Por Enrique Ochoa Antich
Entonces este cronista echa la
mirada al otro extremo del tablero. Allá los tozudos mandamases del poder que,
a troche y moche, quieren imponer a la fuerza su proyecto chavista autoritario
y militarista a una sociedad democrática y libertaria que lo es por naturaleza
y heredad histórica. Son dos países que se muestran los dientes como mastines
furiosos. Uno está en el gobierno y el otro no. Estado y sociedad civil. Pero
ninguno ha vencido.
El 10E Nicolás Maduro será
juramentado en Capitolio, acaso abollada su legitimidad de origen, es cierto,
pero con todas las instituciones a sus pies, magistrados, fiscales, rectores,
diputados, y los generales y almirantes a sus espaldas, y los jefes policiales
a sus costados, y la llave de la bóveda presupuestaria en el bolsillo. En ese
mismo instante, un venezolano llamado Edmundo tal vez se “juramente” en la
Plaza Mayor de Madrid, rodeado de esa Corte de los Milagros que son los
políticos venezolanos exiliados, morriñosos exalcaldes, reconcomiados
exdiputados, y con la Ayuso, convidada especialísima, sentada a su diestra.
Pero, como decimos, *ninguno habrá vencido*.
Sombrías sospechas de fraude por
aquel lado. Inanición de poder por este otro. “Empate catastrófico”, lo llaman
algunos. Y esta lacerante, opresiva, pesarosa realidad venezolana, esta
devastación que por eufemismo llamamos patria, alargará sus días y sus noches,
dolor a dolor, muerte a muerte, reproduciéndose a sí misma _ad infinitum_. Se cuenta
que Aureliano Babilonia comprendió estando en el ojo del bíblico huracán que
arrasaba de la memoria de los hombres a Macondo, la ciudad de los espejismos,
que _las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda
oportunidad sobre la tierra_. Ojalá no sea nuestro caso.
*El gobierno*
Mediten los señores chavistas del
*partido‑Estado* qué revolución es ésta que, ¡cinco lustros después!, ofrece
como legado una sociedad más injusta, más pobre, más dependiente y más atrasada
que la de 1998. ¿Cuál ha de ser su huella en la historia? Pero a ver, no
piensen solamente en esta abstracción de *una posteridad con honor*. Consideren
con maquiavélico pragmatismo sus intereses mediatos. ¿Qué gloria hay en apenas
administrar esta devastación, humana y física, política, económica y social,
sin poder transformarla? ¿Qué les ayuda más a prolongar su condición de fuerza
política determinante en los quehaceres de la república: atrincherarse o
cambiar? ¿Cómo conservan su _capacidad de hegemonía_, a decir de los comunistas
italianos? ¿Llega acaso a _príncipe moderno_ (Gramsci _dixit_) este PSUV
parasitario, obediente y leninista?
Pueden, sí, consumir sus horas en
la ruda faena de “no dejarse tumbar”. Cierto heroísmo hay en ello, ¿qué duda
cabe? Pero, ¿a esa patética condición van a reducir su ejercicio de la cosa
pública? Mirar siempre tras sus espaldas. Sospechar que un conspirador se
esconde debajo de cada piedra. Reprimir, reprimir, reprimir... Curiosa
revolución ésta que veinticinco años después produjo dos mil jóvenes dizque
"terroristas".
"Plan Ávila contra esa marcha
oposicionista que viene a Miraflores clamando por mi renuncia al cargo".
"Candelita que se prende, candelita que se apaga". "Échenles gas
del bueno". "¡Metan presa a esa juez díscola y levantisca!".
“Baduel a la cárcel y que se pudra allí hasta el postrero de sus días”. “Ésta
es una revolución pacífica pero armada”. “¡No volverán!” “En polvo cósmico
serán convertidos”. “Victoria de mierda ésta de los escuálidos”. ¡Ah!, las
raíces históricas del mal.
Triste, muy triste. ¡Qué solitario
debe ser el poder así! Pero pueden cambiar. Todavía están a tiempo.
¿Es que no pueden ponerse sobre la
mesa los términos de una amnistía generosa, de todos y para todos, los de allá
y los de acá, insurrectos y agentes del orden, como la de 1977 en España, que
produzca la inmediata libertad de todos los presos políticos (que no hayan
cometido delitos graves como homicidio, claro) y, al propio tiempo, el
levantamiento de todas las sanciones, colectivas e individuales, por parte de
naciones emparentadas con un sector de la oposición venezolana? ¿Alguien lo ha
sugerido durante las agotadoras e incontables jornadas de negociación
gobierno/PUD-EEUU tenidas de Bridgetown a Oslo, de Santo Domingo a México, de Doha
a Caracas? Imagínese por un instante el efecto catapultador que tendría una
decisión de esta magnitud en el crecimiento económico de la nación, es decir,
en la mayor abundancia de recursos fiscales y en la mejora consecuente de los
servicios públicos, de los salarios y las pensiones y en general de las
condiciones de vida de todos los venezolanos. ¿En serio, señores del gobierno,
no los tienta la posibilidad de ser protagonistas de lo que sería una epopeya
de proporciones históricas planetarias? Superar la devastación que arrastramos
como un pesado fardo *desde 2007* cuando cayó en barrena TODA la producción
agrícola e industrial, ¡diez años antes de las sanciones y con el petróleo a
$100! Con una victoria tal, ¿no quedaría así aislada y derrotada para siempre
la ultraderecha fascistoide tanto vernácula cómo mundial?
A otro tema. El *partido-Estado*.
¿Es una decisión irreductible del PSUV y del gobierno procurar un régimen de
esta naturaleza? O sea, ¿es innegociable la obscena y terca violación que se hace
de los postulados de la Constitución *desde 2006 en adelante* cuando el partido
de gobierno le puso por primera vez la mano a TODOS los Poderes sin excepción?
¡Atrévanse, señores del gobierno! Destierren para siempre del TSJ a los
obsecuentes magistrados-Comisarios-Políticos. Resérvense el Ministerio Público,
si quieren, que así se hace en muchos países democráticos (EEUU, por ejemplo) e
incluso cuando AD y COPEI, pero nombren un Contralor y un Defensor del Pueblo
con algún brillo personal propio y sin ataduras partidistas. El contrapeso les
hace bien. Despartidicen a la Fuerza Armada, no la humillen más trocándola en
Brigada de Orden del Partido. Acaben, por el amor de Dios, con esa pretensión
ridícula de convertir a Chávez en otro prócer de la patria, Padrecito de los
Pueblos como Stalin, Gran Timonel como Mao, Gran Héroe de la Paz como
Ceauşescu. Déjense de comparaciones grotescas e impías y respeten un poco, por
Dios, la memoria del Libertador.
En fin, la lista puede ser larga.
Reformas electorales. Sustento consensuado entre gobierno y oposición, derechas
e izquierdas, trabajadores y empresarios, Estado y sociedad civil, de una
economía social de mercado con un vigoroso Estado de bienestar. Relaciones
abiertas al concierto de naciones del mundo, desde Washington a Beijing y desde
Moscú a Bruselas. *Si la paz es acuerdo, de lo que se trata es de bocetear los
términos de éste.* Entonces, hagámoslo. Pongámonos de acuerdo para salvar a
Venezuela.
Sí. Hagamos el menester de
recomponer la memoria que dejaremos a la generaciones por venir. Que los hijos
de nuestros hijos digan: “Los abuelos se equivocaron, se equivocaron mucho,
pero al final rectificaron e hicieron lo que había que hacer”. Sólo se requiere
algo de buena voluntad. Cuenta Mateo que dijo Jesús: “Bienaventurados los
mansos, porque ellos poseerán la tierra… Bienaventurados los que tienen hambre
y sed de justicia, porque de ellos será el reino de los cielos… Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Tal
vez a los venezolanos de hoy nos toca interiorizar estas palabras y procurar
ser merecedores de ellas.