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04 agosto, 2024

Unos científicos investigan los artefactos de un alquimista medieval y encuentran un elemento que cambia la historia

Analizaron los elementos de trabajo del laboratorio de Tycho Brahe y hallaron wolframio, un elemento desconocido en su época.

Por Tim Newcomb

Hoy en día, las llamaríamos mezclas patentadas. Pero a finales del siglo XVI y principios del XVII, algunos alquimistas llamaban "secretos" a los medicamentos que preparaban en sus laboratorios. Y ahora, gracias a un estudio publicado recientemente en Heritage Science, sabemos algo más sobre los secretos de un alquimista en particular. Resulta que Tycho Brahe, conocido sobre todo por sus estudios de astronomía, tenía su propio laboratorio en el sótano para mezclar medicinas.

Ahora sabemos un poco más sobre qué tipo de elementos utilizaba.

El famoso observatorio de Brahe -situado en su castillo de Uraniborg, en la isla de Ven, en la actual Suecia- fue desmantelado tras su muerte en 1601. Sin embargo, recientemente, un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de Dinamarca y del Museo Nacional de Dinamarca ha analizado cinco fragmentos rescatados de lo que habría sido el antiguo jardín del lugar entre 1988 y 1990. Se cree que procedían del laboratorio alquímico del sótano.

Los autores examinaron secciones transversales de los fragmentos en busca de 31 oligoelementos mediante espectrometría de masas, convirtiendo las moléculas de la muestra en iones cargados. Aunque los fragmentos (cuatro de vidrio y uno de cerámica) contenían muchos de los elementos esperados -níquel, cobre, zinc, estaño, antimonio, oro, mercurio y plomo-, hubo un hallazgo que sorprendió a los expertos: el wolframio.

"El wolframio es muy misterioso", afirma en un comunicado Kaare Lund Rasmussen, experto en arqueometría de la Universidad del Sur de Dinamarca. "El wolframio ni siquiera se había descrito en aquella época, así que ¿qué debemos deducir de su presencia en un fragmento del taller de alquimia de Tycho Brahe?".

Es una pregunta que no tiene una respuesta clara. Según Rasmussen, aunque el wolframio se encuentra de forma natural en ciertos minerales y podría haber llegado así al laboratorio de Brahe, existe otra teoría plausible: Brahe tenía una sustancia secreta que le ayudaba a crear sus medicinas para la élite europea.

No clasificado como elemento hasta la década de 1780, es probable que el tungsteno apareciera por primera vez en la química alemana como 'Wolfram', y se sabía que la medicina de Brahe tenía influencia alemana. "Quizá Tycho Brahe había oído hablar de esto y, por tanto, conocía la existencia del tungsteno", especuló Rasmussen. "Pero esto no es algo que sepamos o podamos afirmar basándonos en los análisis que he realizado. Es simplemente una posible explicación teórica de por qué encontramos wolframio en las muestras."

"Lo más intrigante son los elementos encontrados en concentraciones más altas de lo esperado", dijo Rasmussen, "indicando enriquecimiento y proporcionando una visión de las sustancias utilizadas en el laboratorio alquímico de Tycho Brahe."

El negocio de la creación de medicamentos era secreto. Brahe, como otros de la época, no compartía la composición de las recetas. Brahe era conocido por su medicina contra la peste, un remedio muy complicado de crear que podía tener hasta 60 ingredientes, desde carne de serpiente y opio hasta cobre, aceites y hierbas. ¿Podría el medicamento resultante haber incluido también wolframio como parte del producto final?

"Puede parecer extraño que Tycho Brahe se dedicara tanto a la astronomía como a la alquimia, pero cuando se entiende su visión del mundo, tiene sentido", afirma en un comunicado Poul Grinder-Hansen, investigador principal y conservador del Museo Nacional de Dinamarca. "Creía que había conexiones evidentes entre los cuerpos celestes, las sustancias primitivas y los órganos del cuerpo".

Los alquimistas (incluido Brahe) utilizaban a menudo el oro y el mercurio en medicamentos, y era habitual que relacionaran los elementos de la Tierra con propiedades del espacio y el cuerpo humano. Y hay toda una lista de esas conexiones. La plata enlazaba con la Luna y el cerebro, mientras que el oro lo hacía con el Sol y el corazón. Júpiter y el hígado estaban conectados a través del estaño, Venus y el cobre por los riñones, Saturno y el bazo por el plomo, Marte y la vesícula biliar por el hierro, y Mercurio y los pulmones por (por supuesto) el mercurio. En este sentido, el oro era un ingrediente habitual de los medicamentos de la época, incluidos los que tomaba Brahe.

Sin embargo, no está claro dónde encaja el wolframio en la mezcla. Hasta ahora, sigue siendo un secreto.

Tomado de ESQUIRE. Imagen de archivo.