Por Carlos Torrealba R.* / Opinión
A mediados del siglo XX, Caracas fue un faro de modernidad en
América Latina. Su arquitectura vanguardista, una infraestructura en constante
expansión y un dinamismo económico sin igual, atrajeron a miles de inmigrantes,
especialmente europeos: españoles, italianos y portugueses. Edificios
emblemáticos, sistemas de transporte avanzados como el metro y una ambiciosa
planificación urbana posicionaron a la capital venezolana como una ciudad líder
e innovadora.
Hoy, Caracas resuena con el eco de aquel pasado glorioso. La falta de mantenimiento y el envejecimiento de su infraestructura y edificaciones son las cicatrices de décadas de desinversión. Calles deterioradas, servicios públicos deficientes y un sistema de transporte que, aunque operativo, no ha logrado seguir el ritmo del crecimiento poblacional o los requisitos modernos.
Desde esta perspectiva, Caracas ya no sorprende; está
rezagada, anclada en el siglo XX, muy distante del empuje de otras capitales
latinoamericanas que lideran en digitalización, movilidad sostenible, espacios
públicos innovadores y el concepto de ciudades inteligentes. Representa a una
metrópolis que extravió su impulso, esa chispa de innovación que genera
progreso y evolución, reflejando una clara inmovilidad en la planificación
urbana y en su aptitud para renovarse y competir.
Esta realidad caraqueña no es un hecho aislado, sino el
reflejo de un país que ha retrocedido. Venezuela, que por mucho tiempo fue la
cuarta economía más próspera de América Latina, junto a Brasil, México y
Argentina, hoy se encuentra en un grupo menos envidiable: el de las economías
más rezagadas, al lado de Haití, Nicaragua, Cuba, Honduras y Bolivia.
La capital de Venezuela siente el peso de esta cruda
realidad, y el futuro se presenta como un desafío monumental. Por ahora,
Caracas no tiene futuro, solo pasado. Es la sensación de estancamiento, de un
presente que mira más hacia lo que fue que hacia lo que podría ser. El camino
para recuperar el brillo de Caracas es largo y complejo, pero empieza por
reconocer esta realidad.
¿Crees que existe una oportunidad para revertir esta
situación y construir un nuevo futuro para Caracas?
*Economista. Asesor inmobiliario.