Mećavnik (Serbia)
“Soy de los que consideran que el
olvido es un factor de supervivencia, pero me niego a ceder a la tendencia
actual al olvido”, esboza como una suerte de mantra. Emir Kusturica dice
estar al día de sus cuentas con la memoria. No debe tampoco nada al olvido, pero
en sus palabras resuenan los
ajustes de cuentas que dejaron la desintegración de Yugoslavia y las sucesivas
guerras que transformaron el mapa de los Balcanes, como si el
ruido de los M70 -el rifle más usado por el ejército yugoslavo, versión local
del universal AK47- no hubiera cesado aún.
Con el Viejo Continente embarcado en otra contienda, uno de los cineastas más prolíficos y premiados de Europa –con una personalísima filmografía merecedora de dos Palmas de Oro en Cannes y Leones de Plata en Venecia- no esconde sus lealtades. Defiende a Vladimir Putin, de quien recibió en 2016 la Orden de la Amistad rusa, y censura lo que considera “la deriva” de la Unión Europea en Ucrania. Partidario de la anexión rusa de Crimea en 2014, Kusturica (Sarajevo, 1954) no ha olvidado cómo Washington “santificó a los nacionalistas religiosos” en la guerra de Bosnia mientras humillaba y troceaba Serbia.
Emir Kusturica nació en Sarajevo en
1954.
Tras estudiar en la Academia de Cine de Praga, dirigió varios cortometrajes y
telefilmes. En 1981 recibió el León de Oro de la Mostra de Venecia por su
primer largometraje, ¿Te acuerdas de Dolly Bell? En 1985
rodó Papá está en viaje de negocios, que ganó la Palma de Oro en
Cannes. Entre sus filmes destacan Arizona Dream (Oso de Plata
en Berlín 1993) o Underground, Palma de Oro 1995 en Cannes. En 2001
firmó Super 8 Stories, que narra la historia de su grupo musical
"The No Smoking Orchestra", durante su gira europea. En 2008
estrenó Maradona by Kusturica, documental dedicado al futbolista
Diego Armando Maradona.
“La UE acabará disolviéndose como
lo hizo Yugoslavia”, pronostica en una entrevista con El Independiente desde Mećavnik,
el pueblo que creó de la nada en las montañas de Serbia fronterizas con Bosnia
y Herzegovina tras servir hace dos décadas de localización para su
película La vida es un milagro, que recrea la aspiración de un
ingeniero serbio de construir una vía ferroviaria en 1992, en pleno runrún de
una guerra civil. Kusturica, que pasa largas temporadas en su refugio de
Mećavnik, lleva un tiempo alejado de los focos. Abandonó hace dos años su
banda No Smoking Orchestra, con la que recorrió el mundo, y su
última cinta es El Pepe, Una Vida Suprema (2018), un
documental sobre el expresidente uruguayo José Mujica.
Un retiro que -asegura- quebrará en
2024 con el rodaje de un largometraje fiel a su búsqueda de historias de
personas “en los márgenes” y la reivindicación de un realismo mágico autóctono.
“Estoy ultimando el guión, basado en dos novelas de Fiódor Dostoyevski, Crimen
y castigo y El idiota. La trama se centra en un asesino,
un chico ingenuo que mata por amor”, avanza el autor de Gato negro,
gato blanco, Papá está en viaje de negocios o Underground.
Llevará por título Crimen sin castigo.
P.- Es muy crítico con el papel de Estados Unidos en el
mundo...
R.- Estados Unidos solía ser un territorio que producía lo mejor y lo peor.
Cuando estaban en la época dorada de Hollywood, producían las mejores películas
y la mejor música. En los 80 surgió la idea de combinar las mejores letras y
John Lennon estaba en la cima de todo esto. Pero luego se perdió y no se ha
seguido creciendo y cultivando sino que se ha transferido todo el poder a la
tecnología. Estados Unidos ya no tiene poder blando. Ahora fabrica armas
para ganar dinero. Estados Unidos está presionando a Europa para que les compre
petróleo y gas, sin saber que ese comercio tradicional entre Rusia y
Europa ha sido sustituido por la India y territorios mucho más grandes.
Esperaban que Rusia se derrumbara Rusia volvió como un ganador económico en
este en este juego. Y están muy enfadados.
La UE acabará disuelta como
Yugoslavia
Unos de los historiadores más
importantes, Samuel Huntington, predijo para nuestro tiempo que
estará separado entre diferentes civilizaciones. Todas las civilizaciones
mantendrán su destino en las raíces de su religión. Y hablaba de musulmanes,
budistas, cristianos ortodoxos y cristianos americanos. No consideraba
Europa en absoluto como un elemento que sobrevivirá a los desafíos que se
avecinan. Entonces, la predicción es que vamos a tener civilizaciones
diferentes viviendo paralelas entre sí en cada territorio. No sabemos en qué
territorios, porque ahora vemos que, de hecho, casi un tercio de Francia es
musulmana. A Reino Unido le pasa un tanto de lo mismo. En Alemania se está
produciendo ahora una reacción a la presencia de inmigrantes. Pero, ¿quién
produce inmigrantes? Aquellos que imponen la guerra. ¿Y quiénes son esos? Los
que se benefician de esto. Todo este asunto se convierte en un problema cuando Estados
Unidos produce una guerra y al mismo tiempo trata de crear
elementos que ayuden a resolver esa guerra.
P.- Uno de esos conflictos actuales es Ucrania. ¿Cuándo
acabará la guerra?
R.- No sabemos cuándo va a acabar porque, como ve, están muy dispuestos a
luchar contra los rusos. Si fuera por ellos, los rusos acabarían mañana la
guerra.
¿Quién produce inmigrantes?
Aquellos que imponen la guerra. ¿Y quiénes son esos? Los que se benefician de
esto.
P.- ¿Hacia dónde se encamina el conflicto?
R.- En estos momentos es un conflicto mucho más global porque la OTAN siempre necesita justificar su complejo
militar. Es lo que ha hecho en 1947, 1952, 1991 o 1994. Han creado unas
siete guerras en todo el mundo, principalmente en Oriente Medio. ¿Por qué allí?
Porque hay reservas de petróleo y gas y muchas cosas que provienen de la zona y
sólo necesitan justificar el hecho de que no ponen botas en la lucha directa
sino que envían aviones. A diferencia de Rusia, que lucha en Ucrania, los
estadounidenses siempre lucharán con los aviones bombardeando una vez tras
otra. Nunca exponen a su propio ejército para participar en la lucha. Pero el
coste de esta estrategia son los civiles, que es el mismo que tenemos ahora en
Oriente Medio.
Si fuera por Rusia, la guerra en
Ucrania acabaría mañana
Y van a Oriente Medio porque se
sintieron abandonados. Quieren estar cerca del yacimiento petrolero. Tienen que
estar cerca del lugar donde se puede ganar el dinero con el petróleo. Y la
guerra de Ucrania está mucho más relacionada con el cambio global que se está
produciendo en el planeta. Los estados miembro de la OTAN prometieron que nunca
llegarían a la frontera con Rusia. Pero, en realidad, responden a un plan para
dividir Rusia en tres regiones: Siberia, la región de Moscú y la región de
Kiev, lo que significa que podrían venir con las empresas multinacionales y
explotar sus recursos tanto como quisieran.
P.- ¿Cuál será el final de esta guerra?
R.- El fin de esta historia depende de las decisiones que tome la
OTAN. ¿Hasta dónde llegarán? Ahora tienen un problema: por mucho que vayan más
allá, siempre encontrarán una manera de tener cohetes que podrían matar gente
en Rusia. Entonces la pregunta es: ¿van a conquistar toda Ucrania o la política
en Estados Unidos va a cambiar? El cambio de política requerirá un
compromiso. No es Rusia la que no está presionando para la guerra. La
guerra comenzó en 2008. La escalada de la guerra fue en 2014. Han
muerto 60.000 civiles en el Donbás entre 2014 hasta el comienzo de la guerra.
Es la cifra que demuestra que la contienda no arrancó cuando la CNN lo declaró.
La guerra comenzó en un terreno donde la gente no podía hablar ruso, no podía
confiar en su pasado, en su legado. Se les prohibió hablar ruso. ¿Cómo se puede
hacer eso?
P.- No ha ocultado su apoyo a Vladimir Putin. ¿Le sigue
respaldando?
R.- He apoyado a Putin en el pasado y en paralelo a la tragedia que
arrastramos en Serbia, cuando la cortaron en pedazos y el único que levantó la
voz contra esto fue Putin. Y no hay que olvidar que tenemos una gran relación
histórica con los rusos. Así que cuando dices que estaba apoyando a Putin, es
definitivamente lógico y lo opuesto a apoyar a Zelensky, que es un mal actor,
un mal presidente y un tipo que habla demasiado rebajando su dignidad.
P.- ¿Por qué la UE hace, según usted, seguidismo de Estados
Unidos en Ucrania?
R.- Porque son estúpidos y corruptos. Además, no fueron votados y no
representan a una nación. La UE acabará disolviéndose como lo hizo Yugoslavia.
Acusaron a Serbia de ser un agresor. Y Serbia no era el agresor en absoluto
porque Serbia era parte de los aliados en la Primera y la Segunda Guerra
Mundial. Debo decir, hablando de los líderes europeos el otro día, que vi el
otro día a Josep Borell hablando con un disfraz muy extraño, acusando a Israel
de producir Hamás para enfrentarse a Fatah. Me quedé asombrado. Europa es como
una pequeña Unión Soviética con mucho dinero.
Los líderes de la UE son corruptos
y estúpidos
P.- ¿Encuentra algún paralelismo entre el conflicto de los
Balcanes y el palestino-israelí?
R.- Sí. Igual que existe un paralelismo entre Argentina o Brasil y
Serbia, porque son países que siempre se hallan en la condición de intentar
sobrevivir. Y esto trae la guerra. Las personas que están expuestas a la
supervivencia, siempre van a luchar. Y eso es lo que hicieron los colonialistas
a lo largo de la historia. Te colonizan; te quitan todo y te dejan ir sin
parámetros, sin una sociedad lo suficientemente fuerte como para mantener a los
ciudadanos en la disciplina de no entrar en el conflicto.
P.- El conflicto es precisamente una inspiración para sus
películas. No sé si empieza a tener la sensación de que su modo de hacer cine
tiene cada vez menos hueco en "la industria"...
R.- Es que lo que algunos llaman cine global es una proliferación del
mercado estúpida. Hay miles de millones de películas, pero una buena película
no está más de siete días en una sala de cine.
El cine actual no refleja ninguna
posición existencial, histórica, política ni ninguna otra posición humana.
P.- Un cine sin identidad, sin alma...
R.- Sí. Les encanta hablar de la ciudadanía mundial, que no se basa en
nada. No se puede hacer nada basándose en nada o no se puede hacer algo
basándose en nada. Esta es la política del poder global de las corporaciones,
de BlackRock y de algunos más en Estados Unidos
que están comprando la mitad de Europa y haciendo todo lo posible para que nuestra
vida vuelva a ser colonizada y casi empujándonos a convertirnos en esclavos. En
ese escenario, las películas no son nada.
No reflejan ninguna posición
existencial, histórica, política ni ninguna otra posición humana. Muestran lo
que será la tecnología, cómo los robots trabajarán para nosotros y cómo los
esquizofrénicos en Nueva York están matando gente. No se trata
de dar la oportunidad a la gente de ser pesimista u optimista, que es algo
estúpido, sino de abrir cierta ventana a la esperanza de la humanidad, pero no
les interesa. Cierran el capítulo. Quieren simplemente vender y que no hagas
preguntas, que los sábados y domingos vayas de peregrinaje a las grandes
superficies y que compres y seas feliz porque puedes comprar, pero sin hacer
preguntas filosóficas ni de otro tipo de cuestionamientos que puedan generar un
cambio de opinión para transformar el mundo y vivir en un planeta mejor.
P.- No ha regresado a Sarajevo desde 1992. ¿Por qué?
R.- Mejor vivir en el recuerdo. La memoria siempre es mucho más bella
que la realidad.
P.- ¿Siente nostalgia por Yugoslavia?
R.- No echo de menos Yugoslavia porque no la quisieron. Pero ahora se da la
circunstancia de que cada pequeña república no vive tan bien como antes. Y
están luchando, lo que significa que habrá guerra de nuevo. Si tienes una
nación en lucha y tratando de sobrevivir implica que son pobres y siempre van a
buscar una solución. Y, como decía Ivo Andrić cuando describe
la guerra en este territorio, nunca resolvemos ningún problema en la guerra y
nunca entendemos completamente por qué fuimos a la guerra, pero con una nueva
guerra creamos los nuevos problemas que vamos a resolver en la próxima guerra.
Tomado de El Independiente / España.