Por Luis Heraclio Medina Canelón
Hay hechos o circunstancias que
damos por sentados, sin preguntarnos de donde salieron o cómo están allí. Son
cosas que siempre hemos visto, toda la vida hemos convivido con esas
situaciones y por eso nos parece que siempre han estado allí, pero todo tiene
su origen, y antes de que existieran esas circunstancias las cosas eran de otra
manera.
El nombre de “Carabobo” por muchísimos años apenas definía a un pequeño valle y las montañitas que lo rodeaba, más allá del pueblo de Tocuyito, buscando el camino de San Carlos. Acaso también llamaban así a una palma que crecía en las riberas de ríos y quebradas. No existía un gentilicio de “carabobeño”. Los valencianos no teníamos nada que ver con aquel campo a varias horas de camino de la ciudad. Mucho menos los porteños, los guacareños, los montalbaneros o cualquier vecino de los poblados cercanos. Antes de la independencia éramos españoles de la capitanía general de Venezuela de la provincia de Caracas. Luego éramos colombianos del Departamento de Venezuela, de la misma provincia de Caracas. Valencia no era capital de nada. Los valencianos éramos también caraqueños, esa era nuestra identidad político-geográfica.
Pero tres años después de la
batalla librada en aquel paraje solitario llamado Carabobo, el Congreso de
Colombia reorganiza políticamente la naciente república. Desde la capital
Bogotá se divide la antigua provincia de Caracas en dos nuevas provincias. Una
de ellas conservará el nombre original y la nueva se llamará Carabobo. Es en
ese instante, el 25 de junio de 1824 cuando los hombres y mujeres nacidos en
esta tierra empiezan a llamarse “carabobeños”.
Es desde ese momento, cuando la
gente de Valencia, Puerto Cabello, Naguanagua, los Valles Altos, Morón,
Guacara, Guigue, Los Guayos, San Diego, San Joaquín y Mariara, estamos unidos
en una sola provincia política, separados de Caracas. Y no sólo estos, sino
también Nirgua y Ocumare, Barquisimeto, San Carlos, Tinaco y Tinaquillo, Carora
y todos los pueblos que forman hoy Cojedes y Lara también pasaron a ser
“carabobeños”.
Y por primera vez en la historia,
desde ese 25 de junio de 1824, Valencia pasa a ser de manera formal y legal (no
provisional), por mandato de aquella ley, capital de una provincia. Y también
es la primera vez que en esta región tenemos una legislatura, hoy llamada
Consejo Legislativo, hasta el siglo pasado Asamblea Legislativa. También
comenzamos a tener nuestro gobernador.
Aquella Provincia de Carabobo era
muy grande, más del doble de lo que es hoy, aparte de tener el puerto marítimo
más importante también tenía ríos navegables como el Pao y el San Carlos con
los que se comunicaba con todo el llano. Tenía los mejores prados para el
ganado y las mejores tierras para el cultivo. En la Provincia de Carabobo se
inició la industrialización de Venezuela con la primera máquina a vapor del
país instalada cerca de Los Guayos, en un trapiche.
Esta efeméride, una fecha civil, ha
pasado desapercibida por la historiografía y por la opinión pública en general,
que le da preferencia a las historias épicas de la guerra de independencia y
otras guerras, pero es un hecho histórico fundamental para entender nuestros
inicios como colectividad.
Hoy en día usted le pregunta a un
académico o gobernador, a un diputado, alcalde o concejal, rector o profesor,
desde cuando existe eso que llamamos “Carabobo” y seguramente la respuesta será
evasiva o incorrecta. Es por esto que en la Academia de Historia del Estado
Carabobo nos hemos impuesto como tarea de este año resaltar la creación de
nuestro estado, por lo que se ha decretado solemnemente a la celebración del
“Bicentenario de la Provincia de Carabobo”. Invitamos a toda la colectividad a
sumarse, orgullosos, al estudio y celebración del nacimiento de nuestro
gentilicio.