Este reconocido neurólogo ha utilizado sus redes sociales
para lanzar una advertencia sobre el consumo de ciertos tipos de carne roja,
como las salchichas o el bacon
La relación entre la dieta y la salud cerebral vuelve a estar en el
foco. Recientemente, el neurólogo estadounidense Baibing Chen, más
conocido como Dr. Bing en redes sociales, ha lanzado una advertencia clara
sobre el consumo de carne roja. Según el especialista, "un mayor
consumo de carne roja se asocia con un mayor riesgo de desarrollar
demencia". Una afirmación respaldada por recientes estudios
científicos que han analizado los hábitos alimenticios de más de 130.000
personas durante más de cuatro décadas.
"No consumo carne roja en exceso", explicó el neurólogo en uno de sus vídeos más comentados en TikTok. A través de sus redes sociales, este experto reveló algunos de los hábitos que ha adoptado para proteger su salud cognitiva a largo plazo. En concreto, se refirió a la carne roja procesada, como pueden ser, por ejemplo, las salchichas y el bacon, como productos a evitar o al menos a reducir drásticamente, debido a su impacto potencial en el deterioro cerebral.
El doctor Chen citó como referencia un estudio publicado recientemente en la
revista Neurology, que identificó un vínculo directo entre el
consumo frecuente de carne roja procesada y un mayor riesgo de padecer
demencia. Según explicó, "las personas que comen más de una cuarta parte
de la porción de carne roja procesada diariamente tienen un riesgo 13%
mayor de desarrollar demencia en comparación con los que comen
menos".
Estas conclusiones no han surgido de una investigación
cualquiera. Existen varios análisis de este tipo, como el desarrollado por un
equipo conjunto del Hospital Brigham and Women’s, la Escuela de Salud Pública
T.H. Chan de Harvard y el Instituto Broad. Para realizarlo, los expertos
utilizaron datos procedentes de dos de los mayores estudios longitudinales en
salud: el Nurses’ Health Study, centrado en mujeres, y el Health
Professionals Follow-Up Study, que analiza la salud de profesionales
sanitarios.
La muestra incluyó a 133.771 personas, con una
media de edad de 49 años al inicio del estudio, y fue seguida durante 43
años. Durante ese tiempo, más de 11.000 personas desarrollaron
demencia. El trabajo es especialmente relevante porque se trata de la
investigación más extensa hasta la fecha que analiza cómo la alimentación —y en
concreto la carne roja— puede influir en el deterioro cognitivo. Aunque se han
realizado otros estudios sobre el impacto de la dieta en enfermedades
neurodegenerativas, este se distingue por la magnitud de su muestra y su
duración.
"La moderación es clave, y comer demasiada carne
roja, especialmente las procesadas como el tocino y las salchichas, se ha
relacionado con un mayor riesgo de demencia", insistió el doctor Bing.
Además, apuntó que existen alternativas saludables que pueden ayudar a
reducir ese riesgo. "El estudio también reveló que sustituir la
carne roja procesada por alternativas como pescado, frutos secos o legumbres
puede reducir el riesgo de demencia hasta en un 19 %", subrayó el
neurólogo.
"Para proteger mi cerebro, limito mi consumo de
carne roja y también evito el exceso de azúcar y los alimentos
ultraprocesados", concluye el doctor Chen en uno de sus últimos
vídeos, en los que apuesta por una prevención activa desde la alimentación.
Los resultados de los estudios
Más allá de los efectos de la carne roja, los expertos
también advierten sobre el papel que desempeñan otros factores de riesgo. Un
estudio encargado por la revista The Lancet elevó a 14 los
elementos que podrían influir en el desarrollo de demencia, incluyendo desde la
pérdida de audición o visión hasta el colesterol LDL elevado, el tabaquismo o
el aislamiento social. Según el informe, hasta el 45 % de los casos de
demencia podrían prevenirse o retrasarse actuando sobre estos
factores, un 5 % más que lo estimado en el informe anterior de 2020.
Los investigadores también dejaron claro que los
esfuerzos para reducir el riesgo deberían concentrarse especialmente en la
mediana edad, entre los 18 y los 65 años, cuando las decisiones sobre estilo de
vida tienen un mayor impacto. Pero no solo se trata de edad: el entorno
socioeconómico también juega un papel fundamental. Las personas que viven en
contextos de bajos ingresos o con menor acceso a la educación y a una
alimentación saludable están más expuestas a estos riesgos.
Tomado de El Confidencial / España.