Es normal que en un proceso de
negociación haya altibajos, amenazas y regresos. No están negociando entre
panas sino entre enemigos.
Por supuesto que existen riesgos
de que la conflictividad entre el gobierno de Venezuela y USA termine
amenazando los avances logrados hasta ahora.
Sin embargo, el dilema es
distinto al existente en las negociaciones de Doha y Barbados.
Maduro no estuvo, ni esta, dispuesto a ceder
las habilitaciones políticas a cambio de licencias y pese a esto se lograron
los avances que nos sorprendieron por su amplitud.
Estaban involucradas muchas otras variables, dentro de las cuales es importante resaltar los temas de migración (y permitir que los venezolanos sean deportados por USA a su país), la liberación de los presos americanos (acordada y aún no ejecutada) y la posibilidad de una elección presidencial (aunque no será competitiva en los términos de la democracia liberal).
USA otorgó licencias petroleras y
gasíferas generales que evidentemente benefician no sólo a Venezuela y su
gobierno (una situación inevitable), sino también a los propios Estados Unidos
y todo occidente, en medio de la crisis energética y los cambios geopolíticos.
Antes de firmar, USA puso como
condición inviolable la habilitación de MCM, pero la barrera a su solicitud fue
total y aun así acordó. Pudo haber terminado sin acuerdo, pero la verdad es que
USA igual avanzó. Una vez que lo aceptó, sin la promesa real de habilitación,
el dilema cambió radicalmente. Ya no se trata de una amenaza simple de quitar
licencias si no hay habilitación de MCM. Ahora el tema es mucho más complejo.
Si USA cumple su amenaza de eliminar las
licencias generales en noviembre (algo que puede ocurrir, puesto que sigue
siendo su potestad), el resultado es que no regresaríamos al punto de origen,
sino mucho más atrás políticamente, pues la reacción de Maduro a ese retroceso
estaría cantada:
1-) Por ejemplo podría prohibir
la recepción directa de deportados venezolanos desde USA e incluso podría
amenazar con investigar a quienes estén en ese país tan pronto regresen a su
patria, bajo la sospecha de conspiración para desestabilizar al gobierno
revolucionario. Más allá de lo impresentable que resulte esa acción (y que yo
rechazo contundentemente), lo relevante es entender que una decisión de ese
tipo causaría un problema crítico a Biden frente a los migrantes venezolanos.
¿Se imaginan que el gobierno norteamericano deportara venezolanos, poniéndoles
en riesgo frente a un gobierno acusado por ellos de violación de derechos?
1)
El problema de la migración se
amplificaría exponencialmente con respecto al momento pre acuerdo, un drama que
Biden pagaría muy caro en la campaña americana. 2) es obvio que Maduro va a
retener a los presos americanos, lo cual pone otra vez a Biden en situación de
desventaja perceptual frente a sus adversarios políticos en USA.
2)
Regresaríamos
al punto de origen en la crisis energética mundial y se potenciaría el control
energético de los adversarios de USA en el concierto internacional.
3)
y
lo más importante, está cantado el discurso que Maduro usará frente a esa decisión
norteamericana de retroceso: “sin licencias y sin recursos, los impactos
perversos de las sanciones impiden que se den las condiciones para que el país
vaya a un proceso electoral en 2024” lo que nos acerca aún más a la
consolidación de la nicaragüización del país. Podemos rechazar las acciones
intimidatorias de Maduro, pero lo que sí está claro es que el costo de eliminación
de licencias sería infinitamente más alto que el de no haberlas otorgado.
No quiere decir que esto impida necesariamente el
retroceso, pero si quiere decir que ocurriendo eso, nuestra situación país
sería mucho peor que la que teníamos antes de las licencias, tanto para la
población básica, como para la infraestructura del país y su sector productivo.
Espero que predenomine la cordura y la reflexión y todas las partes entiendan
que hay que avanzar incluso en un escenario imperfecto.
Tomado de X (antes Twitter).