“Una
convocatoria tan apresurada, carente de una agenda clara y de los debidos
consensos previos, no parece ser el camino más adecuado para la construcción de
un proceso electoral que sea verdaderamente legítimo”, dicen los dirigentes de
CENTRADOS en su comunicación a Jorge Rodríguez.
A continuación:
Dr. Jorge Rodríguez,
Presidente de la Asamblea Nacional, y demás miembros de la Comisión
Especial para la Reforma Electoral:
Respetados diputados,
Nos dirigimos
a ustedes con la seriedad que exigen los tiempos que vivimos y en el marco de
la reciente convocatoria extraordinaria de la Asamblea Nacional, anunciada a
través de las redes sociales con el propósito de discutir el cronograma
electoral de este año.
En principio, celebramos que se reconozca la importancia de consultar a las organizaciones con fines políticos, un paso que consideramos positivo en un contexto tan difícil como el que atravesamos. El diálogo es la vía que hemos defendido siempre, incluso en las circunstancias más adversas. Sin embargo, es necesario subrayar algunas consideraciones fundamentales que, lejos de ser un obstáculo, entendemos como una invitación a la reflexión sobre el futuro de nuestro país e impiden nuestra asistencia a la misma.
En primer
lugar, no podemos dejar de señalar que una convocatoria tan apresurada, carente
de una agenda clara y de los debidos consensos previos, no parece ser el camino
más adecuado para la construcción de un proceso electoral que sea verdaderamente
legítimo. Sabemos que la situación política y social del país es sumamente
compleja y que las decisiones tomadas en este momento pueden tener
consecuencias irreversibles.
Nuestro país,
como bien sabemos, atraviesa una crisis profunda, y compartimos la preocupación
de instituciones tan relevantes como la Iglesia Católica y la Universidad
Central de Venezuela, quienes, tras las elecciones del 28 de julio, han
señalado una pérdida de confianza en las instituciones debido a la gestión
deficiente y, en muchos casos, irregular del Consejo Nacional Electoral. La
desconfianza en los procesos electorales es una herida abierta que no puede ser
ignorada si verdaderamente se pretende avanzar hacia una regeneración
institucional.
Por ello, más
que apresurarnos en la organización de nuevas elecciones, lo que necesitamos
con urgencia es un proceso de reflexión profunda y de reconstrucción de la
confianza. En este contexto, la convocatoria de la Asamblea Nacional debe ser
precedida por una apertura al diálogo que incluya a todos los actores políticos
y, por supuesto, a la sociedad civil en un contexto de justicia y libertad para
corregir errores y preservar la paz. La designación de un nuevo CNE,
independiente y con plenas garantías de transparencia, debe ser una prioridad.
Un nuevo CNE que recupere la credibilidad y pueda ofrecer, por fin, la
seguridad de que las próximas elecciones no estarán marcadas por dudas y vacíos
que perjudiquen aún más la estabilidad del país.
Es esencial
recordar que, más allá de los aspectos técnicos, estamos hablando de un pueblo
que abrazó el 28 de julio de 2024 el voto como única herramienta generadora de
cambios en paz. Y hoy esa voz popular parece estar sometida a una tensión
constante. La represión, las amenazas y las persecuciones contra dirigentes
políticos y ciudadanos, son lamentablemente, una realidad cotidiana. Nos consta
la grave situación que enfrenta nuestro líder, Enrique Márquez, quien fue
detenido por cuerpos de seguridad del Estado en circunstancias que consideramos
irregulares y carentes de fundamento. Márquez es un hombre de paz, comprometido con el diálogo, la defensa de
la Constitución, la soberanía y la voluntad popular; no un conspirador. No
podemos seguir permitiendo que se criminalice la disidencia; que de manera peligrosa
se vayan cerrando los caminos para el ejercicio de la política, el contraste de
las ideas; y se abra paso al discurso de la intolerancia y la violencia.
A este caso
se suma la situación del profesor Juan Barreto, quien se encuentra bajo un
asedio constante, recluido en su propia vivienda, vigilado por fuerzas
policiales. Son solo dos ejemplos de las muchas injusticias que se suceden en
el día a día de nuestra nación, alimentando un clima de miedo y desconfianza
que solo agrava la crisis que vivimos.
Por todo
esto, pedimos la liberación
inmediata de Enrique Márquez y el cese de las persecuciones, los asedios y las
amenazas que afectan a nuestros dirigentes y los de otras organizaciones
democráticas. Exigimos, además, una amnistía general para aquellos detenidos
por razones políticas. Solo de este modo, con valentía y generosidad, podremos
abrir las puertas a un verdadero diálogo nacional, donde la política, la paz y
la democracia se conviertan en los pilares de la convivencia en el marco de
nuestra Constitución.
En octubre
pasado, entregamos un proyecto de Ley Orgánica de Procesos Electorales, con la
esperanza de contribuir a una reforma electoral profunda y estructural, dejamos
clara nuestra contribución con procesos electorales previos y nuestro compromiso
con la ruta democrática para superar la crisis política bajo el liderazgo de
Enrique Márquez. Sin embargo, no recibimos respuesta alguna. Lo cual solo
refuerza la sensación de que los actores políticos y sociales no estamos siendo
escuchados, y que los esfuerzos por superar la crisis se ven constantemente
truncos por la falta de voluntad para resolver los problemas de fondo.
Reafirmamos,
pues, nuestro compromiso con el pueblo venezolano, con la Constitución y lo
establecido en su artículo 5, con las instituciones del país. Creemos
firmemente en el diálogo, en la reconciliación y en la búsqueda de acuerdos
entre nosotros los venezolanos, en beneficio del bien común. Solo así, mediante
la creación de las condiciones necesarias para un verdadero entendimiento,
podremos avanzar hacia la paz y la justicia.
Somos una organización política comprometida con las luchas del pueblo,
con la defensa de sus derechos y con la convicción de que la vía democrática y
pacífica es la única posible. Estamos dispuestos a contribuir a la construcción
de ese clima de confianza, de tolerancia y de respeto mutuo que necesita el
país para caminar hacia una política verdadera, en la que todos podamos ser
parte del proceso de reconstrucción nacional, centrado en la gente.
Atentamente,
Dirección
Nacional de Centrados en la Gente