contrapeso en la política local, nacional y regional: los británicos apoyaron inicialmente a los Hermanos por su carácter apolítico (en sus inicios),y luego como un contrapeso a los nacionalistas quienes eran mas peligrosos para los británicos; Nasser se apoyó de los Hermanos al inicio de su revolución; Sadat utilizó a los mismos para contrarrestar el poder de los socialistas y comunistas en Egipto, y Mubarak utilizó a los Salafistas en contra de los Hermanos. Igualmente, los sionistas utilizaron a Hamas para contrarrestar a la Organización para la Liberación de la Palestina, de la misma manera que Saddam Hussein utilizó al partido islamista de Irak en contra de los chiitas de ese país. El uso de los islamistas por parte de los imperialistas, sionistas o los gobiernos autocráticos del Medio Oriente nunca se dio en un contexto de cooperación genuina o compatibilidad política o ideológica, sino simplemente pragmatismo oportunista, y en casi todas las instancias, el uso se revierte a hostilidad abierta, como los Hermanos y el gobierno egipcio, o los sionistas y Hamas.  

Del Kemalismo al Islamismo

Una realidad histórica que pocos pueden refutar es el inmenso cambio de actitudes y percepciones generales que se manifestó en las sociedades musulmanas a lo largo del Siglo XX. En la década de 1930, la mayoría de los intelectuales y políticos musulmanes (y que obviamente no eran “islamistas”), argumentaban que el “islam” fue el “estorbo” principal que permitió al mundo occidental superar al Mundo Islámico en términos de desarrollo político, económico, social y hasta cultural[26]. Hoy en día, y desde la década de 1970, los únicos que pueden seguir reafirmando esta concepción de manera pública y notoria son ciertos intelectuales alejados de sus bases sociales o políticos con cargos que no dependen del sufragio popular (gobiernos dictatoriales)[27]. Las razones que aluden al auge del islamismo son varias, pero podemos señalar las más importantes. En primer lugar podemos destacar el fracaso de las elites pos-coloniales, generalmente nacionalistas seculares. El fracaso de los gobiernos “liberales” o el socialismo de los países del Sur (tercer mundo en el vocabulario occidental) en crear sociedades prosperas, estables y con desarrollos sostenibles, ha generado no solo un rechazo en las sociedades islámicas, asunto que a su vez ha deslegitimado la fuerzas seculares en la región, pero que igualmente ha creado sino un vacío de poder intelectual y moral
Las fuerzas seculares del Mundo Árabe, principalmente representadas por la revolución egipcia de 1952, la revolución de Argelia de 1962, el partido Baath en Irak y Siria, todos poseen su herencia ideológica en el proceso transformativo que implementó Mustafa Kemal Ataturk, desde 1922 y hasta 1938, basado en su visión de las “Seis Flechas”, conocida igualmente como el Kemalismo. El Kemalismo buscaba la creación de un Estado-nación moderno, democrático (aunque esa democracia nunca fue realmente aplicada en los países islámicos) y secular; guiado por el progreso educativo y científico basado en los principios del Positivismo, Racionalismo y la Ilustración, importando la totalidad de estos principios del continente europeo. De esta manera, la ideología turca implementó una separación completa entre la religión islámica y todos los asuntos públicos, iniciando con la abolición del califato otomano y la creación de la República Turca. El desmantelamiento del imperio Otomano (por los europeos y por el propio Ataturk), junto al legado nefasto del imperialismo europeo,  produjo un Mundo Islámico (y a la vez un Mundo Árabe) fragmentado en varios estados-naciones, controlados por elites seculares, nacionalistas y poscolonialistas (Kemalistas).
El Kemalismo, como discurso político/ideológico, insistió en dos conceptos fundamentales: establecer la única forma de comunidad política que puede existir: el Estado-Nación (asunto que desarticula el panislamismo mediante la abolición del califato[28]); y la necesidad de desactivar el Islam como discurso político mediante la exclusión del mismo de toda función o actividad pública, hasta de estimular una sociedad irreligiosa y de poca adherencia a la fe islámica. El Nasserismo, la revolución argelina y las ideologías del Partido Baath, todas siguieron los conceptos generales de la visión de Ataturk, solo que añadieron la visión panarabista que obviamente no existía en la visión turca. Para la década de los 1970, ya era evidente el desgaste del discurso Kemalista, particularmente a raíz del abandono de las políticas de bienestar social típicas del socialismo árabe (Socialismo Árabe de Nasser, El Frente de Liberación Nacional y el Consejo Revolucionario de Argelia, el proyecto político de Al Ghadafi que aplicaba ciertos criterios socialistas, y los Partidos Baath en Siria e Irak) con la transformación neoliberal que fue aplicada en la mayoría de los países árabes en las décadas de 1980 y 1990.
Podemos discernir, de la propia historia del Medio Oriente, que la fuente principal de deslegitimación del discurso Kemalista en el Mundo Árabe fue las grandes discrepancias entre el contenido nacionalista, antimperialista, y de bienestar social del mismo, y las realidades de pobreza, dependencia económica y complacencia imperial de los lideres árabes. El fracaso y la deslegitimación del discurso dominante, naturalmente, creó un vacío en el Mundo Árabe que los líderes seculares de la región trataron de llenar con un discurso igualmente occidental, específicamente la reintroducción de liberalismo europeo en su segunda encarnación, popularmente denominado como neoliberalismo. Pero en virtud de que las reformas estructurales neoliberales no proporcionaron a las poblaciones árabes la prosperidad y la democracia prometidas, sino desigualdad, miseria y gobiernos aún más despóticos y antidemocráticos que los de corte socialista, el discurso neoliberal fracasó aun mas que el socialista en  llenar el vacío intelectual y moral que creó el desgaste del Kemalismo.
Para poder comprender mejor el debilitamiento del discurso dominante en el Medio Oriente, podemos hacer una comparación mas allegada al Mundo Occidental: El Kemalismo sufre de lo mismo que la izquierda sufrió luego de la caída del Muro de Berlín y la Unión Soviética: aunque existen tendencias socialistas fuera de la influencia del poder soviético, toda la izquierda sufrió de la desacreditación del “socialismo real” o el socialismo soviético. Semejantemente, el Kemalismo, aunque pueda representar democracia y justicia social, igualmente sufre la desacreditación producto del despotismo de los gobiernos del Medio Oriente. La alternativa fue, y sigue siendo hasta el momento, el islamismo.
Otra elemento que explica el auge del islamismo en los países árabes es la ausencia de la participación popular en los gobiernos seculares (sean los mismos socialistas o liberales). Al asumir todos los espacios de la sociedad civil, al impedir la posibilidad de generar discursos populares en el ámbito no oficial, el único espacio que quedó para generar discursos alternativos fue la mezquita, lo que re-politizó la misma después de su despolitización en manos del Kemalismo. La socióloga estadounidensa Theda Skocpol[29] hace énfasis en el rol de las instituciones y las redes de los Ulema chiitas[30] en desafiar el control y la censura del Sha de Irán y su contribución en el éxito de la revolución islámica en ese país. Con la mezquita como uno de los pocos espacios públicos para la protesta, el vocabulario religioso adquiere una dimensión política, y a la vez los discursos de protesta se reproducen con símbolos religiosos.
Finalmente, la erosión cultural y el desplazamiento forzoso de los valores tradicionales creado por el Kemalismo y su importación de discursos y valores occidentales. Aunque la erosión cultural existe en todos los países árabes, es más notable en los países colonizados por Francia, particularmente a raíz de su “Mission Civilisatrice”.[31] La elite intelectual pos colonial en el “Magreb Árabe[32], la misma “intelligentsia” revolucionaria y nacionalista, a pesar de su nacionalismo, nunca pudo desarticularse de su herencia francófona. Para resaltar la fuerza de este colonialismo tan particular, podemos señalar la primera visita del líder argelino Ahmad Ben Bella a Egipto, auspiciada por su promotor antimperialista Gamal Abdel Nasser en 1954, en la cual no pudo dirigirse al pueblo egipcio al no poder hablar árabe, su único idioma era el francés. Más tarde, el propósito inicial de la creación del Frente Islámica de Salvación en Argelia (1989), era para impulsar una campaña de arabización en la educación nacional, dominada por el idioma francés.[33] En países como el Líbano y Siria, el efecto de la “occidentalización” de la cultura árabe ha contribuido a las dificultades de generar una identidad nacional coherente y completa, aunque se debe destacar que países que estuvieron bajo el colonialismo ingles como Egipto e Irak, igualmente sufren de distorsiones en la configuración de una identidad nacional.
Naturalmente, al percibir un peligro de desculturalización, las sociedades humanas (y no solamente las musulmanas), responden con una reafirmación de sus valores tradicionales, particularmente los que mas distinguen las mismas de los nuevos valores importados. Una vez más, los valores tradicionales más coherentes[34], y los grupos sociales que pueden “restaurar” dichos valores, es el islam y los islamistas, respectivamente. Los graves problemas de identidad nacional que se pueden ver en todos los países árabes, pero particularmente en el Maghreb Árabe, crean a su vez la necesidad de crear nuevas alternativas para la reconstrucción de la identidad nacional, y con el fracaso del Kemalismo en articular una identidad nacional libre del colonialismo intelectual, académico y lingüístico, el Islam – una vez mas – llena el vacío que los discursos seculares y el colonialismo nunca pudo llenar. 







Gramsci y la Contra-Hegemonía Islamista

Cuando hablamos del islam político, no solo debemos hacer énfasis en lo que queremos decir con la palabra “islam”, sino igualmente definir lo “político”, y en función de lo mismo, podemos indagar sobre la evolución temporal del islamismo. Si vemos lo político como cualquier proyecto que busca capturar el estado mediante un acto fundacional – una revolución, en este sentido – pues el islamismo político es una instancia muy limitada y en estreno en el Medio Oriente, pero si conceptualizamos lo político como “reforma intelectual y moral”, como lo concibe Gramsci, en donde la hegemonía en la sociedad civil (fuera de las estructuras “formales” del Estado) se construye como prerrequisito para luego tomar el Estado, pues el islamismo político ya posee una presencia significativa en las políticas del Medio Oriente desde la década de los 1970, aunque inició su organización política en 1928.  
Si deseamos indagar mas en el porque los islamistas – quienes se dedicaron al trabajo político en vez de la lucha armada - hoy en día controlan el mapa electoral en varios países del Medio Oriente, podemos acudir a las teorías del camarada Antonio Gramsci, líder del Partido Comunista italiano y víctima de la tortura y la persecución del estado en su tiempo. El teórico sardo se alejó de las concepciones “mecánicas”, economistas, y reduccionistas  que asumen que el proceso de transformación social se reduce a obtener el control del aparato estatal para aplicar cambios en la esfera de las relaciones económicas. Para él, el proceso de cambio revolucionario es sobre todo un proceso de transformación en las concepciones del mundo y de la realidad social que poseen las clases subalternas, concepciones que se utilizan para generar el consentimiento de los mismos a la hegemonía de las clases dominantes. Lo revolucionario es, en primer lugar, sustituir las visiones y discursos hegemónicos de las clases dominantes por una nueva concepción emancipadora que logre liberar a las clases subalternas en mente y espíritu, en cultura y conocimiento antes de su liberación socioeconómica y material.
Gramsci afirmó, en sus Cuadernos de Cárcel, que el trabajo de convencimiento político no se puede disociar de una compleja obra de civilización, en donde se busca elevar el tono y el nivel intelectual de las masas para que participen activa y conscientemente del movimiento político. Gramsci nos advierte de la falacia de mantener una visión limitada del cambio en la cual las clases dirigentes de un partido o una organización revolucionaria son el eje del proceso, sin que esta misma sea compartida con las clases sociales que buscan ser emancipadas. La difusión de las ideas al nivel popular, la asimilación de las mismas como una nueva cultura, un nuevo sentido común (que pasa a ser un nuevo “buen sentido”), es la fundación de lo que debe ser la construcción del socialismo. La contra-hegemonía, como la concibe Gramsci, busca precisamente un cambio de cultura, de consciencia, y sobre todo un cambio moral en el propio “ethos” de la sociedad; la revolución sobre todo es una revolución filosófica, al darse la misma, todos los otros elementos se institucionalizan en la sociedad a consecuencia de esta revolución filosófica.
A la vez, Gramsci resaltó las diferencias en estrategias para el trabajo revolucionario, prefiriendo una estrategia sobre la otra. Gramsci escribió en varias instancias sobre las estrategias y dificultades de conquistar el aparato estatal y mantener dicho poder para las fuerzas revolucionarias, estrategias basadas en las experiencias de los partidos comunistas en Europa (Alemania, Francia, y su propia Italia). Gramsci argumentó que la construcción de una contra-hegemonía y la captura definitiva del estado se podían realizar-en estados occidentales en donde una sociedad civil desarrollada es el sitio de legitimación del orden social dominante-mediante una “guerra de posiciones”, y no una guerra de movimiento:
En Oriente el estado era todo, la sociedad civil era primitiva y gelatinosa; en Occidente, entre estado y sociedad civil existía una justa relación y bajo el temblor del estado se evidenciaba una robusta estructura de la sociedad civil. El estado sólo era una trinchera avanzada, detrás de la cual existía una robusta cadena de fortalezas y casamatas; en mayor o menor medida de un estado a otro, se entiende, pero esto precisamente exigía un reconocimiento de carácter nacional.
Esta estrategia depende de la evaluación que busca como medir las fuerzas y debilidades del vínculo orgánico entre la base y la superestructura, buscando oportunidades para conseguir aliados, desimanar ideología y gradualmente construir un bloque alternativo de apoyo. Originalmente un término castrense, la guerra de posición indica un ataque intelectual y prolongado a las defensas externas del orden establecido. Gramsci veía la sociedad civil de la hegemonía como un sistema de trincheras que protegían intelectual y moralmente al estado. Una guerra de movimiento, al contrario, es un ataque frontal contra el estado propio (es decir, una revolución armada o una guerra de guerrillas), y solo puede ser exitosa cuando las trincheras de la sociedad civil no están orgánicamente vinculadas a la hegemonía y a los dirigentes de la misma en el aparato estatal. La guerra de posiciones es semejante a un bloqueo, o asediar al enemigo. Es un esfuerzo concentrado, difícil y prolongado que en realidad alude a  la formación de una contra-hegemonía en la sociedad civil como prerrequisito a la propia conquista del estado. Gramsci considera que en una sociedad civil desarrollada, la guerra de movimiento no se debe realizar antes de establecer una contra-hegemonía en esa misma sociedad civil:   
La misma reducción debe ser realizada en el arte y la ciencia política, al menos en lo que respecta a los estados más avanzados, donde la "sociedad civil" se ha convertido en una estructura muy compleja y resistente a las "irrupciones" catastróficas del elemento económico inmediato (crisis, depresiones, etc.): las superestructuras de la sociedad civil son como el sistema de trincheras en la guerra moderna…Se trata, por consiguiente, de estudiar con "profundidad" cuáles son los elementos de la sociedad civil que corresponden a los sistemas de defensa en la guerra de posición.
Para Gramsci, el cambio revolucionario sólo puede darse si se lucha por la hegemonía social y cultural. Gramsci consideraba que el fracaso de los partidos comunistas en Alemania, Italia y otros países se debió a la estrategia de lucha armada seguida para capturar el Estado, justo cuando la gran mayoría de la sociedad no apoyaba el discurso comunista. Esto igualmente fue el caso de varios países latinoamericanos, como la propia Venezuela, en la cual la insurrección marxista de la década de los 1960 fracasó por varias razones, pero principalmente por adoptar estrictamente una guerra de movimiento (sin crear una contra-hegemonía) contra una hegemonía (el Puntofijismo) que poseía su fuerza entre las FFAA (coerción) y la propia sociedad civil (consentimiento). Para Gramsci, solo en circunstancias muy particulares es que la fuerza sea el método exitoso a largo plazo para la consolidación de una revolución, mientras que el trabajo de fomentar un discurso, una cultura y una cosmovisión opuesta a las clases dominantes, junto a la creación de una infraestructura de organizaciones y asociaciones paralelas en la sociedad civil, es el único método de lograr la transformación revolucionaria permanente, no solo en las estructuras del estado, que son efímeras y de  importancia táctica mas que estratégica, sino en donde se debe dar el cambio si se desea longevidad y permanencia: las mentes y los corazones del pueblo. 
Es posible argumentar que los Hermanos Musulmanes, a contrario de los grupos yihadistas, se dedicaron a la guerra de posición contra el estado secular en Egipto, y el producto de la construcción de una contra-hegemonía en la sociedad civil egipcia se puede ver en las elecciones del 2011-2012, de la misma manera que se puede ver en Túnez, Turquía y Marrueco. Irónicamente, a contrario de las creencias de Marx y Gramsci sobre las religiones y su rol en la sociedad y la hegemonía, el Islam probó ser mucho mas que el “opio de las masas”. En el Medio Oriente, el discurso islamista, en sus encarnaciones pacificas y violentas, han sido la mayor causa de preocupación de las clases dominantes y los elementos que apoyan su hegemonía, como los ejércitos nacionales y seculares, los grandes dueños de los medios de producción, y las instituciones religiosas afiliadas ideológicamente a los gobiernos seculares. El islamismo amenaza el estado Kemalista, y si las condiciones se crean para que se le otorgue a las sociedades islámicas el derecho de elegir sus destinos (como es el caso con la Primavera Árabe), el islamismo fácilmente puede desplazar a sus rivales ideológicos.
Pero las mismas diferencias que Gramsci señaló entre una guerra de posición y una guerra de movimiento en la lucha revolucionaria aplican en el caso islamista: la construcción de una contra-hegemonía es más difícil y toma más tiempo, pero es la que produce los mejores resultados a largo plazo. De esta manera, mientras que organizaciones violentas – yihadistas – han causado daño estructural a la causa islamista y la emancipación de las sociedades islámicas, dándole a las potencias imperiales todo tipo de justificación para la intervención política y armada, islamistas como los Hermanos Musulmanes y El Nahda están ocupando las estructuras del estado de manera democrática y legítima, con la capacidad de causar verdadero daño estructural a los planes de dominación y control de las potencias imperiales. Es por eso que escuchamos el temor de los occidentales en relación a los partidos islamistas y el “grave peligro” para la región y el moribundo e inútil proceso de “paz” con los sionistas.
El trabajo social, la conformación de instituciones, grupos y espacios en la sociedad civil egipcia, todos fueron elementos que crearon las condiciones para la construcción y luego la difusión de un discurso anti-hegemónico, el islamismo, que desde la década de los 1970 ha desplazado el discurso hegemónico existente. Al conformar una nueva visión sobre el mundo y la realidad social que nos rodea, en lo político, lo económico, los discursos culturales y hasta en lo artístico y literario, el islamismo genera un discurso antagónico al Kemalismo, que ya se encuentra en su propia “crisis orgánica”. A la vez, el poder de los Hermanos Musulmanes no se encuentra en las células violentas o en guerrillas armadas, sino exactamente en donde construyeron por más de ocho décadas sus estructuras y sus instituciones: en la sociedad civil egipcia. La contra-hegemonía islamista de los Hermanos precisamente abarcaba todos los elementos que pudieran incorporarse a la nueva hegemonía: obreros, campesinos, profesionales, cristianos, comerciantes, etc. sin discriminar en base de clases sociales (las clases subalternas que deben crear la contra-hegemonía en la teoría gramsciana). Sin estar consciente de esto, los Hermanos Musulmanes aplicaron una gran parte de la receta gramsciana para construir alternativas contra-hegemónicas.[35]
Conclusiones
Desde que los islamistas cobraron relevancia en las escenas políticas nacionales del Medio Oriente, y luego en la escena política internacional, el Mundo Occidental, particularmente los EEUU, han percibido los mismos como un bloque monolítico, indiferenciado y completamente homogéneo, en el cual su única forma de expresión política ha sido el yihadismo, desde las posturas mas moderadas como el partido de Erdogan en Turquía y hasta Boko Haram en Nigeria, en donde las matanzas perpetradas por los “supuestos” yihadistas no poseen ni siquiera sentido o un patrón reconocible de acción. Para hacer las cosas aun mas complicadas, los EEUU insiste en una guerra contra el Islam: aunque siempre trata de resaltar que su lucha es con el “extremismo” islámico (o islamista), en realidad la relación-de acuerdo a los propios discursos de los EEUU y sus aliados-siempre queda plasmada: Violencia = Islam. La masacre de Brauch Goldstein  o el asesinato de Yitzhak Rabin nunca resultaron una identificación automática entre el judaísmo y la violencia, de la misma manera que la masacre de Srebrenica  nunca identificó el terrorismo o el extremismo como factor fundamental de los cristianos ortodoxos o católicos. Los Ku Klux Klan  en los EEUU fueron responsables por la muerte y persecución de tantos católicos en ese país, pero nunca se señala las denominaciones protestantes como intolerantes o anticatólicas.
Pero para la mayoría de los ciudadanos del mundo occidental, el Islam si se identifica como una religión “terrorista”, tomando los casos aislados de “yihadismo” como una regla general para la religión y sus 1600 millones de practicantes. Esta percepción surge de múltiples factores, muchos productos de la ignorancia, pero otros factores incluyen una distorsión intencional con el objetivo de desacreditar las legítimas aspiraciones políticas, sociales y económicas de las poblaciones musulmanas, como igualmente la manipulación de la opinión pública de ciertos países occidentales con el fin de justificar invasiones en los países del Sur, proyectos de corte imperial o medidas de seguridad interna que reducen la privacidad, los derechos y libertades de sus ciudadanos con la finalidad de implementar el Estado Policial o Militar. A raíz de la “amenaza islámica”, los Presidentes George W Bush y Barack H. Obama, pudieron imponer la Ley de Seguridad Nacional y la Ley Patriótica (2002), y la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el Año Fiscal 2012 (2012), respectivamente, leyes que prácticamente colocan a los EEUU en un estado indefinido de Ley Marcial.     
Pero ¿cual es la consecuencia de estas actitudes que se generan y se expresan en conjunción  al apoyo que recibieron o siguen recibiendo gobiernos déspotas como el de Mubarak, Ben Ali, Saleh y otros en la región? La respuesta es obvia: el radicalismo, el extremismo, la violencia y los grupos supuestamente yihadistas, como Al Qaeda, organización terrorista producida por la CIA para la lucha contra el “Imperio del Mal”.  Tomamos la secuencia histórica para poder ver el patrón general que surge: La represión de los Británicos y el gobierno monárquico en Egipto estimulo la creación del “aparato secreto” de los Hermanos Musulmanes; La represión del gobierno de Nasser en 1954 y luego en 1965 estimuló la creación de grupos como El Yihad el Islami y El Gamaa El Islameya; La represión y la suspensión de las primeras elecciones libres en Argelia por parte del gobierno de ese país justificó la creación del FIS y generó la guerra civil que duró una década y mas de 200.000 muertos; La invasión, ocupación y las múltiples masacres de la entidad sionista estimulo la creación de HezbAla, la “neutralización” de la Organización para la Liberación de la Palestina por parte de la entidad sionista engendró la militancia de Hamas…etc. ¿Y la respuesta de los EEUU y sus aliados en el Mundo Árabe? Recargar las llamas con aún más gasolina. Ahora la solución es represión y más represión, una campaña global en contra del Islam, el cierre de escuelas islámicas que supuestamente enseñan el “yihadismo” y otras medidas que no se acercan a las raíces verdaderas de los problemas que engendraron las respuestas violentas en primer lugar. 
La Primavera Árabe solo trajo a la atención internacional ciertas realidades que ya existían subyacentemente en el Medio Oriente: el espectro político islámico es mucho más diverso, heterogéneo, diverso, dinámico e hibrido, de las concepciones del Mundo Occidental. Como la izquierda o la derecha en el espectro político secular, el islamismo igualmente posee tendencias diversas que se manifiestan en las diferentes metodologías para lograr ciertos objetivos fundamentales. Los expertos de las ciencias sociales occidentales nunca identifican el fascismo con los partidos conservadores que operan dentro del marco constitucional, como tampoco asocian las guerrillas armadas con los partidos de la democracia social, pues en estos asuntos se guían por una clasificación sofisticada, compleja y detallada de las varias manifestaciones dentro de una tendencia política u otra. Esta practica de crear categorías sofisticadas y diversas para el amplio espectro político islamista raramente se aplica en el Mundo Occidental, tanto que grupos como los Hermanos Musulmanes y los movimientos islámicos que generaron partidos como Justicia y Desarrollo (Marrueco y Turquía) o El Nahda (Túnez) se encuentran en la misma categoría con organizaciones como Al Qaeda y El Yihad el Islami
Las realidades a la cual me refiero en el párrafo anterior ya eran evidentes desde antes de diciembre del 2010, y las recientes victorias democráticas de los partidos islamistas no deben causar sorpresa alguna, por lo menos para quienes toman dichas realidades en consideración al evaluar el desarrollo político de la región. Si ganar elecciones depende de la capacidad organizativa y la coherencia ideológica, pues la toma del poder por los islamistas no debe sorprender a nadie, ya que sus adversarios en el poder no poseen ni una ni la otra, particularmente luego del desgaste del discurso Kemalista y la imposición de regímenes autocráticos y despóticos en la gran mayoría de los países islámicos. A raíz de sus discursos sobre justicia social e igualitarismo, los islamistas han sido los grupos políticos mas perseguidos pero a la vez los mas activos en el Medio Oriente, con una estructura social que se moviliza efectivamente para difundir sus ideas en la sociedad en general. La base de la señalada estructura social es la red de apoyo social que ofrecen a los pobres, particularmente con atención medica, educación y otros programas de bienestar que llena el vacío que el Estado deja tras las políticas de corte neoliberal y restructuración macroeconómica que se imponen en las sociedades del Medio Oriente. La mejor evidencia de esto se encuentra en el Sur del Líbano, con la red de apoyo que ofrece Hezbola, y los programas de atención médica, laboral y educacional de los Hermanos Musulmanes en Egipto.
Finalmente, si la democracia es la aplicación de lo que las mayorías desean, pues el islamismo formará parte de las políticas del Medio Oriente por los próximos años. El investigador estadounidense Jonathan Brown, en un análisis para el Carnegie Endowment for International Peace, considera en un documento escrito en diciembre del 2011 que:
El Islam juega un papel innegable en la vida de los egipcios, y la gran mayoría de los egipcios aprueban esto. Las encuestas demuestran que 44% de las mujeres egipcias y 50% de los hombres consideran que la Sharia Islámica debe ser la única fuente de legislación. Esto puede alarmar a los observadores, pero a contrario de la reacción de los occidentales a la palabra “sharia”, la gran mayoría de los egipcios asocian el término con ideales positivos como la justicia social.[36]  
Como ya hemos señalado en este articulo, la base de apoyo social que poseen varios grupos islamistas en el Medio Oriente se debe al discurso que hace énfasis en la justicia social, el nacionalismo (o pan islamismo, y la influencia de la religión islámica propia en la sociedad en general, que demuestra una capacidad integracionista y forjadora de identidades que no posee rival en el ámbito secular. Mientras los islamistas continúen en el proceso de adquirir el poder, veremos un carácter más “islamista” en los nuevos gobiernos del Medio Oriente. A diferencia de la religión cristiana en el mundo occidental, la religión islámica no solo constituye una manera de vivir, sino igualmente forma una fuerza política y un factor de movilización que seguirá transformando la realidad social, económica, y política del Medio Oriente.  


[1]El "efecto mariposa" es un concepto que hace referencia a la noción del tiempo a las condiciones iniciales dentro del marco de la teoría del caos. La idea es que, dadas unas condiciones iniciales de un determinado sistema caótico, la más mínima variación en ellas puede provocar que el sistema evolucione en formas completamente diferentes - Wikipedia
[2]Conjunto de saber evaluar y reconocer que conforman la imagen o figura general del mundo que tiene una persona, época o cultura, a partir del cual interpreta su propia naturaleza y la de todo lo existente en el mundo - Wikipedia.
[3]Tetragrámaton: Palabra compuesta de cuatro letras
[4]Aunque es más cultural que étnico, considerando que los Egipcios y el resto de los norafricanos no son originalmente semitas, como lo son los árabes originales del sur de la península arábiga y la capital nabatea Petra, en la actual Jordania)
[5]En el mundo occidental se estila utilizar la palabra “sharia” para señalar lo que los islamistas desean aplicar en sus sociedades. La palabra Sharia simplemente significa “Ley” en Árabe, por lo cual se debe añadir la palabra “islameya”, que significa “islámica” en el idioma mismo, y de esa manera no confundirla con frases como Al Sahria Al Qopteya, o la ley copta (cristianos ortodoxos egipcios).
[6]Aquí utilizo la palabra “organización” de manera poco responsable, a raíz de que Al Qaeda no se puede considerar una organización en cualquier sentido, sino núcleos de células terroristas que poseen un liderazgo “espiritual” en común y ciertos objetivos-vagamente definidos-en común.
[7]Neologismo occidental utilizado para denominar a las ramas más violentas y radicales dentro del islam político – Wikipedia. El autor rechaza el uso de la palabra, al considerar que el “yihad” es un concepto de todos los musulmanes, y que significa la “lucha” interna y externa por la fe, mas allá del significado tradicional que le otorga el mundo occidental: Guerra Santa. 
[8]Aunque considero que las diferencias entre los dos actores están claras, la realidad es más complicada y no todos los casos caen perfectamente bajo las dos categorías señaladas. Los Hermanos Musulmanes, por ejemplo, aunque ahora se consideran islamistas, en una instancia de la historia eran yihadistas. A la vez, organizaciones yihadistas igualmente crean estructuras de bienestar social y utilizan a las mezquitas para la difusión de sus ideologías, combinado aspectos de un criterio con el otro. Es de notar que Hamas y Hezbala ambos practican el “yihadismo” en contra de los sionistas pero a la vez poseen partidos políticos que funcionan perfectamente en el ámbito democrático de sus países.
[9]La independencia de Turquía fue oficialmente reconocida con la implementación del Tratado de Lausanne firmado con anterioridad el 24 de Julio de 1923. Bretaña y sus aliados retiraron sus tropas que habían ocupado Turquía desde el final de la Primera Guerra Mundial. En respuesta a esto, se realizaron protestas en la Cámara de los Comunes en contra del Secretario de Estado de Asuntos Exteriores Lord Curzon, por reconocer la independencia de Turquía. Lord Curzon respondió, “La situación actual es que Turquía esta muerta y nunca se levantará, porque hemos destruido su fuerza moral, el Califato y el Islam.”
[10]Las relaciones entre los Hermanos y los Nazis no se constituyeron a raíz de una posible compatibilidad ideológica sino en consideración de los enemigos mutuos que amos poseían, particularmente el imperio ingles.
[11]La historia de los Hermanos Musulmanes en Siria es una de las más sangrientas de todos los capítulos de esa organización en el Medio Oriente. Inicialmente, los Hermanos de Siria siguieron los conceptos de El Banna, participando en las elecciones de 1961, en donde ganaron diez curules. En 1963, un golpe de estado trae al poder el Partido Baath Sirio. El antagonismo entre el Baath y los Hermanos Musulmanes empieza de inmediato, y culmina con la masacre de Hama en 1982.  En febrero de 1982, el ejército sirio, bajo las órdenes del presidente de Siria Hafez El Assad, llevó a cabo una política de tierra arrasada contra la ciudad de Hama, a fin de sofocar una insurrección liderada por los Hermanos Musulmanes contra el régimen de El Assad. Entre 20.000 y 25.000 personas murieron en la ciudad de Hama, la mayoría civiles, y los Hermanos Musulmanes fueron totalmente destruidos en Siria, resucitando solo en el 2001.
[12]Aunque los islamistas son anticomunistas y antisocialsitas en general, muchos de sus conceptos sociales son idénticos a los conceptos socialistas
[13]Es de notar que Qutb influyó a ambas tendencias – islamistas e yihadistas. Uno de sus discípulos fue Ayman El Zawahiri (egipcio), el actual líder supremo de Al Qaeda, y Anwar El Awlaki (Estadounidense de origen yemení), supuesto líder de Al Qaeda en el Yemen, asesinado junto a su hijo de 16 años por el ejercito estadounidense.
[14]Yahelya – la edad de la ignorancia - Se refiere al tiempo y la sociedad anterior al surgimiento del profeta Mahoma y del Islam en la Arabia del siglo VII. De acuerdo con esta visión, al inicio la humanidad era monoteísta. Sin embargo se apartó progresivamente de la adoración de un único Dios, práctica que habría sido introducida por el profeta Abraham (en árabe, Ibrahim), cayendo en el paganismo. Los árabes no fueron ajenos a este comportamiento, e hicieron lo mismo, convirtiendo la Kaaba en un lugar de adoración de ídolos. La prueba del monoteísmo original de los seres humanos serían las comunidades judaicas y cristianas que vivían en Arabia. El término yahelya no fue utilizado por Mahoma como alusión al paganismo anterior al islam (como hicieran los autores cristianos en relación a la era anterior al cristianismo) sino también como un estado del espíritu, y a una mentalidad de los árabes preislámicos que se caracterizaba por el espíritu de venganza, por la arrogancia, que el islam pretendió abolir - Wikipedia.
[15]El acto de un musulmán declarando a otro como un apóstata 
[16]Pronunciamiento legal en el Islam, emitido por un especialista en ley religiosa sobre una cuestión específica. Ibn Taymiyya decretó durante el periodo de las invasiones de los mongoles que es la obligación de todos los musulmanes luchar contra todos quienes no aplican la Ley de Dios, el Sharia el Islameya
[17]“The Age of Sacred Terror” por Daniel Benjamin y Steven Simon,
[18]El Ghazaly fue arrestada junto a Sayed Qutb en 1965 y fue condenada a 25 años de cárcel, después de sufrir varias formas de tortura durante el periodo de interrogación.
[19]Podemos notar un paralelismo entre Gramsci y El Banna: La transformación de la sociedad no puede ser el resultado "jacobino" de la acción de unos cuantos: sólo es concebible como un verdadero hecho de masas.
[20]Kepel, G. (1984) Le Prophète et le Pharaon. Aux sources des mouvements islamistes, Paris, Le Seuil.
[21]El apoyo de las Fuerzas Armadas a Mubarak se acabó en Febrero del 2011, a raíz de la Revolución del 25 de Enero. Las diferencias entre el alto mando de las Fuerzas Armadas y el Gobierno de Mubarak no se generaron a raíz de diferencias ideológicas o políticas, sino por el tema de sucesión del Presidente, quien insistía en “pasar el trono” a su hijo Gamal Mubarak, asunto que creó fricciones con el Alto Mando, quienes a su vez les preocupaba la reacción del resto de las Fuerzas Armadas a la imposición del joven Gamal como líder supremo de las mismas. La Revolución del 25 de Enero fue una oportunidad excelente para el Alto Mando Militar de salir de una potencial crisis sobre el tema de Gamal Mubarak. 
[22]Aquí debemos señalar de nuevo la diferencia entre la conciencia “islámica” y la “islamización”. La primera señala un incremento en la adherencia de varios sectores de la sociedad a la religión islámica (incrementa la practica y las manifestaciones sociales relacionadas con la fe islámica), mientras que la segunda es el proceso de aceptar o apoyar la aplicación de la Ley Islámica en la sociedad y la tendencia “islamista” que ya señalamos anteriormente.
[23]El Estado egipcio fue fundado por el Rey del Alto Egipto Naarmar (O Menes), quien unificó el país y estableció una autoridad central en el periodo entre 3400 a 3200 antes de Cristo. Nunca en la historia de ese país se han celebrado elecciones libres y verdaderamente representativas de la voluntad popular hasta el proceso electoral que inició el 28 de noviembre de 2011.
[24]Wikipedia
[25]Brown, J “Salafis and Sufis in Egypt”, Carnegie Endowment for International Peace  @  http://carnegieendowment.org/files/salafis_sufis.pdf
[26]En este sentido, podemos dar 2 ejemplos de dos figuras históricas del Medio Oriente que impulsaron esta visión: el egipcio Taha Hussien y el Turco Mostafa Kemal “Ataturk”. Ambos fuertemente seculares, Hussien advocó una separación completa entre la religión y la política en sus libros y ensayos, mientras que Ataturk exitosamente implementó el estado secular de-“islamizado” después de 1924 en la moderna republica de Turquía.
[27]Igualmente aquí podemos hacer referencia a los intelectuales francófonos de Marrueco y Argelia, como igualmente el ex ministro de la cultura del gobierno de Mubarak, Faruk Hosny.
[28]Entre los grupos mas notables que advocaban una visión panislamista en esos tiempos se encuentra el Movimiento Khalifat de 1919, basado en la India, y que buscaba proteger el Imperio Otomano después de su derrota en la Primera Guerra Mundial.
[29]Skocpol, Theda (1982) “Rentier State and Shia Islam in the Iranian Revolution”, Theory and Society, II (2) 265-283
[30]Comunidad de estudiantes legales del islam y la sharia islámica.
[31]El discurso de la “Misión Civilizadora” de los franceses ha ayudado a justificar políticas coloniales. La misma siempre ha sido útil para escribir la historia y dar nueva forma a identidades, culturas, y estructuras socio-económicas y políticas de los colonizados, de tal manera que se haga comprensible y útil para el colonizador.
[32]Maghreb Árabe: El Occidente Árabe: Mauritania, Marrueco, Argelia, Túnez y Libia
[33]Es interesante resaltar que la Frente es conocida por sus siglas FIS (Front Islamique du Salut), y el documento fundacional se llama “Projet de Programme du Front Islamique du Salut”, ambos en Francés.
[34]Naturalmente, existen otros valores tradicionales que puedan sustituir el modernismo importado, pero o no poseen una dimensión nacional (tribalismo, valores rurales), o son valores de minorías (coptos, maronitas), o son demasiado antiguos para el uso en la actualidad (identidad faraónica, babilónica o Fenicia (Líbano))
[35]Simms, R. (2002) “El Islam es Nuestra Política: Un Análisis Gramsciano de los Hermanos Musulmanes”, Social Compass (2002) Volume: 49, Issue: 4, Pages: 563-582
[36]Brown, J “Salafis and Sufis in Egypt”, Carnegie Endowment for International Peace  @  http://carnegieendowment.org/files/salafis_sufis.pdf