Por Orlando Arciniegas*
Militar y enfermera. Buena hija de
San Antonio del Táchira, nació en 1872, de la unión de José del Carmen Cárdenas
y Ramona Angulo. Perteneció a una familia de ascendencia militar, y se inició,
tempranamente, en la milicia en 1887, en compañía de sus hermanos. Tenía 15
años. Al mando de 25 hombres armados, asaltó la prisión de Rubio, dejando en
libertad a unos hermanos Merchán que eran opositores del gobierno del
presidente Antonio Guzmán Blanco. Esto le valió el ascenso a capitana y, luego,
a comandante, para entrar en combate en 1888 contra las fuerzas del gobierno
del presidente Juan Pablo Rojas Paúl. La derrota la lleva al exilio en Cúcuta
(1888-1890), donde continuó fomentando actividades conspirativas.
Participó en la invasión a Venezuela a cargo del general Díaz Bravo, un total de 130 hombres al mando de la comandante de 17 años, que buscaba tomar la plaza de Maracaibo por la vía de Encontrados y del río Catatumbo; fracasada la intentona fue tomada prisionera y llevada a Maracaibo y, de ahí, al Táchira, donde se le encarcela entre los años de 1890 y 1892.
Liberada a mediados de 1892, Flor
María Corina se une a las filas de la Revolución Legalista en marcha hacia
Caracas, donde recibe de manos del jefe legalista, el general Joaquín Crespo,
el grado de coronela de los Ejércitos de la República (24.03.1893) con el que
premian sus servicios a la causa de la revolución. Tenía 21 años. Hasta ahora
esta primera María Corina aparece como la única mujer venezolana en obtener tal
grado por méritos de guerra.
“Joaquín Crespo, General en Jefe
del Ejército Venezolano y Jefe del Poder Ejecutivo de la República, atendiendo
a los méritos y servicios de la ciudadana Flor María Corina Cárdenas, le
confiero el ascenso de Coronela de los Ejércitos de la República. Y por tanto
téngasele como tal y guárdesele los fueros y prominencias que le acuerdan las
leyes militares”.
Tras este ascenso, la valerosa
tachirense decide abandonar la carrera militar y dedicarse a sus ansiados
estudios de enfermería. Graduada en 1896, pasó a desempeñarse como partera en
la maternidad del hospital Vargas. Tenía 24 años.
A la muerte del general Joaquín
Crespo (1898), en La Mata Carmelera, comandó el pelotón militar que le rindió
honores póstumos en la capilla ardiente instalada en el Capitolio Federal. En
1906 viajó a Panamá para continuar sus estudios de enfermería. En 1908 los
culminó y se trasladó a la provincia de Panamá, donde permaneció 8 años como
instructora y auxiliar médico de la Policía Nacional. En 1916 regresó a Colón y
al año siguiente fundó en dicha ciudad la Maternidad del Hospital Santo Tomás.
Su labor en Panamá mereció los elogios del entonces presidente Manuel Amador
Guerrero (1833-1909), médico, y primer presidente constitucional de Panamá,
quien la condecoró en varias ocasiones.
En 1926 regresó a Venezuela y el
Congreso Nacional acordó pensionarla. Sin embargo, en 1936 esta le fue
suspendida por lo que tuvo que ejercer de nuevo su profesión de enfermera hasta
su muerte en 1951.
*Historiador.