El francés Martin Leriche ha pedaleado él sólo desde Burdeos
hasta Virtus, en Burgos, España, donde se ha reencontrado con su novia tras un
viaje de aprendizaje filosófico. Van a ir a Sonorama con más amigos, aunque
esta vez dejará la bicicleta aparcada
Sara Sendino
Hace dos o tres meses, Martin Leriche y su novia Beatriz
comenzaron a planear su verano. Él es francés y ella natural de Burgos, por lo
que los viajes los deben organizar con tiempo. Fue entonces cuando Leriche
decidió realizar el viaje desde Burdeos hasta Virtus, el pueblo de ella, en
bicicleta. Llegaría justo a tiempo para asistir a Sonorama Ribera, un festival
musical.
«Siempre he querido hacer una aventura solo con la
bicicleta», explica este francés, que es profesor de primaria. Leriche creía
que este «era un buen momento para probar un camino corto, de cinco días», para
conocer si le gustaba lo de viajar en bicicleta y así repetir otros veranos.
538 kilómetros en cinco días de viaje en bicicleta
De esta forma, Leriche comenzó a planear su viaje, aunque
reconoce que ha improvisado. Ha pedaleado un total de 538 kilómetros en cinco
días y, además, lo ha contado en su cuenta de Instagram, @gravel_theworld. En
esta red social ha ido explicando a sus amigos qué se llevaba al viaje y cómo
han sido sus etapas.
Como equipaje, Leriche no portaba muchos objetos: una tienda
de campaña, saco de dormir, ropa para cambiarse, un chubasquero, cepillo de
dientes, toalla y un pequeño botiquín. También llevó consigo varios recambios
para la bicicleta y un dron.
Sin embargo, a pesar de llevar una tienda de campaña, el
principal objetivo de Leriche era «encontrar gente» para así «pagar lo menos
posible e intentar conocer» a nuevas personas. Así, el primer día de ruta, aún
en Francia, durmió en casa de una farmacéutica y su novio, quienes le
ofrecieron cama.
El resto de días no fueron igual: en Biarritz durmió en un
camping, en Tolosa el tercer día en un hostal y el cuarto en un albergue de
Vitoria. Al quinto día llegó a Virtus, donde le esperaba un grupo de niños con
sus propias bicicletas para acompañarle en el último tramo de su viaje.
Sin embargo, a punto estuvo el francés de no realizar este
viaje. El primer día, a 40 kilómetros de Burdeos, una rueda de su bicicleta se
pinchó y llovía. Además, nunca había reparado un pinchazo, por lo que estuvo
bajo el agua mirando un tutorial en el móvil para aprender a repararla.
Ese momento fue para él «un poco difícil», recuerda, porque
«todavía estaba a tiempo de parar el viaje». Pero este continuó y le brindó
grandes momentos.
Su viaje ha sido «una lección de vida»
El «pequeño tour» que ha hecho Martin Leriche desde Burdeos
hasta Virtus ha sido todo un camino de aprendizajes y sensaciones. Los cambios
en el entorno a su paso por tierras francesas y españolas le han fascinado. «A
veces vamos tan rápido en coche que no miramos lo que tenemos alrededor. En
bicicleta, como vas más lento, tienes tiempo de observar el entorno», declara.
Considera «muy bonito» el cambio de paisaje y agradece el
tiempo para pensar sobre su vida, su trabajo y demás cosas. También le ha
conmovido «el sentimiento de libertad» que ha vivido al frente del manillar. En
su bicicleta gravel Leriche podía pararse cuando quisiera e ir más lejos si se
sentía bien. Además, como no tenía un itinerario cerrado, iba improvisando.
Viajar sin compañía puede resultar duro para muchos. Sin
embargo, el francés afirma que «no se sentía muy solo» porque viajar así «te
obliga a hablar con la gente», y a él le ha gustado «encontrar personas» a lo
largo de sus etapas. «He aprendido muchas cosas, sobre todo que a veces no
preguntamos las cosas porque no queremos molestar o por educación», comenta.
«Cuando estás solo estás obligado a preguntar», y es ahí
cuando las personas, «en la mayoría de casos, están dispuestas a ayudarte»,
sostiene Leriche. «He aprendido que no debemos tener miedo a hablar con
desconocidos ni de preguntar si necesitamos ayuda, porque la podemos obtener de
una manera muy bonita».
Pero no todo fue tan bonito para el francés. Además de sus
dudas iniciales a la salida de Burdeos, las cuestas también le costaron, valga
la redundancia. Sin embargo, cada pedalada hacia arriba, cada golpe de pierna,
le «acercaba más a su objetivo». Él lo veía como una metáfora: «Cada pequeño
esfuerzo que podemos hacer en la vida nos acerca más a nuestro objetivo»,
señala orgulloso.
Leriche quiere «aplicar esta lección de vida» en su día a
día, ya que el «tema filosófico del viaje» es lo que más le ha gustado. «Con
pequeños esfuerzos cada día puedo conseguir un objetivo grande». Destaca,
además, que con la rapidez con la que se viaja en coche no habría podido llegar
a estas conclusiones.
Le encanta el ambiente del Sonorama
Este viaje le ha servido a Martin Leriche para crecer como
persona, pero también para reencontrarse con su novia y sus amigos. Juntos irán
al Sonorama, el tercero para el francés, a pasarlo bien y a escuchar a las más
de 150 bandas que allí tocan. En esta ocasión, Leriche sí irá en coche, ya que
su objetivo no era llegar hasta Aranda de Duero en bicicleta.
Para el francés, lo mejor de Sonorama Ribera son los
conciertos durante el día en el centro de la villa, además de ver «caras con
alegría y sonrisas». Asegura que eso le «hace sentir bien». Por otro lado, lo
que más le desagrada es que el festival sea «muy largo» porque se «cansa
muchísimo». Sin embargo, espera con ansias conciertos como La Pegatina y
Morgan, aunque no cierra las puertas a escuchar y descubrir nuevas bandas.
Tomado, con pequeños cambios, de Burgos Conecta / España.