Por Rafael
Narbona*
Lamine Yamal, mejor jugador joven de la
Eurocopa, autor de un gol espectacular y de un pase decisivo, representa a la
única España que puedo amar: una España diversa, plural, mestiza y tolerante.
Hijo de un inmigrante marroquí y crecido en el popular barrio de Rocafonda, que Vox describió como "estercolero cultural", Lamine Yamal es una bofetada en la antipática faz de la España de los Cayetanos. Frente a la España casposa de un derecha venal, insolidaria y neofranquista, Yamal encarna el orgullo de la clase trabajadora, la frescura de una juventud que no se deja seducir por discursos de odio y la alegría de una generación que se regocija de vivir en un mundo donde el género, el color de la piel o la orientación sexual son irrelevantes.
Ojalá Yamal se convierta en uno de esos deportistas comprometidos como Craig Hodges, Tommie Smith, Muhammad Ali y John Carlos, que utilizaron el éxito para luchar contra las injusticias y los prejuicios. La verdadera gloria no se adquiere con autos deportivos, jet privados y relojes caros, sino con gestos de solidaridad y coraje.
*Intelectual y
profesor español / Texto tomado de X.
