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12 diciembre, 2025

Hormigas africanas socorren y curan a sus heridos en combate

 Por Orlando Arciniegas *

De un tiempo para acá, los estudios sobre comportamiento animal se han vuelto moneda corriente. Hasta el punto de haberse instituido en prestigiosas universidades, donde compiten con antiguas y muy notables disciplinas. Una de ellas es la Universidad de Wurzburgo, en Baviera, Alemania, que cuenta con un Departamento de Ecología Animal y Biología Tropical, que cuenta como líder de su grupo de investigación al Dr. Erik T. Frank, cada vez más mencionado, por ejemplo, en el estudio de los *insectos eusociales*, que, como las hormigas, tienen el más alto nivel de organización social en el reino animal. 

Los estudios, hasta ahora, muestran que, al igual que en los seres humanos, el cuidado de los heridos desempeña un papel importante entre los animales. Muchos mamíferos lamen sus heridas. Ciertos primates utilizan plantas sépticas y algunas hormigas incluso producen sus propias sustancias antimicrobianas para los casos de infecciones. Es el caso del ácido fórmico, una sustancia de la que se valen estos insectos para controlar las plagas. Sorprendente. Pero hay mucho más.

Las hormigas Matabele africanas ─ _Megaponera analis_― es la única especie orientada a la depredación de termitas. Estas, mientras están en combate, lo cual es una acción, que, por observación puede calificarse de organizada, atienden a sus compañeros heridos o lesionados con bastante éxito. Sin esa asistencia, los observadores estiman que el 80% de ellos moriría, mientras que, de los que reciben tratamiento “médico”, solo el 10% sucumbe a las lesiones. Los científicos que han estudiado el comportamiento de las hormigas Matabele africanas, en Costa de Marfil, aseguran que un grupo de estos insectos actúa en los momentos de crisis como verdaderos ‘paramédicos’, aislando o cargando los heridos en combate, para luego, en ejercicio curativo, lamer como gatos sus heridas, con el éxito terapéutico que antes se señaló.

El grupo investigador del caso, como se dijo, corresponde al ‘Julius-Maximilians-Universität Würzburg’ (JMU), de Baviera, Alemania, conformado por los biólogos Erik T. Frank, Marten Wehrhan y Karl Eduard Linsenmair, que sostienen, no sin asombro, que, esta forma singular de proceder debe ser “única en todo el reino animal”. Explican que las hormigas Matabele corren cada día un alto riesgo de lesionarse pues suelen atacar a las termitas de dos a cuatro veces al día. Las que comen a placer. Para lo que hacen en largas filas de 200 a 600 hormigas que penetran en los sitios de alimentación de las termitas, matando a muchas de ellas que luego arrastran hasta el hormiguero, donde finalmente ocurre el gran festín. Las termitas o termes, por su parte, responden con feroz resistencia, para ello cuentan con soldados de poderosas mandíbulas, que les causan a las hormigas lesiones y muertes.  

Según los investigadores, las hormigas en sus ataques reciben heridas y con frecuencia pierden sus patas a causa de las mordidas de las termitas soldados. Cuando esto ocurre, la hormiga lastimada excreta una sustancia química ─una feromona de socorro─, que funciona como un llamado al grupo ‘paramédico’ para que proceda con la celeridad del caso a ayudarla en su traslado al nido. Una vez allí, se tratan las heridas abiertas, lo que se cumple “lamiéndolas intensamente”, a menudo durante varios minutos. “Suponemos, dicen los investigadores, que lo hacen para limpiar las heridas y aplicar sustancias antimicrobianas para aminorar el riesgo de infección bacteriana o fúngica”. Y esto bien parece que es de lo que se trata.  

Pero hay algo si se quiere más sorprendente: Las hormigas heridas de gravedad prefieren quedarse en el campo de batalla. En contraste con las de heridas leves, las cuales incluso procuran facilitar su transportación, las gravemente heridas luchan y espantan al grupo paramédico impidiendo la atención. Simplemente no cooperan y se quedan a esperar dócilmente la muerte. Se asumen como desahuciadas, sin esperanza, y evitan que se pierda tiempo en ellas y que se corra el riesgo de propagar mayores infecciones al ser llevadas al nido. Como si privara en ellas la supervivencia de la colonia. 

Asombroso, ¿verdad? Así que la decisión de quién se salva y quién se queda atrás no la toma el grupo rescatador, sino las propias hormigas malheridas (las que pierden, por ejemplo, cuatro o cinco de sus seis patas). Este relato es, desde luego, una interpretación antropomórfica del caso. Pero los hechos referidos, esos sí, son el resultado de la repetida observación por parte del grupo investigador.  

La hormiga _Camponotus maculatus_, una hormiga carpintera que habita principalmente en el continente africano, por su parte, pero no de modo exclusivo, practica con propósito profiláctico la amputación de miembros de sus compañeras ‘caídas’.  Y lo llevan a cabo con una absoluta precisión como si lo hicieran con un equipo quirúrgico de última generación. *¿Por qué toman una decisión tan drástica? * “Las hormigas no pueden permitirse el lujo de esperar a que se desarrolle una infección. Una vez que esta se manifiesta, las amputaciones ya no podrían impedir que se extendiera por todo el cuerpo”, explica Juan José Lagos-Oviedo, estudiante de doctorado coautor del estudio. El éxito de esta práctica demuestra el acierto pragmático de estos animales, pues, *pues según descubrieron los investigadores, las amputaciones duplican con creces la tasa de supervivencia de las obreras heridas*.

*Historiador. Profesor titular (J) de la Universidad de Carabobo.