En los campamentos improvisados de Gaza, la vida
de las mujeres está marcada por la falta de privacidad. Hacinadas con
familiares y vecinos, muchas deben usar constantemente ropa de oración para
cubrirse, incluso mientras duermen, ante la posibilidad de tener que huir en
medio de la noche por un ataque.
El acceso a productos de higiene menstrual es casi inexistente, lo que obliga a las mujeres a improvisar con telas viejas o pañales, mientras los baños son apenas agujeros rodeados de mantas compartidos por decenas de personas. Estas condiciones incrementan los riesgos de enfermedades de la piel y problemas de salud reproductiva, según organizaciones locales.
La crisis también ha llevado a decisiones desesperadas.
Algunas mujeres toman píldoras anticonceptivas para detener sus periodos, mientras
otras han experimentado interrupciones en su ciclo menstrual por el estrés y el
trauma del desplazamiento.
Las jóvenes enfrentan
matrimonios tempranos para escapar del ambiente opresivo, una realidad que
refleja la magnitud del impacto de esta guerra en sus vidas.
Con información de France 24.