Salen a la luz los 10 millones de páginas del conflicto del
Sáhara Occidental. Países árabes y europeos ayudaron al régimen magrebí en
plena guerra fría entre la URSS y Estados Unidos
CIA, la Agencia de Inteligencia
Americana, desvela en unos documentos secretos que el Polisario pudo ganar a
Marruecos la guerra del Sáhara, según consta en una serie de informaciones
desclasificadas que llevaban décadas sin ver la luz y que ahora, en pleno parón
de las negociaciones para un acuerdo de paz en la zona, se incorporan a la
actualidad informativa a raíz de nuevos permisos para acceder a su contenido.
CIA ha dado el plácet para
facilitar el acceso a más de 10 millones de páginas de las que
900.000 son documentos desclasificados que permiten conocer qué sucedió a
partir de marzo de 1979, 4 años después de la salida precipitada de España al
comprobar que 300.000 marroquíes esperaban en una pequeña y precaria localidad
en medio del desierto llamada Taj, situada a un palmo de la frontera del
paralelo 27, el que mira a Canarias a menos de 100 kilómetros.
Taj sigue hoy como un diminuto
núcleo de paso abandonado a su suerte, pero en 1975 se convirtió en uno de los
mayores éxodos del Norte de África bautizado como Marcha Verde.
Ahora, 44 años después, la
inteligencia americana pone a disposición de la ciudadanía los expedientes que
compartió con agencias y gobiernos occidentales.
La CIA revela que Marruecos estaba
perdiendo la guerra contra el Frente Polisario hasta que
países europeos y árabes intervinieron de forma táctica y logística para ayudar
a la dictadura de Hassan II.
”La anexión del Sáhara Occidental
por Marruecos en 1975 fue por la fuerza y desembocó en una guerra’‘, según
los documentos desclasificados.
La guerra del Sáhara es uno de los conflictos más peculiares que ha sufrido África.
Fue objeto de una reñida confrontación
entre el Frente Polisario y Marruecos, y sus consecuencias se extendieron
a la vecina Argelia, con la que el régimen marroquí rompió relaciones
diplomáticas y fronterizas en 1994.
También los efectos colaterales se
extendieron a Mauritania y, a día de hoy, apenas hay relaciones con Marruecos.
Y, en medio del Atlántico, Canarias, que acogió a una buena parte de los
saharauis que no huyeron a los campos argelinos de Tinduf.
En el conflicto y en la invasión
magrebí del Sáhara, fue determinante la ayuda que recibieron los marroquíes por
Estados Unidos, Francia, España y Arabia Saudí gracias a las relaciones de
Hassan II con Henry Kissinger, entonces consejero de Seguridad Nacional de
EEUU.
El documento base, titulado ‘Sáhara
Occidental, la Piedra de Molino de Marruecos’, se difundió por tramos en
2017 pero ahora recobra notoriedad a cuenta del parón bilateral entre los
intentos de negociación que ha habido desde enero de enero de 2019 entre
representantes de Marruecos, el Polisario, Argelia y Mauritania, para ordenar
las bases de un futuro acuerdo.
Entre las páginas de la CIA
figuran, por ejemplo, los efectivos en tierra, mar y aire de los países
limítrofes al Sáhara, incluida las fuerzas del Polisario. Se detallan incluso
el volumen de efectivos militares con todo lujo de detalles, además de las
unidades francesas y soviéticas desplegadas en la zona.
El conflicto duró hasta 1991, tras
el alto el fuego impuesto por Naciones Unidas con la promesa institucional de
celebrar un referéndum de autodeterminación que jamás se ha celebrado por el
boicot constante de Marruecos en las negociaciones.
El proceso de descolonización del
Sáhara Occidental es el más antiguo del mundo.
El 21 de agosto de 1975, el
Departamento de Estado norteamericano dio luz verde a un proyecto estratégico
secreto de la CIA,
financiado por Arabia Saudí, para arrebatar a España la antigua provincia del
Sáhara (un área de 270.000 kilómetros cuadrados).
La colonia española se considera
sensible desde el punto geoestratégico.
Gran Bretaña había sido la
encargada de confeccionar la due diligence (investigación) de
toda la provincia, y probó su riqueza en fosfatos, hierro, petróleo y gas.
Técnicos del Reino Unido
identificaron y sellaron los pozos de petróleo susceptibles de ser explotados
cuando pasaran varias décadas, con el fin de evitar que la guerra del Sáhara se
convirtiera en un conflicto económico ante los ojos de la comunidad
internacional.
En ese contexto, Estados Unidos no
estaba dispuesto a dejar en manos de España el futuro político y comercial
de la región que pasaría a controlar la RASD, ya que, a su vez, mantenían
estrechas relaciones con Argelia, uno de los estados más afines al régimen
comunista de la Unión Soviética.
Los atentados saharauis contra
tropas españolas se sucedían desde 1969 con resultado de decenas de heridos y
fallecidos. Ni siquiera la muerte, a manos del espionaje español, del artífice
del Polisario, Mohamed Basiri, fue suficiente para sofocar la llama de la
independencia.
En la actualidad, el presidente de
la RASD, Brahim Gali, fue junto a Basiri combatiente y cofundador del
Frente. Gali formó parte también del primer gobierno oficial de la RASD como
ministro de Exteriores y, más tarde, estuvo al frente de Defensa.
La guerra fría también pesaba como
la tapa de un bidón sobre las prioridades de Occidente para que Marruecos
asumiera El Sáhara, de ahí que el 6 de octubre de 1975, los servicios de
Inteligencia del Ejército español recomendaran a los ministros y asesores
a Franco, elaborar una estrategia sobre la colonia africana.
Franco falleció el 20 de noviembre
de 1975, pero el general agonizaba desde hacía semanas. Rabat apretó el
acelerador y el 16 de octubre de 1975, se activó la Marcha Verde anunciada
por Hasan II, a la misma vez que el Tribunal Internacional de
Justicia de la ONU denunciaba las pretensiones de apropiación de Marruecos.
Hassan II llegó a declarar en
público:”Tenemos, querido pueblo, que levantarnos como un solo hombre, con
orden y organización para dirigirnos al Sáhara y encontrarnos con nuestros
hermanos“.
El 21 de octubre de 1975 (el día
después de fallecer Franco), el príncipe Juan Carlos de Borbón se
negó a aceptar la jefatura del Estado con carácter interino.
El 31 de octubre de 1975, el príncipe
presidió un Consejo de Ministros en La Zarzuela donde se abordó como
agenda prioritaria la crisis el Sáhara.
Don Juan Carlos manifestó su
empeño por presidir el dossier del Sáhara ante el riesgo de una inminente
ocupación.
Sin embargo, no trasladó a los
ministros que ya había enviado a Washington a su hombre de confianza, Manuel
Prado y Colón de Carvajal, con el fin de obtener la cobertura de Kissinger.
Los asesores militares y políticos
del futuro Rey de España entendieron que una guerra colonial con Marruecos en
aquellos momentos podría precipitar los acontecimientos al estilo de lo
acaecido en Portugal (Revolución de los Claveles) y arriesgar así el porvenir
de la corona.
El Secretario de Estado
norteamericano aceptó la mediación solicitada por el nuevo jefe del Estado
español, e intercedió ante Hassan II y en las siguientes horas se
alumbraría un pacto secreto por el que se cedía El Sahara Occidental
(considerada hasta esos instantes como la provincia número 53).
España recibió el respaldo
prometido desde el otro lado del Atlántico por Estados Unidos pero a 100
kilómetros escasos de Canarias, empezó una guerra que aún sigue viva y, lo que
es más asombroso para la comunidad internacional, Naciones Unidas sigue sin
resolver el conflicto de colonización más antiguo del mundo.
Fuente: Espiral 21 / España.