Por Kico Bautista
Interesante el nombramiento de Ricardo Cussano como
interventor de La Cruz Roja. Los laboratorios del radicalismo lo tienen en sus
paredones a punta de maldiciones y mentadas de madre. Pero, eso es normal. Así
son los extremistas. No argumentan, solo odian.
Sin embargo, hay que descubrir por qué el gobierno designa al
ex presidente de Fedecámaras y por qué Cussano acepta la Cruz Roja en un plan
de intervención.
Villarroel muere en sus propias redes. En los lobby y jugadas internas. Dicen las malas lenguas que andaba intentando poner gente suya en la directiva del TSJ. Debe haber reproducido a Tarek El Aissami en su intención de armar estructuras internas propias dentro del gobierno y lo pillaron. No sé si está versión es un fake new o algo peor. Lo conozco como un hombre inteligente y muy cuidadoso. Ya sabremos la verdad cuando aparezca. Por eso no descarto nada. Debió ser algo duro para que lo trataran como lo hicieron.
El discurso para que Cussano aceptara la oferta debió ser de
amplitud, en un plan muy sensato, en el marco de una relación de confianza. No
fue de seguro una amenaza o un chantaje. Ricardo no es un personaje de ese
tipo.
El gobierno tiene interceptado a todo el liderazgo. Hay unas
relaciones ocultas que funcionan en la clandestinidad y sirven para resolver
cualquier problema. Desde decisiones políticas hasta recursos para una
operación médica. La oposición tiene conversaciones con el ejecutivo de
manera permanente y nadie sabe hasta dónde llegan. Pero, existen en la
cotidianidad.
Ya Maduro no está y, desde hace rato, en la tesis de que el
capitalismo es malo y quién no está conmigo está en mi contra. Sus juegos son
otros. María Corina y el radicalismo insisten en la "dictadura"
cuando las cosas han cambiado. No digo ni para bien o para mal. Simple, se
movieron. Qué este o aquel lo reconozcan, eso es lo que menos importa. Hay que
hacer una radiografía de la realidad lo más exacta que se pueda.
Cussano argumenta que va a convocar a la sociedad civil y que
hará una gestión transparente para que la Cruz Roja mejore y se actualice. Es
decir, está viendo una oportunidad para demostrar sus dotes como armador y
gerente. Está pensando políticamente y con el cerebro. No con la arrachera de
los elementales. Sus compromisos con quiénes lo nombraron no están en joder a
Villarroel y ya está. Debe estar viendo otro horizonte.
Desplazar a Villarroel, ese objetivo tan mundano, Cussano no
lo hubiera aceptado.
Pero, la oportunidad de hacer las cosas de otra manera, con
la aprobación del gobierno y seguramente del ala democrática de la oposición,
es otra cosa. Mirar hacia el país es lo importante. Es una apuesta en grande y
en lo personal prefiero ver las cosas por ese camino que por lo oscuro o lo
negativo.
Si miramos hacia el 2024 o 2025, esa posición puede
significar mucho. Sobre todo para los teóricos de la transición. Sin querer afirmar
que esa es la jugada, me atrevo a pensar que Ricardo está pensando muy distinto
al discurso radical que es demasiado atrasado.
Seguramente convocará a la sociedad civil a trabajar a su
lado y por esa vía saldrá bien parado del reto que hoy se le presenta. Me
imagino que cuánto pensó la oferta, cuando se la propusieron, si vio al
mismísimo diablo o a la realidad. Cómo le debe haber costado evaluar los pros y
los contras. Veo con ojos sádicos lo que se le viene encima. Las corrientes
negativas que van a apostar a su fracaso. Pero, lo que más me agrada es la idea
de que asumió un riesgo en medio de una oposición dónde nadie se atreve a hacer
nada nuevo por temor a que las redes y los radicales se los coman vivos.