Sergio Pintado
La decisión de paralizar la construcción de dos reactores nucleares
podría ser "una catástrofe" para el sector nuclear argentino, referencia
en América Latina, dijo a Sputnik el experto Eduardo Gigante. El ingeniero
aseguró que la participación estatal es clave para el desarrollo nuclear en un
mundo "sediento de energía".
La decisión
del Gobierno de Javier Milei de paralizar la construcción de dos reactores
nucleares de desarrollo argentino podría ser un golpe letal para una política de energía nuclear que
caracterizó al país desde mediados del siglo XX, advierten especialistas.
A finales de marzo, la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) denunció el despido de cientos de trabajadores que se encontraban afectados a la construcción los reactores nucleares CAREM-25 y RA-10, ambos ubicados en la provincia de Buenos Aires. Además de que más de 160 empleados se quedarían sin su fuente laboral, la noticia preocupó a los especialistas por el impacto que puede tener en dos proyectos considerados estratégicos para el desarrollo de la energía nuclear en Argentina.
"El
CAREM-25 tenía más del 90% de la construcción ejecutada y ya había tenido que
ser paralizada en la pandemia, además de las modificaciones presupuestales que
ya habían hecho otros gobiernos. Nos ha costado mucho terminarlo y parar la
obra con este nivel de avance es una catástrofe para Argentina", dijo a
Sputnik el ingeniero y especialista en temas energéticos Eduardo Gigante.
El experto
explicó que los reactores nucleares pueden dividirse en dos tipos: los de potencia, destinados a la
generación de energía eléctrica, y los
multipropósito, dedicados a otros usos. Mientras el CAREM-25 está en el
primer grupo, el RA-10 en el segundo.
Gigante
destacó la importancia del CAREM-25, que se estaba construyendo en la ciudad de
Lima, provincia de Buenos Aires, ya que se trata de un reactor modular, una
variante de reactor nuclear a pequeña escala "que se puede utilizar muy
fácilmente para alimentar poblaciones
alejadas" o, incluso, emprendimientos mineros de cualquier tipo que
se encuentren alejados de centros urbanos.
Pero, además,
el CAREM-25 se destaca por tratarse de "un desarrollo argentino" que pone al país sudamericano a
la vanguardia en este tipo de reactores. "Se diseñó en la década de 1980 y
fue el primer reactor modular que existió en el mundo y, si bien pasaron
décadas, es una de las apuestas de Argentina para ingresar en el mundo de los
reactores de potencia", apuntó.
"Hoy en
ninguna parte del mundo vas a encontrar un reactor modular de ese tipo
construyéndose. Hay empresas de EEUU queriendo hacerlo y todavía no lo han
logrado, sus construcciones están bastante atrasadas. En este campo estamos en la punta de la tecnología mundial y
detenerlo hoy es un error garrafal y estratégico para el país, ya que este tipo
de reactores tienen un futuro muy prominente", enfatizó.
En su sitio web,
la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) consigna que este reactor es
capaz de generar 32 megavatios eléctricos (MWe) y abastecer de energía a una ciudad de 120.000 habitantes. De
todas maneras, era visto por sus impulsores como "un reactor de referencia
para facilitar el proceso de licenciamiento de las futuras versiones de tipo
comercial".
El RA-10, en
tanto, se construía dentro del Centro Atómico Ezeiza, también en la provincia
de Buenos Aires, y con el objetivo
principal de radioisótopos de uso médico, fundamentales para el
diagnóstico y tratamiento de enfermedades como el cáncer, explicó Gigante. El
especialista destacó además que sería el primer reactor de América Latina capaz de producir silicio dopado, un
material fundamental para la industria de los semiconductores.
El ingeniero
valoró que Argentina "ya tiene mucha experiencia en este tipo de
reactores, ya que los diseña e incluso
los ha exportado a Perú, Egipto o Australia, entre otros".
Una historia de más de 70 años
"Tanto
el CAREM-25 como el RA-10 son hijos de 70 años de historia nuclear argentina.
El país diseñó, construyó y operó 19 reactores nucleares y exportó siete a
diferentes países. Tenemos una historia muy rica [...]", afirmó.
Gigante
recordó que, si bien las primeras apuestas en materia de energía nuclear en
Argentina vienen desde mediados del siglo XX —el presidente Juan Domingo Perón
creó la CNEA en mayo de 1950— tuvo una reactivación en 2006, cuando el entonces
presidente Néstor Kirchner (2003-2007) buscó reactivar el Plan Nuclear
Argentino, que se había detenido durante la década de 1990.
Uno de los
hitos de este nuevo programa era culminar
las obras de la planta Atucha II que, al igual que Atucha I, se
encuentran también en la localidad bonaerense de Lima. La construcción del
CAREM-25 y del RA-10 eran los otros dos grandes proyectos del plan reactivado
por Kirchner, que ahora quedaría trunco.
El
especialista señaló que, si bien los sucesivos gobiernos después de Kirchner
también debieron recortar el presupuesto para los proyectos dependiendo de las
urgencias económicas, "nunca se detuvieron completamente las obras como
ahora". Eso alertó, "puede
llegar a costarle bastante a Argentina", consideró el experto,
debido a la dificultad para retomar obras que han sido paralizadas en su
totalidad.
Una industria en la que el mercado no resuelve
Para Gigante,
la gestión de Milei comete un error al trasladar su filosofía económica al
sector de la energía nuclear, ya que, a diferencia de otros ámbitos, la participación de privados no será una
solución.
"El
Gobierno de Milei espera que el mercado solucione estas cosas, pero en la mayor
parte del mundo eso no ocurre. La mayoría de las potencias centrales tienen la
energía nuclear del lado estatal. Por ejemplo, Francia tiene 56 reactores
nucleares y todos son del Estado", afirmó el especialista.
En ese
sentido, recordó que el sector nuclear se caracteriza por tener
"estándares de calidad muy altos y difíciles de cumplir", lo que
obliga a los estados a tener una amplia participación y redunda en
hacer más difícil "que venga una empresa privada a involucrarse". A
eso se suma, que el carácter estratégico que tiene convierte a los proyectos
nucleares casi en "cuestiones
militares" de los países.
Gigante
aseguró además que el contexto actual hace que la energía nuclear haya vuelto a
ser una cuestión estratégica para los países, ávidos de acceder a fuentes de energía alternativas al petróleo y
el gas.
"El
mundo hoy está sediento de energía y estamos en un período de transición en el
que se quieren abandonar paulatinamente los combustibles fósiles. Esto va a
llevar décadas, pero cada vez se requiere más energía y lo más limpia
posible", remarcó Gigante.
En ese
sentido, aseguró que en la actualidad "muchos países están viendo de otra manera a la energía
eléctrica producida a partir de energía nuclear" y que se trata de
un campo en el que Argentina tiene todo para "ingresar fuertemente".
Fuente:
Sputnik / Rusia.