Las autoridades locales confirmaron la detención de Paul
Watson, famoso activista ambiental en contra de la caza ilegal de ballenas, en
el puerto de Nuuk, cuando su embarcación se detuvo para reabastecerse de
combustible y continuar rumbo al océano pacífico norte, con el objetivo de
interceptar un barco ballenero japonés, según informó la fundación de Watson.
El arresto del ambientalista tuvo lugar tras una notificación internacional
emitida por la Interpol a petición de Japón, una medida señalada de estar
políticamente motivada.
Por Maximiliano Pérez Gallardo
El 'Capitán Watson' está bajo
arresto. La embarcación del ambientalista, el John Paul DeJoria, paró en el
puerto de Nuuk, donde al menos "una docena" de uniformados ingresaron
a Watson y procedieron a su eventual arresto, según detalló una publicación de
la Fundación Capitán Wilson el pasado 22 de julio, una de las múltiples
organizaciones sin fines de lucro de las que Watson es miembro.
"Un equipo SWAT y la policía
danesa abordaron el barco de inmediato, esposaron a Paul Watson y lo arrestaron
en virtud de una notificación roja emitida por Interpol a petición de
Japón", reveló Locky MacLean, capitán del barco que tripulaba Watson, en
un video publicado por la Fundación Capitán Watson, donde se narra la detención
del ambientalista canadiense.
El arresto del ambientalista se dio con motivo de una 'notificación roja" de la Interpol en contra de Watson, impulsada por Japón en 2012 después de acusar al activista de traspasar dentro de las instalaciones de un buque japonés en el océano ártico dos años antes, poniendo en riesgo la infraestructura del barco y obstaculizando sus labores.
Según Interpol, una notificación
roja no es una orden de detención internacional como tal, por lo que queda a
discreción de los países miembro "detener o no a una persona objeto de una
notificación roja", según un comunicado publicado por la agencia de
seguridad internacional tras la detención de Watson.
Además, la fundación del
ambientalista añadió que, tras ser arrestado por las autoridades en Groenlandia,
territorio autónomo, pero parte de Dinamarca por relación de mancomunidad,
Watson fue llevado ante la justicia danesa, misma que decidió aplazar la
decisión de su extradición a Japón hasta el 15 de agosto, con objetivo de otorgarle
a la Fiscalía danesa tiempo para verificar si existen suficientes bases
jurídicas para justificar la sentencia de Watson, o no.
El aclamado ambientalista y rostro
de la lucha en contra de la caza ilegal de ballenas enfrenta una pena de hasta
15 años en una prisión japonesa.
Cuando el activismo se convierte en
crimen
Con 73 años, Paul Watson es
considerado un ícono moderno del activismo ambiental, protagonizando numerosos
encontronazos con buques balleneros en alta mar, logrando frustrar muchas veces
la caza ilegal de cetáceos con una manera de protestar más confrontacional que
los ambientalistas convencionales.
Antiguamente, líder de la Sociedad
de Conservación Sea Shepherd, el activista canadiense también es cofundador de
la organización sin fines de lucro Greenpeace,
con quienes separó caminos en 1977, debido a constantes críticas y desacuerdos
internos sobre los métodos de protesta poco convencionales de Watson.
"Se llama Santuario de Ballenas
del Océano Antártico por una razón: allí no se matan ballenas (…) Queremos ser
capaces de localizarlas e interceptarlas como hemos hecho antes, y estamos más
que preparados para hacerlo de nuevo", declaró Watson para CNN el pasado
30 de mayo, cuando rechazó las actividades del buque ballenero japonés Kangei
Maru, que presuntamente estaría involucrado en planes de la industria japonesa
de caza comercial en aguas árticas.
La más reciente detención de Watson
no es la primera en su carrera como ambientalista. En 2012, el canadiense fue
detenido por las autoridades alemanas tras la emisión de una orden de captura
internacional impuesta por Costa Rica, originada tras un incidente en 2002,
cuando Watson enfrentó a un barco pesquero costarricense en las costas de Guatemala,
poniendo "en riesgo" la integridad de los nueve tripulantes, según la
versión de las autoridades locales.
Watson tuvo que pagar una fianza de
unos 250.000 euros para quedar bajo arresto domiciliario, hasta que se dio a la
fuga tiempo después de que el Gobierno alemán aprobara su extradición a Costa
Rica para ser juzgado. En 2019, la justicia costarricense desestimó el caso.
Ahora, el ambientalista y
protagonista del reality show 'Whale Wars' se enfrenta judicialmente al Estado
japonés, uno de sus más grandes antagonistas, debido a su política permisiva, y
hasta impulsora, de la caza de ballenas en alta mar. La contraposición entre el
historial de activismo de Watson y la tradición ballenista japonesa generan un
conflicto de interés, mismo que politiza las acusaciones japonesas.
"Imploramos al gobierno danés
que libere al 'Capitán Watson' y no acepte esta solicitud políticamente
motivada", sentenció MacLean.
Japón y el tabú de la caza de
ballenas
Japón, junto
con Noruega e Islandia, es parte
del minúsculo grupo de tres países que aún permiten la caza de ballenas,
alegando que la comercialización y consumo de la carne de ballena es parte de
su tradición, dieta y pilar de la seguridad alimenticia japonesa, aunque el
consumo real de esta ha decrecido desde el final de la Segunda Guerra Mundial,
cuando alcanzó su pico histórico ante la falta de otras proteínas.
También desde el fin de la Segunda
Guerra Mundial, Tokio ha intentado limpiar su nombre a nivel global,
mostrándose como una nación pacífica, desarrollada, y amigable, aunque el tema
de la caza de ballenas sigue mostrándose como una gran mancha en su proyección
internacional.
En 2018, Japón salió de la Comisión
Ballenera Internacional (CBI), organismo multilateral creado en 1986 para
regular la caza de ballenas, que habían sido llevadas al borde de la extinción
en esas fechas.
Tokio argumentó su salida del instrumento
por su fracaso en convencer a la CBI de permitir de nueva cuenta la caza
comercial de ballenas, ya que durante décadas Japón ha justificado su cacería
por presuntamente ser para "investigación científica".
En marzo, la empresa ballenera
japonesa Kyodo Senpaku presentó su nuevo buque para caza, el Kangei Maru. De
112 metros y unas 9.300 toneladas, el gigante de hierro está capacitado para ir
más allá de las aguas japonesas -único lugar donde los buques tienen permiso
para cazar comercialmente-, y aunque sus creadores descartan esa
posibilidad, activistas como el mismo Watson advierten lo contrario.
"El único propósito de un
barco como ese es que pueda viajar largas distancias hasta el océano Antártico
para cazar ballenas, (y) lo que los balleneros están haciendo ahora mismo es
realmente solo una prueba. Están probando el nuevo barco en sus aguas",
dijo Watson, para CNN, el 30 de mayo.
Fuente: France 24.