Por Pedro Mosqueda*
Hace poco se cumplieron 100 años
del nacimiento de Truman Capote. Tuvo una infancia muy triste. Sus padres eran
alcohólicos. Su padre lo abandonó, y como expiación y sanación, él se cambió el
nombre. Un día, al encontrarse con su padre, le espetó en la cara: "Ya no
soy Parsons, ahora soy Capote."
Su madre lo llamaba mariquito, y él
se lo tomó muy en serio. En una época en que la homosexualidad era penalizada
en Estados Unidos, Truman se convirtió en un militante abierto de su condición
sexual, llegando a ser una estrella de los programas de televisión, las fiestas
de la élite de Nueva York, el cine, la literatura, y el periodismo. Era
promiscuo, de muy buen gusto, exagerado en sus gesticulaciones, con una voz
aniñada y chillona, y esa combinación de talento y osadía lo convirtió en una
celebridad.
Era amigo de Marilyn Monroe, de Jackie Onassis, y las más rutilantes personalidades de la gran manzana. Las mujeres más elegantes y ricas de la ciudad lo invitaban a sus fiestas, le contaban sus vidas, sus secretos, y lo adoraban como su confesor privado. Él las llamaba "Mis Cisnes."
Las traicionó. Era un vampiro.
Viniendo de una condición tan pobre, aprendió la técnica de los perros
callejeros, se hizo amigo de ellas, movió la cola, las lamió, comió de sus
manos, y luego las mordió. Publicó muchos de los secretos que sus amigas le
confiaron, lo que hizo que finalmente lo execraran, y lo fueran dejando solo,
presa de del alcohol, deambulando por los rincones más sórdidos de Nueva York.
Aprendió periodismo recortando
caricaturas y reportajes de la revista The New Yorker, donde finalmente terminó
trabajando, con reportajes, entrevistas, convirtiéndose en la referencia
obligada si querías estar el día con lo que vibraba en Nueva York.
Una novela de pícaros, Desayuno en
Tiffany's, se convirtió en un éxito cinematográfico, donde Audrey Hepburn se
consagró como una de las grandes actrices de la historia del cine.
Conmovido por el asesinato cometido
por dos rufianes, Richard Eugene Hikcok y Perry Edward Smith, se fue a la
prisión en Kansas donde esperaban la muerte, los entrevistó, compartió con
ellos largas jornadas, y los acompañó hasta el día en que fueron
ahorcados.
Empleando las técnicas que había
aprendido como guionista de cine, escribió A Sangre Fría, una novela de
no-ficción, que además figura como uno de los hitos de inicio del llamado Nuevo
Periodismo, junto con sus cuentos- reportajes compilados en Música Para
Camaleones. Gabriel García Márquez fue uno de los herederos de ese estilo tan
audaz y novedoso, que cautivó a los lectores en USA y el mundo entero.
La editora de Random House llegó a
decir: "A Sangre Fría y Truman Capote son un tren expreso en medio de la
noche. Uno lo único que puede hacer es sentar en el expreso Truman Capote y
emprender el viaje." Una obra maestra, una novela-reportaje
extraordinaria, que además generó muchísimo dinero.
El Truman Capote de Phillip Seymour
Hoffman, le valió un Oscar al mejor actor. Ese filme, junto con Desayuno en
Tiffany's y A Sangre Fría, se están exhibiendo en el Trasnocho Cultural con sus
respectivos cine foros. Esa es una gran oportunidad de conocer la obra y la
vida de este maestro de las letras y de la vida desbocada.
Una miniserie de Netflix,
"Feud: Capote vs. The Swans" (Feud: Capote versus los Cisnes), recoge
la vida meteórica de ascenso y caída del genial escritor. Se las recomiendo.
Hay un relato suyo que toca el
cielo, "Una Hermosa Criatura." A la muerte Constance Collier, una de
las estrellas del Actor's Studio, toda la comunidad cinematográfica y actoral
de Nueva York se reunió en el funeral. Miss Collier era maestra de las Hepburn
(Audrey y Katherine) así como de la grandiosa Vivian Leihg. Había aceptado a
una novicia a quien llamaba “mi problema especial”: Marilyn Monroe.
Marilyn llegó tarde, escondiéndose
de la prensa, con lentes oscuros y pañuelo en el pelo. Sólo quería rendirle
homenaje a su maestro, y salir de allí inmediatamente. Creo que no tenían sino
unos 80 dólares, tal vez menos. Truman y Marilyn se fueron de bar en bar, por
el sur de Manhatan, bebiendo, haciéndose confesiones mutuas, llorando riendo,
hasta llegar al puerto, al Battery Park.
Un hombre venía paseando a su
perrito, y Marilyn, encantada, se agachó a hacerle carantoñas el cachorrito. El
hombre le advirtió que no debería hacerle cariños a perros desconocidos, que la
podían morder. Pero Marilyn no tenía miedo, ella sabía que las mordidas de los
hombres son peor.
Aquel hombre se quedó viéndola, la
reconoció y le dijo:
-¿Es usted quien yo creo que es?
-Sí.
-Por favor, deme un autógrafo,
porque cuando llegue a la casa y se lo cuente a mi esposa no me va a creer.
Al morir Marilyn, Capote recordó
esa caminata, maldiciendo al puto mundo, que se había llevado a aquella mujer
extraordinaria.
¿Cómo definió Capote a Marilyn?
Era una hermosa criatura.
¿Cómo definen a Truman Capote?
Era un genio.
Nos vemos por ahí.
*Intelectual y político aragüeño.