Ciudad de
México – Tras una jornada electoral pacífica y con índices de
participación históricos, aunque con tintes desordenados, la elegida del
oficialismo para continuar con la 'Cuarta Transformación', Claudia Sheinbaum,
logró materializar su amplia ventaja en las encuestas previas a los comicios,
para así convertirse en la primera mujer que se siente en la silla presidencial
en toda la historia de México. Ahora, uno de los primeros retos de la nueva
mandataria será convencer al país de que su proyecto, aunque representa la
continuidad, no vive a la enorme sombra de Andrés Manuel López Obrador.
Por Maximiliano Pérez Gallardo
La madrugada mexicana vio a una mujer
presidenta por primera vez en su historia.
Después de
tres retrasos en el anunció de los resultados del conteo rápido propio del
Instituto Nacional Electoral (INE), el organismo electoral mexicano confirmó el
3 de junio un hecho sin precedentes: Claudia
Sheinbaum es la nueva presidenta de México.
Después de
meses de campaña y numerosas encuestas que semana por semana otorgaban una
amplia ventaja a la candidata oficialista por encima de la elegida de la
oposición, Xóchitl
Gálvez, y el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Maynez, el INE oficializó los resultados
preliminares que confirmaron la victoria de la sucesora del obradorismo.
Unas históricas elecciones con un índice de participación que oscila entre el 58% y el 60,2% del padrón electoral convocado a votar. Poco más de 50 millones de mexicanos salieron, formaron filas y emitieron sus votos en las casillas electorales de todo el país, según el anuncio televisado de la consejera del INE, Guadalupe Taddei Zavala.
Con un margen del 58,3% al 60,7, Claudia
Sheinbaum se proclamó como ganadora de la contienda electoral, dejando atrás a
Gálvez, su perseguidora más cercana con entre el 26,6% al 28,4% del voto
popular, según la tendencia compartida por el INE. Álvarez Maynez se quedó en
el fondo con apenas del 9,9% - 10,8%.
Desde su cuarto
de guerra en la Ciudad de México, Sheinbaum celebró su victoria solo minutos
después del anuncio electoral del INE, en donde agradeció al pueblo de México
por la confianza depositada en ella, otorgándole la responsabilidad
de "avanzar en esta cuarta transformación en la vida pública de
nuestro país".
"Por primera vez en 200 años de
la República, me convertiré en la primera presidenta de México", expresó
Sheinbaum desde un hotel en la capital mexicana, sola en el estrado, con una
bandera tricolor a sus espaldas y con lágrimas en los ojos.
"Presidenta, presidenta"
México
eligió este domingo por primera vez en su historia a una mujer para gobernar el
país, un suceso que representa un viraje inédito en el imaginario
político de una sociedad con profundos cimientos machistas, que nunca antes
había visto a una mujer como contendiente con posibilidades para hacerse del
cargo público más importante, la Presidencia.
La
encargada por la ciudadanía mexicana para materializar la historia es Claudia
Sheinbaum, una científica de 61 años y una de las piezas más importantes
dentro del círculo más cerrado del saliente mandatario Andrés Manuel López
Obrador, desde su periodo como jefe de Gobierno de la Ciudad de México hasta su
toma presidencial en 2018, pasando por la fundación de su partido, el
izquierdista Morena, del cual Sheinbaum también es fundadora.
Aunque el
triunfo de Sheinbaum no puede ser concebido sin el respaldo de la gran
popularidad de López Obrador (AMLO) entre el electorado mexicano, con
un 60% de aprobación popular, según una encuesta publicada por el diario
'El Financiero’ a principios de mayo, sin duda no es el único factor que llevó
a la elección de la exalcaldesa izquierdista. El fracaso político de la
oposición es un ingrediente esencial.
"Sin
duda una combinación de razones, destacando fuertemente el poderoso relato de
la Cuarta Transformación (de López Obrador), la amplia aprobación de AMLO y los
buenos resultados en política social, por un lado; y el peso negativo de los
partidos tradicionales en México, su incapacidad de hacer autocrítica y su
dificultad de articular un proyecto alternativo, con prioridad en las carencias
sociales que aún persisten", resaltó Roberto Ignacio Alonso Muñoz,
coordinador de la licenciatura de Ciencias Políticas en la Universidad
Iberoamericana Puebla, para France24.
Es en el
búnker de Sheinbaum donde retumba con más fuerza el grito "presidenta,
presidenta", aunque Gálvez se hubiese adelantado a proclamarse victoriosa
en la elección desde un hotel en una de las zonas más prestigiosas de la
capital mexicana. Dos realidades, dos proyectos de nación que
compitieron este 2 de junio por el favor electoral de la ciudadanía, aunque la
balanza se inclinó hacia la izquierda.
El relato
del triunfo oficialista no está completo sin conocer la derrota de la
oposición. La extraña coalición Fuerza y Corazón por México, compuesta por un
partido de derecha, el Partido Acción Nacional (PAN); un centrista, el Partido Revolucionario Institucional
(PRI) y uno de izquierda, el Partido de la Revolución
Democrática (PRD), no logró consolidar una campaña presidencial que pudiera
hacer evidente un proyecto político distinto al del oficialismo.
Basado en
el rechazo a los proyectos realizados durante el sexenio obradorista,
descalificaciones al electorado y una campaña de miedo sobre el futuro
democrático del país, la coalición opositora no consiguió convencer a los más
de 90 millones de mexicanos que salieron a votar.
La "Dama de Hielo"
El respaldo
político del último 'caudillo' mexicano y el rotundo fracaso estratégico del
híbrido político disidente son una mezcla presidencial ya en sí misma. Sin
embargo, a la ecuación expuesta le falta el factor que termina de culminar la
continuidad del proyecto progresista iniciado en 2018: la constancia de
Claudia Sheinbaum.
Nieta de
inmigrantes judíos e hija de científicos, Sheinbaum arrancó su activismo
político muy temprano: durante la universidad, cuando fue una de las cabezas
del movimiento estudiantil dentro de su alma mater, la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM) cuando cursaba la carrera en Física.
Atrapada en la dicotomía entre la
ciencia y la política, siempre se ubicó en el ambiente más moderado y práctico
de la izquierda estudiantil, uno de los movimientos políticos más
poderosos en la urbanidad.
Tras dos
décadas mezclando el activismo político, la investigación académica y la
crianza de sus hijos, Sheinbaum entró a la esfera obradorista en el año 2000,
cuando AMLO triunfó en las elecciones por la alcaldía de la Ciudad de México.
López Obrador encontró en la ahora nueva presidenta a una científica, con
ideología progresista, que encajaba perfectamente en el perfil que buscaba para
comandar la Secretaría de Medio Ambiente de su gabinete. Desde allí, el
camino de ambos ya no se separó.
A través de
un camino marcado por escándalos de corrupción protagonizados por su exesposo y
antiguo dirigente del PRD, Carlos Imaz, y polémicas por la asignación de
permisos irregulares para la infraestructura, Sheinbaum asesoró a López
Obrador durante los 18 años que el izquierdista tardó en consumar su carrera
presidencial, siendo siempre visible en el proceso obradorista, lo que le
valió a la científica su propio triunfo en las elecciones capitalinas del mismo
año.
Empero, la
carrera política de Sheinbaum ha sido atacada constantemente en la campaña
presidencial por el frente opositor, aunque no la señalan por nexos con el
crimen organizado, escándalos de corrupción, incapacidad política o escándalos
sensacionalistas utilizados tradicionalmente en los debates públicos para
denigrar las candidaturas contrarias. La oposición crucificó a
Sheinbaum por su supuesto carácter frío y pragmático.
En el
primer debate presidencial del pasado mes de abril, Xóchitl Gálvez afirmó que
Sheinbaum es "fría y sin corazón", señalándola como la responsable
principal de la caída de la línea 12 del metro capitalino y el colapso del
Colegio Rébsamen tras el terremoto que sacudía la ciudad en 2017, añadiendo que
la izquierdista "da miedo". Gálvez apodó
a Sheinbaum como "la dama de hielo".
Las
calificaciones de la candidata opositora alimentaron un relato popular entre
los detractores de Sheinbaum, conceptualizándola como una mujer distante, fría,
calculadora y hasta maquiavélica, misma que respondía directamente a una línea
política determinada, sin mostrar rasgos de calidez y simpatía usualmente
atribuidos a la figura femenina en la cultura mexicana. Un discurso
opositor que subrayaba la forma que, a su juicio, debería comportarse una mujer
en la vida política.
Las apariciones públicas de Sheinbaum
con un semblante neutral, sus discursos directos y sintéticos, sus respuestas
frontales en las entrevistas y su desarrollo político caracterizado por la
mesura, la negociación y el pragmatismo político generan en
unos un temor hacía una figura femenina distinta a los cánones impuestos por
una sociedad lastrada por el machismo, pero esperanza dentro de otras.
"Tener
una mujer presidenta, para mí, como mujer mexicana, es que no va a ser como
antes, cuando por el simple hecho de decir que eres mujer estás limitada a
ciertas profesiones. Ahora ya no", expresó Stephania Navarrete, ama de
casa de 34 años, que señaló su preferencia por la candidata progresista para la
agencia AP.
Los datos vs. la militancia: las
distintas caras del obradorismo
Uno de los
cuestionamientos por parte del sector electoral más crítico con el obradorismo,
pero sin estar completamente convencido por el proyecto opositor, es la
incertidumbre que representa la llegada de Claudia Sheinbaum a la Presidencia
mexicana: ¿continuará con los pasos de AMLO al pie de la letra o abrirá
un nuevo camino dentro del obradorismo?
Apenas
terminada la elección y confirmado el triunfo de Sheinbaum, es imposible
dilucidar el futuro del embrionario gobierno, aunque la expectativa de algunos expertos
es que la exalcaldesa pueda tomar una línea continuista, pero con matices a la
de su antecesor, así como lo hizo en algunos puntos de su Gobierno dentro de la
Ciudad de México.
La línea es
muy delgada. Claudia Sheinbaum enfrentará su mayor desafío a la hora de
intentar caminar su propio camino. Su base de apoyo estará dividida entre
quieres quieren ajustes en el proyecto de la Cuarta Transformación, más
moderación y entendimiento; y quienes desean encontrar en ella una calca de
AMLO, manteniendo vivo el encono y la polarización", sentenció Alonso
Muñoz.
Durante su
época a la cabeza del gobierno capitalino, Sheinbaum demostró ser capaz de
discernir, levemente quizá, las directrices enviadas por López Obrador. En la
pandemia por Covid-19, por ejemplo, Sheinbaum implementó una política de salud
opuesta a la construida desde el Palacio Nacional, haciendo obligatorio el uso
de cubrebocas en la ciudad, manteniendo los lineamientos del distanciamiento
social y adoptando desde muy temprano en la época las recomendaciones
provenientes de instituciones internacionales como la Organización Mundial de
la Salud (OMS).
Aunque eso
no impidió que la Ciudad de México registrara la mayor cantidad de muertes por
la pandemia a nivel federal, Sheinbaum mostró que puede disentir de las ideas
provenientes de la mente de López Obrador.
Sheinbaum
lideró su gobierno en la capital a través de la interpretación de los datos, la
relación con sus allegados más cercanos en el gabinete y el respaldo de
investigaciones internas. Una postura respaldada en los datos y no en la
tradición de lucha política que empuñó AMLO.
López
Obrador es insustituible. A mí me va a tocar ser presidenta en un periodo
diferente. Mi liderazgo dependerá de mi personalidad y será como el que ejercía
en el gobierno de la Ciudad de México, basado en los resultados, la entrega y la
honestidad", mencionó Sheinbaum en una entrevista con 'El País', donde
añadió que, al final, "quien va a gobernar soy yo".
¿Cuáles son los primeros retos para
Claudia Sheinbaum?
Los dados
están lanzados, Sheinbaum es la nueva presidenta de México y será la encargada
de trazar el futuro de uno de los pilares de la región latinoamericana por los
próximos seis años. Pero la presidenta científica no encuentra un panorama
fácil para sus primeros días.
El sexenio
de Andrés Manuel López Obrador termina dejando registros históricos en materia
de seguridad, siendo el período presidencial más violento de la
modernidad mexicana, marcado por una estrategia de seguridad
ampliamente cuestionada por su pasividad en la lucha contra el narcotráfico, la
militarización de la estructura policial y la inefectividad de la polémica
Guardia Nacional.
Sheinbaum
ha dejado claro que continuará con la visión impuesta por López Obrador,
atacando las causas estructurales del crimen organizado, que basa sus filas en
personas oriundas de las comunidades más vulnerables del país, y después con un
enfoque de "justicia" a través de la investigación y la efectividad
del sistema judicial.
Pero para
conseguirlo, Sheinbaum deberá tener una vocación negociadora mucho mayor
de la que tuvo su antecesor.
A pesar de
haber alcanzado una mayoría dentro del Poder Legislativo, Alfredo Coutiño,
director para América Latina en Moody’s Analytics, resalta la importancia que
tendrá el esfuerzo conciliador desde el Poder Ejecutivo para conseguir
materializar los ambiciosos proyectos de reforma que promete la izquierdista.
Uno de los
grandes desafíos del nuevo gobierno mexicano será "restablecer la unidad
nacional a través de lograr un consenso entre las diferentes fuerzas políticas
y sociales para acabar con la polarización agravada en los últimos seis
años.", manifestó Coutiño en entrevista para France 24.
En materia
económica, la exalcaldesa se enfrenta a un panorama complejo. Ante las próximas
elecciones en Estados Unidos y la inminente renegociación del TMEC
(tratado comercial de México, EE. UU. y Canadá),
Sheinbaum deberá construir un puente de comunicación continua y efectiva con
Washington y Ottawa, sus más próximos socios comerciales.
"México
enfrentaría un gran reto en materia comercial: primero, debe limar las
asperezas que existen en la relación bilateral con Estados Unidos y, segundo,
enfrentar una renegociación satisfactoria del acuerdo comercial
trilateral, de tal forma de potenciar los beneficios para México y
eliminar los posibles conflictos que pudieran derivarse de su relación
comercial con China", señaló Coutiño.
El combate
al cambio climático, la recuperación de la diplomacia mexicana, el desarrollo
social, el impulso a la igualdad de género y los derechos LGBTIQ+ también son
tareas pendientes para el nuevo gobierno mexicano, que, si se adscribe
como un proyecto de izquierda, debería tener en su agenda política.
México
tiene nueva presidenta, la primera en su historia, una científica y militante
moderada que enfrenta su mayor reto dentro de su propio movimiento, aún bajo el
cobijo y la pesada sombra de un polémico pero histórico líder social que en
diciembre se retira de la vida política nacional, según sus propias palabras.
México
tiene su primera presidenta.
Con AP y medios locales / Tomado de
France 24. Imagen: AFP / Yuri Cortez.