A principios del siglo 20, el desarrollo científico fue
limitado, con mayor presencia en el campo de la medicina, aunque sin una
estructura organizada.
Por José Obswaldo Pérez
La evolución de la producción científica en Venezuela ha
atravesado diversas etapas, marcadas por la consolidación de la investigación y
la institucionalización de la ciencia en el país. En sus inicios, el desarrollo
científico fue limitado, con mayor presencia en el campo de la medicina, aunque
sin una estructura organizada. Sin embargo, a partir de 1930, el panorama
cambió significativamente con la creación de instituciones claves y la
profesionalización del campo científico como todavía un fenómeno reciente en el
país.
En este recorrido por la historia de la ciencia venezolana, emergen figuras que desafiaron convenciones y allanaron el camino para futuras generaciones. Una de ellas es la médico Virginia Pereira Álvarez (1888-1947), la primera mujer en Venezuela que publicó un artículo científico del cual se tiene registro. Su trabajo no sólo representó un acontecimiento para la participación femenina en la ciencia, sino que también se desarrolló en un ámbito tradicionalmente dominado por hombres.
Nacida en Ciudad Bolívar en una época en la que las
oportunidades para las mujeres en el ámbito científico eran escasas, Pereira
Álvarez creció en un entorno familiar que valoraba la educación. Su padre, un
mercader oriundo de Parapara, se aseguró de que sus hijos recibieran una
formación integral, algo poco común para las mujeres del siglo XIX,
especialmente siendo la mayor de cinco hermanos. Desde temprana edad mostró
talento para las matemáticas, las ciencias y los idiomas, lo que la llevó a
perseguir su pasión por el conocimiento, desafiando las barreras impuestas por
la sociedad.
Su aporte en la medicina ha sido indiscutible en la
investigación y divulgación científica en el país, y sobre todo, para la
consolidación de instituciones de atención pública y formación educativa. Así
mismo colaboró en investigaciones clínicas, como lo evidencia su tratamiento
experimental al poeta Cruz María Salmerón, en su etapa avanzada de la
enfermedad de Hansen, con ampollas de heterogetílico para mejorar su movilidad
manual.
Con el artículo “Contribución a la Investigación
Experimental de la Leptospira Icterohemorrágica en Venezuela”, publicado en
coautoría con los doctores Rísquez González y F. Ríos, en la Gaceta Médica
de Caracas en 1939, no sólo constituyó un aporte técnico a la medicina
tropical, sino que representó un hecho simbólico en la historia de la ciencia
venezolana por varias razones: primero, abordó una enfermedad zoonótica de alta
incidencia en regiones tropicales como Venezuela, donde la leptospirosis
—causada por bacterias del género Leptospira— representaba y aún representa un
problema de salud pública. Esta enfermedad puede provocar desde síntomas leves
hasta formas graves como el síndrome febril icterohemorrágico, caracterizado
por fiebre, ictericia, hemorragias y daño hepatorrenal.
El artículo de Pereira Álvarez contribuyó a la comprensión
experimental de esta bacteria en el país, en un momento en que los estudios
clínicos y epidemiológicos sobre leptospirosis eran escasos.
Su investigación ayudó a sentar bases para el diagnóstico diferencial de
enfermedades febriles en zonas endémicas, donde la leptospirosis podía
confundirse con dengue, malaria o hepatitis.
Además, su trabajo se adelantó a los esfuerzos de vigilancia
epidemiológica que décadas más tarde se institucionalizaron en Venezuela. En
ese sentido, su artículo no sólo tuvo valor clínico, sino también fue pionero
en términos de salud pública y medicina preventiva.
Como destaca Jaime Requena (2015, 2018), esta publicación
marcó el inicio de la autoría científica femenina reconocida oficialmente en el
país, en un momento en el que la presencia de mujeres investigadoras era
prácticamente inexistente en las bases de datos de Biblios.
Aunque el reconocimiento autoral de Pereira Álvarez se sitúa
en 1939, hay que señalar que desde 1918 la investigadora (siendo aún
estudiante) ya escribía artículos para la Academia de Medicina de Venezuela,
tal como lo anuncia en un carta dirigida a la señora Howe, con motivo de su
premio por segundo año consecutivo del Latin American Fellowship que otorgaba
la universidad de féminas de Pensilvania. Sin embargo, otras voces femeninas
como la de Trina Olavarría De Courlaender ya se habían asomado tímidamente en
publicaciones médicas a inicios del siglo XX. Su contribución se refleja en
1915 cuando envió una carta al editor de la *Gaceta Médica de Caracas* para
opinar sobre el artículo Estudio Médico Psicológico de Bolívar y
Análisis Psiquiátrico de sus Ideas y Actos. Igual es el caso de María
de Lourdes Salom Aponte, quien en 1941 escribió sobre el Tratamiento
del Moquillo Canino por Omnadina en la Revista de Medicina
Veterinaria y Parasitología, y otro en 1946. Trabajos que muestran una
lenta pero progresiva incorporación de mujeres en el campo científico. Estas
presencias configuran una genealogía de la participación femenina que merece
ser rescatada y estudiada con mayor profundidad.
Finalmente, es importante reconocer que, en el campo
científico, Virginia fue una gran investigadora venezolana. No ejerció la
medicina como tal, como lo atestiguan los doctores Seymour De Witt Ludlum* y
William Drayton , ambos de Filadelfia. Su pasión siempre
fue la investigación. Uno de los grandes aportes fue el uso de mercurio en
diferentes infecciones mediante la utilización de inyecciones intramusculares,
propuesto en algunos casos, en enfermedades intestinales crónicas que parecían
incurables. Además, realizó estudios de cuarto nivel en medicina interna con el
doctor A.C. Morgan, profesor de Posgrado de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Pensilvania. Sus investigaciones con él se basaron
principalmente en enfermedades cardíacas y pulmonares. Además, de manera
regular, estuvo trabajando en la clínica ambulatoria genitourinaria de la
Universidad Médica de Jefferson, bajo la dirección del Dr. S.W. Jackson. Sus
conocimientos en este centro de salud serán muy importantes para el estudio de
enfermedades comunes de Hispanoamérica.
En 1921, después de retornar a Venezuela, trabajó en Caracas
con su esposo en un proyecto de investigación sobre el tratamiento de la lepra
con aceite Chaulmugra. Este procedimiento médico lo había estudiado para tratar
a los enfermos de esta enfermedad en el país. Sin embargo, tantas dificultades
surgieron que finalmente desistieron del estudio y regresaron a los Estados
Unidos. Durante su permanencia en la capital venezolana, Virginia y su esposo
Hussey compartieron experiencias con los doctores Aaron Benchetrit **, quien fuera director del Leprosorio de
Cabo Blanco e impulsor del proyecto; el médico colombiano Juan Francisco
Pesticott, Andrés Eloy de la Rosa, entre otros destacados especialistas sobre
leproserías.
Aunque debemos dejar en claro que hasta ahora desconocemos
toda la obra escrita de Virginia Pereira Álvarez, especialmente en inglés o en
francés que pudiera haber publicado en alguna publicación extranjera.
Bibliografía consultada
- REQUENA, JAIME (2018). *Estado de la Ciencia y Tecnología en Venezuela:
2017*. *Boletín de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y
Naturales*, Vol. LXXVIII, Nº 1-4, pp. 134-153.
- REQUENA, JAIME (2021). *Un breve recuento del auge y el ocaso de la
investigación científica en Venezuela*. *Prospectiva - Revista científica
arbitrada*, Universidad Yacambú, Vol. 2, Nº 1.
- REQUENA, JAIME (Julio–Diciembre, 2015). "Algo más de un siglo de
publicaciones científicas en Venezuela: una revisión bibliométrica”.
Conferencia. En el Boletín Antropológico de la Universidad de los Andes.
Nº 90, pp. 151-186.
- López Liliana y Ranaudo María Antonieta (2016). Mujeres en Ciencia:
Venezuela
sus historias inspiradoras. Caracas: Academia de Ciencias Físicas,
Matemáticas y Naturales.
-MARTÍNEZ VÁSQUEZ, EMMAD (2006). La educación de las mujeres en Venezuela
(1840-1912). Caracas: Universidad Central de Venezuela.
NÓBREGA, ENRIQUE (1998). La mujer y la medicina en el
proceso de modernización: discurso y prácticas de un siglo que se resistía a
morir (1870-1930).
-Pereira Álvarez, V., J. Rísquez González y F. Ríos. (1939). “Contribución a la
Investigación Experimental de la Leptospira Icterohemorrágica en
Venezuela”. Gaceta Médica de Caracas, 47 (21), 424-427.
-Pérez, José Obswaldo (2018). La mujer del escritor. En: Revista Fuego
Cotidiano.Online.
*Seymour De Witt Ludlum (1874 -1956)
fue profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de Posgrado de la
Universidad de Pensilvania; se desempeñó como Médico del Departamento de
Psiquiatría en el Hospital General de Filadelfia. Mientras su colega el doctor
Drayton había sido jefe del departamento psiquiátrico del Hospital General de
Filadelfia desde 1926, neuropsiquiatra en el Tribunal Municipal de Filadelfia
desde 1922 y profesor asociado de neuropsiquiatría en la Escuela de Posgrado de
Medicina de la Universidad de Pensilvania.
**Aaron Benchetrit (1886–1967),
médico y dirigente gremial. Nacido en Tetuán, Marruecos español,
Benchetrit pasó su infancia en Caracas y estudió medicina en París y Caracas.
Fue director médico y administrador de las Leproserías de Venezuela (1921-26).
En 1927 se trasladó a Bogotá, Colombia, donde estuvo a cargo de todos los casos
de lepra en el país desde 1927 a 1935 y dirigió muchas investigaciones
científicas sobre esta aflicción conocida también como enfermedad de Hansen.
Publicó varias obras médicas, entre ellas Disertaciones de un
estudiante de medicina (1917), La epidemia febril de Caracas (1919), Nuevas
disertaciones (1921), Disertaciones acerca de la lepra (1922) y La
pandemia del año 1918 en Venezuela (1954). También escribió sobre el
sionismo en Disertaciones acerca del sionismo. Benchetrit fue
presidente del Centro Israelita de Bogotá y fue presidente de la Federación
Sionista de Colombia, 1943-44. Durante la pandemia de gripe española en
Caracas, recomendaba tratamientos con aceite de ricino y desaconsejaba los
antipiréticos. El bibliografo investigador Arturo Álvarez d’ Armas nos recuerda
su presencia en el Estado Apure, durante el gobierno de…. quien lo contrató
para atender los casos de gripe en esta región llanera.
Texto tomado de la revista Fuego Cotidiano. En la imagen, Virginia
Pereira Álvarez a la edad de 36 años. Foto restaurada con freeplik.com