Por Alberto Lewis* / Opinión
A la izquierda disidente, la
izquierda crítica, la fueron anulando electoralmente interviniendo a todos los
partidos de la esfera socialista que no apoyan al gobierno de Nicolás Maduro.
En consecuencia, no les dejaron opciones naturales para participar en
este proceso de elecciones presidenciales.
El resultado de esa “política” es
que personas de nivel ideológico y político como el profesor Héctor Navarro,
quien fuera la único funcionario que fue ministro durante el largo gobierno de
Hugo Chávez, opten ahora, dada la coyuntura electoral, por apoyar fórmulas
políticas distintas a la de sus posiciones ideológicas de toda su vida.
Pero esto no fue solamente una feroz cacería electoral contra la “izquierda disidente”. También se han propiciado acciones de judicialización de otros partidos de la oposición para controlar su acción política y lograr la mayor atomización del voto opositor. Nunca antes se había visto una descarada intervención de los poderes electoral, ejecutivo y judicial en asuntos de la vida interna de los partidos políticos. Todas las decisiones del CNE tienen su alcabala en Miraflores, en Pajaritos y en el TSJ.
De modo que, paradójicamente, en
tiempos de una revolución que se hace llamar de izquierda, partidos de centro y
de derechas, que otrora eran sus enemigos históricos naturales, tienen más
garantías de sobrevivir electoralmente que los partidos de izquierda que no
acompañan al PSUV. La izquierda disidente ha sido acorralada, pero no
liquidada.
*Miembro de la comisión de asuntos internacionales de
Alternativa 1.