Pasaron 18 años desde "A Bigger Bang", pero
"Hackney Diamonds" produce el mismo asombro por su combinación de
veteranía e intensidad. Y los tres músicos coinciden en que fue cuestión de
"concentrarse" para que la magia reapareciera en el estudio.
Por Paul Sexton
"La única forma de grabar a una banda es meter a
los chicos en una habitación y tocar, y mirarse a los ojos", dice
Keith Richards, mirándome fijamente. "No me hagas hablar de la música
actual. Batería de botoncitos y todo sintetizado. La grabación digital
es un inodoro de una sola dirección".
El Riff Humano, al igual que sus compañeros
de banda, es muy optimista respecto al primer álbum de material original de los
Stones en 18 años, Hackney Diamonds, y con razón. Este es el
disco que sus fans han querido que hicieran durante décadas, corrigiendo
hábilmente cualquier sugerencia de que se han convertido en poco más que un
acto patrimonial o una corporación que imprime dinero.
En la segunda mitad de la discografía de la banda hay muchas joyas infravaloradas, pero a veces ha habido una sensación persistente de que se estaban convirtiendo gradualmente en la mejor banda tributo a los Rolling Stones del mundo. Esta vez, como dice Mark Beaumont en su crítica de cuatro estrellas en The Independent, Mick Jagger se deleita evocando "sus días de juerga en la cama a mediados de los sesenta como reprobados del rock'n'roll empapados en 'el olor a sexo y humo' en 'el asqueroso piso de Fulham'", y luego "berrea y aúlla sobre noches borrosas, intrusión de los medios y problemas sentimentales como un eterno veinteañero de la lista A".
Así pues, el pasado mes de diciembre, en el capítulo más
reciente de una historia escrita últimamente a su propio ritmo lánguido
-grabando al azar en distintos continentes, a veces pasando meses sin
hablarse-, The Rolling Stones se dieron una llamada de atención
colectiva. Después de llevar su gira del 60 aniversario por los
escenarios de Europa, y justo cuando podrían haber estado pensando en retirarse
de nuevo a sus respectivas y opulentas mansiones, llegó un concepto de sus días
de formación: sesiones de estudio con un plazo estricto.
Hackney Diamonds es el resultado, y para la tranquila satisfacción de la
banda, se convirtió en más de lo que se atrevían a esperar. Incluso
sin entrar en el manido debate de "el mejor álbum desde...", hacía
mucho tiempo que no sonaban tan enérgicos, cohesionados o relajados con
su legado. A Richards no se le escapa la ironía de esta disciplina.
"Es algo raro, ¿verdad?", reflexiona.
"Trabajás toda tu vida para decir '¡No hay plazos!' Para
eso he trabajado. Pero no, sí los necesitás, y eso era lo que pasaba con este
disco. Yo habría llamado al jodido álbum Deadline".
Cuando Mick Jagger dijo a sus compañeros de
banda que debían intentar terminar su nuevo disco para el 14 de febrero, día de
San Valentín, sólo tres semanas después de que empezaran en serio las fechas de
grabación en Los Ángeles, hubo murmullos de duda e inquietud. Puede
que en los últimos tiempos hayan batido sus propios records de taquilla en una
serie de excursiones por todo el mundo, pero el resto de los 18 años
transcurridos desde su último álbum de estudio con canciones
nuevas, A Bigger Bang, de 2005, se caracterizaron por la
deriva y los retrasos.
Richards, radiante y risueño en la conexión
por Zoom, está encantado de repartir elogios. "Tengo que quitarme
el sombrero ante Mick por este empujón", me dice. "Me dijo:
'Vamos, tenemos que hacer algo. No importa lo que hagamos, tenemos que grabar
un disco'. Le dije: 'OK, no nos andemos con rodeos. Tenés lo que querés cantar,
vamos'. Y el hombre tenía un montón guardado".
En este último de mis docenas de encuentros con los Stones a
lo largo de 30 años, los encuentro innegablemente renovados por una triunfante
entrada tardía en su enjoyado catálogo. Hay en ellos una sensación casi
intangible de camaradería renovada y una conciencia de su
responsabilidad colectiva para con la marca más famosa de la historia
del rock. Sí, tiene que ver con la edad y el fallecimiento de su
querido Charlie Watts, pero también nace de una conciencia tácita
de lo que significan para el resto del mundo y entre ellos mismos.
Jagger, que acaba de terminar una jornada de filmación, se
muestra cariñoso, hablador e increíblemente ágil. Ronnie Wood,
unos días antes, parece más sano que en mucho tiempo y saluda
con un abrazo mientras su esposa Sally espera pacientemente a que salgan a
cenar. Mick es desarmantemente sincero sobre el fracaso de los Stones a
la hora de grabar en la última década y media, durante la cual se
convirtieron en una fabulosa fonola de discos de gira, pero una fonola al fin y
al cabo.
"No es que estábamos sin hacer nada, pero creo que nos
conformábamos con hacer giras, para ser sinceros", dice el
cantante. "Nos parecía suficiente, y no queríamos trabajar lo suficiente
entre gira y gira. Es decir, yo escribía todo el tiempo, pero no nos
reuníamos para terminar las cosas. Grabamos un montón de cosas e
hicimos un montón de sesiones, pero no había plazos, no había un 'Vamos
a terminar esto la semana que viene'. Era simplemente: 'Grabemos
dos semanas', y luego no había planes de volver a juntarnos".
Hackney Diamonds empezó con dos sesiones de prueba que dieron
sus frutos en cuanto se trasladaron a los Henson Recording Studios de
Los Ángeles. La salsa secreta fue la audaz elección de un
nuevo productor, el neoyorquino Andrew Watt, de 32 años, descrito por
Wood como "todo un personaje" y por Richards como un "pequeño
prepotente". El ascenso de Watt hasta el Grammy 2021 como
Productor del Año fue observado simultáneamente tanto por Jagger, siempre
vigilante de la nueva música, como por Paul McCartney, quien
se lo recomendó a Wood. Watt había estado trabajando con Macca y Elton
John, ambos con espléndidos cameos en el nuevo álbum de los Stones.
"Andrew nos manda, y es tan alentador y agradable seguir
sus órdenes", dice Wood. "Y yo me divierto cuando Keith le hace caso. Normalmente,
Keith diría 'andate a la mierda', y lo ha hecho, pero la cosa
es que está respaldado por el hecho de que Andrew sabe tocar. Tiene
un tacto increíble con la consola en el estudio. Es exactamente lo que
necesitábamos".
Como el bajista Darryl Jones no estaba
disponible para las sesiones, Watt desempeñó ese papel durante gran parte del
disco, con Richards y Wood también turnándose. También lo hizo Bill
Wyman en "Live By the Sword", en la que Elton invoca sus
primeros días de pianista de bar. "Hablé con Elton por Zoom", dice
Wood, "y me dijo: '¡Tengo que tocar en algunas canciones, Ron! Le
dije: '¡Sumate a la fila!".
En un encantador homenaje, esa es una de las dos pistas
con partes de batería grabadas en 2019 por Charlie Watts. "Estoy
emocionado por eso, pero me gusta el hecho de que él esté en ellas, de otra
manera", dice Jagger. "Tenemos algunos temas realmente geniales con
Charlie, que grabamos en ese período. Así que quién sabe, puede que
saquemos otras canciones con él".
Posteriormente, Watts dio su bendición para que su
compadre Steve Jordan ocupara su puesto si alguna vez no
estaba disponible, y Richards alaba el "excelente trabajo" que Jordan
realiza con el resto de Hackney Diamonds. Añade Wood: "Es esa
palabra tácita de confianza, una vez que has establecido el importantísimo
tempo. Digamos que es la canción de Mick, él establecería el tempo, y Steve
está justo ahí. Ajustamos las velas, por así decirlo, y seguimos
navegando".
Jagger explica cómo se recreó la formación clásica de
los años 60 a los 90 en "Live By the Sword". "Le
pedimos a Bill que viniera. Le dije: '¿Querés hacer esto? Es un viejo tema con
Charlie, no uno de los que hemos hecho recientemente', y él dijo 'Sí, me
encantaría hacerlo'. Así que esa canción tiene un ritmo ligeramente diferente,
porque tienes a Bill y Charlie, que son la sección rítmica
original".
Nunca he tenido una conversación con Richards en la que no
mencionara lo honrado y afortunado que se sentía de tener a Watts detrás de él
en el escenario y en el estudio. Ahora muestra su corazón aún más abiertamente.
"Tengo una foto suya, al salir de mi habitación todos los días",
dice. "Lo primero que veo es un retrato de Charlie Watts, y
me toco el sombrero para saludarlo. Está ahí mismo, por encima del hombro, y lo
único que sé es que está muy contento de que la banda siga adelante. Ahora
trabajo para Ian Stewart (pianista y road manager original de los Stones,
fallecido en 1985) y Charlie Watts. Ambos son mis jefes ahora, y
tengo que seguir adelante, hombre".
La parte de McCartney es un atronador bajo con fuzz en "Bite
My Head Off", que recuerda a la deconstrucción de piezas sueltas
de "Respectable" y otros números rockeros post-punk de los Stones de
fines de los 70. "Te entiendo, sí", asiente Keith. "Me recuerda
a un tema de Some Girls. Y entonces entró Macca, ¡y nos
faltaba un bajista! Adiviná lo que estás haciendo, colega. Mirá, es muy
divertido tocar con Paul y estar con él. Es un superviviente".
Las sesiones también contaron con las visitas personales de Lady
Gaga y Stevie Wonder, que contribuyeron de forma brillante y
espontánea al gospel soul testimonial que es "Sweet Sounds of
Heaven". Pero en ningún momento se insinuó la posibilidad de contar
con megaestrellas porque sí. "No es una aparición como invitado
porque sí", dice Jagger. "Realmente encajan, son los músicos
perfectos para esas cosas en particular. Elton encaja muy bien tocando su cosa
boogie, es muy sencillo, un poco como nuestro pianista original, Stu (Ian
Stewart) solía tocar. Y Stevie... solíamos tener a Billy Preston,
que solía tocar mucho con nosotros. Necesitabas el estilo de piano tan efusivo
de Stevie para sacar esa canción".
"Creo que quizá la otra cosa sobre los Stones, la otra
gloria que podemos ponernos en la gorra, es que ahora hemos conseguido
enganchar a tantas generaciones", dice Richards. 'Sweet Sounds of
Heaven' es, en cierto modo, indicativo de ello, con Stevie Wonder de esa
generación y Gaga de la siguiente. Hay una calidez y una sensación de que la
música es música, y aquí está todo. Se siente bien".
Tal es el nuevo impulso que las actuaciones en vivo
el año que viene parecen claramente posibles, al igual que
un segundo álbum en algún momento de estas fértiles sesiones. En esta
improbable coyuntura tardía, los ojos vuelven a brillar. "Ojalá lo
hubiéramos hecho antes", admite Jagger. "Llevábamos
demasiado tiempo sin hacer nada, sin concentrarnos y sin tener claros nuestros
objetivos. No voy a culpar a todo el mundo por ello. Es culpa mía tanto como de
los demás. Pero me di cuenta de que no podíamos seguir dejándolo a la
deriva, y que teníamos que hacerlo bien, y de forma rápida, con
alguien que se concentrara de verdad en ello. Y eso es lo que hicimos".
* De The Independent de Gran
Bretaña. Tomado de Página/12 /
Argentina. Imagen: AFP.