Vistas de página en total

19 octubre, 2024

El presidente y la página (2/2)

Por Enrique Ochoa Antich

Entonces este cronista echa la mirada al otro extremo del tablero. Allá los tozudos mandamases del poder que, a troche y moche, quieren imponer a la fuerza su proyecto chavista autoritario y militarista a una sociedad democrática y libertaria que lo es por naturaleza y heredad histórica. Son dos países que se muestran los dientes como mastines furiosos. Uno está en el gobierno y el otro no. Estado y sociedad civil. Pero ninguno ha vencido. 

El 10E Nicolás Maduro será juramentado en Capitolio, acaso abollada su legitimidad de origen, es cierto, pero con todas las instituciones a sus pies, magistrados, fiscales, rectores, diputados, y los generales y almirantes a sus espaldas, y los jefes policiales a sus costados, y la llave de la bóveda presupuestaria en el bolsillo. En ese mismo instante, un venezolano llamado Edmundo tal vez se “juramente” en la Plaza Mayor de Madrid, rodeado de esa Corte de los Milagros que son los políticos venezolanos exiliados, morriñosos exalcaldes, reconcomiados exdiputados, y con la Ayuso, convidada especialísima, sentada a su diestra. Pero, como decimos, *ninguno habrá vencido*. 

Sombrías sospechas de fraude por aquel lado. Inanición de poder por este otro. “Empate catastrófico”, lo llaman algunos. Y esta lacerante, opresiva, pesarosa realidad venezolana, esta devastación que por eufemismo llamamos patria, alargará sus días y sus noches, dolor a dolor, muerte a muerte, reproduciéndose a sí misma _ad infinitum_. Se cuenta que Aureliano Babilonia comprendió estando en el ojo del bíblico huracán que arrasaba de la memoria de los hombres a Macondo, la ciudad de los espejismos, que _las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra_. Ojalá no sea nuestro caso.

*El gobierno*

Mediten los señores chavistas del *partido‑Estado* qué revolución es ésta que, ¡cinco lustros después!, ofrece como legado una sociedad más injusta, más pobre, más dependiente y más atrasada que la de 1998. ¿Cuál ha de ser su huella en la historia? Pero a ver, no piensen solamente en esta abstracción de *una posteridad con honor*. Consideren con maquiavélico pragmatismo sus intereses mediatos. ¿Qué gloria hay en apenas administrar esta devastación, humana y física, política, económica y social, sin poder transformarla? ¿Qué les ayuda más a prolongar su condición de fuerza política determinante en los quehaceres de la república: atrincherarse o cambiar? ¿Cómo conservan su _capacidad de hegemonía_, a decir de los comunistas italianos? ¿Llega acaso a _príncipe moderno_ (Gramsci _dixit_) este PSUV parasitario, obediente y leninista? 

Pueden, sí, consumir sus horas en la ruda faena de “no dejarse tumbar”. Cierto heroísmo hay en ello, ¿qué duda cabe? Pero, ¿a esa patética condición van a reducir su ejercicio de la cosa pública? Mirar siempre tras sus espaldas. Sospechar que un conspirador se esconde debajo de cada piedra. Reprimir, reprimir, reprimir... Curiosa revolución ésta que veinticinco años después produjo dos mil jóvenes dizque "terroristas". 

"Plan Ávila contra esa marcha oposicionista que viene a Miraflores clamando por mi renuncia al cargo". "Candelita que se prende, candelita que se apaga". "Échenles gas del bueno". "¡Metan presa a esa juez díscola y levantisca!". “Baduel a la cárcel y que se pudra allí hasta el postrero de sus días”. “Ésta es una revolución pacífica pero armada”. “¡No volverán!” “En polvo cósmico serán convertidos”. “Victoria de mierda ésta de los escuálidos”. ¡Ah!, las raíces históricas del mal.

Triste, muy triste. ¡Qué solitario debe ser el poder así! Pero pueden cambiar. Todavía están a tiempo. 

¿Es que no pueden ponerse sobre la mesa los términos de una amnistía generosa, de todos y para todos, los de allá y los de acá, insurrectos y agentes del orden, como la de 1977 en España, que produzca la inmediata libertad de todos los presos políticos (que no hayan cometido delitos graves como homicidio, claro) y, al propio tiempo, el levantamiento de todas las sanciones, colectivas e individuales, por parte de naciones emparentadas con un sector de la oposición venezolana? ¿Alguien lo ha sugerido durante las agotadoras e incontables jornadas de negociación gobierno/PUD-EEUU tenidas de Bridgetown a Oslo, de Santo Domingo a México, de Doha a Caracas? Imagínese por un instante el efecto catapultador que tendría una decisión de esta magnitud en el crecimiento económico de la nación, es decir, en la mayor abundancia de recursos fiscales y en la mejora consecuente de los servicios públicos, de los salarios y las pensiones y en general de las condiciones de vida de todos los venezolanos. ¿En serio, señores del gobierno, no los tienta la posibilidad de ser protagonistas de lo que sería una epopeya de proporciones históricas planetarias? Superar la devastación que arrastramos como un pesado fardo *desde 2007* cuando cayó en barrena TODA la producción agrícola e industrial, ¡diez años antes de las sanciones y con el petróleo a $100! Con una victoria tal, ¿no quedaría así aislada y derrotada para siempre la ultraderecha fascistoide tanto vernácula cómo mundial?  

A otro tema. El *partido-Estado*. ¿Es una decisión irreductible del PSUV y del gobierno procurar un régimen de esta naturaleza? O sea, ¿es innegociable la obscena y terca violación que se hace de los postulados de la Constitución *desde 2006 en adelante* cuando el partido de gobierno le puso por primera vez la mano a TODOS los Poderes sin excepción? ¡Atrévanse, señores del gobierno! Destierren para siempre del TSJ a los obsecuentes magistrados-Comisarios-Políticos. Resérvense el Ministerio Público, si quieren, que así se hace en muchos países democráticos (EEUU, por ejemplo) e incluso cuando AD y COPEI, pero nombren un Contralor y un Defensor del Pueblo con algún brillo personal propio y sin ataduras partidistas. El contrapeso les hace bien. Despartidicen a la Fuerza Armada, no la humillen más trocándola en Brigada de Orden del Partido. Acaben, por el amor de Dios, con esa pretensión ridícula de convertir a Chávez en otro prócer de la patria, Padrecito de los Pueblos como Stalin, Gran Timonel como Mao, Gran Héroe de la Paz como Ceauşescu. Déjense de comparaciones grotescas e impías y respeten un poco, por Dios, la memoria del Libertador. 

En fin, la lista puede ser larga. Reformas electorales. Sustento consensuado entre gobierno y oposición, derechas e izquierdas, trabajadores y empresarios, Estado y sociedad civil, de una economía social de mercado con un vigoroso Estado de bienestar. Relaciones abiertas al concierto de naciones del mundo, desde Washington a Beijing y desde Moscú a Bruselas. *Si la paz es acuerdo, de lo que se trata es de bocetear los términos de éste.* Entonces, hagámoslo. Pongámonos de acuerdo para salvar a Venezuela.

Sí. Hagamos el menester de recomponer la memoria que dejaremos a la generaciones por venir. Que los hijos de nuestros hijos digan: “Los abuelos se equivocaron, se equivocaron mucho, pero al final rectificaron e hicieron lo que había que hacer”. Sólo se requiere algo de buena voluntad. Cuenta Mateo que dijo Jesús: “Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra… Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque de ellos será el reino de los cielos… Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Tal vez a los venezolanos de hoy nos toca interiorizar estas palabras y procurar ser merecedores de ellas.