Los resultados de las
elecciones generales del 23J dibujan un escenario de bloqueo y abren la puerta
a una posible repetición electoral. Junts tiene la posibilidad de investir un
Ejecutivo de PSOE y Sumar.
Por Ferran Espada
El independentismo ha sido el gran damnificado de las elecciones generales de este 23J especialmente
afectado por la importante caída de la participación en Catalunya respecto a
las elecciones de noviembre de 2019. Una caída de 6,5 puntos que ha dejado la
cifra de votantes en un 62,8% de participación. Sin embargo, a pesar de la
pérdida de votos, ERC y Junts, el partido de Carles Puigdemont, serán
claves en una posible investidura de Pedro Sánchez junto a los partidos vascos.
La caída ha tenido una clara afectación en los territorios más independentistas que han concentrado las principales puntas abstencionistas en Girona y ciudades del interior como Vic, Olot, Berga, Ripoll o Manresa. Un comportamiento muy diferente a las áreas metropolitanas de Barcelona o Tarragona, aunque alguno de los barrios de la capital catalana con más voto independentista también ha sufrido caídas de la participación superiores a los cinco puntos, como es el caso del distrito de Gràcia.
Los tres partidos independentistas han pasado de los 23
diputados –de los 48 que se disputan en Catalunya- a 14 escaños en su
conjunto. Y han perdido en las cuatros provincias catalanas frente al
PSC, aunque en Girona Junts ha prácticamente empatado con los socialistas. Sin
duda, aunque al final no ha habido una campaña organizada por parte de las
entidades independentistas, el impulso de un movimiento abstencionista por
parte de algunas de las bases de este movimiento con muchos militantes
descontentos con los pocos avances hacia la independencia que han
conseguido la formación desde 2017 ha hecho mella en la participación en
Catalunya.
ERC pierde la mitad de los escaños
De las tres formaciones independentistas, ERC es la que sin
duda ha sufrido más desgaste electoral con la perdida de seis diputados,
pasando de los 13 escaños que cosechó Gabriel Rufián, ganando las elecciones de
2019, a los siete obtenidos este domingo. Los republicanos ya
auguraban un mal resultado después de la debacle sufrida en las elecciones
autonómicas de hace solo dos meses con la pérdida de 300.000 votos y numerosas
alcaldías importantes.
Con todo, fuentes de la dirección relativizan el mal
resultado alegando "la fuerte polarización que se ha generado en estas
elecciones generales entre los dos bloques de PSOE-Sumar y el de PP-Vox que
en Catalunya ha impulsado al PSC". También ponen el acento en las
consecuencias de "un discurso antipolítico y populista que han acuñado
durante años algunos actores del independentismo –incluyendo en ellos
probablemente a Junts- que no han capitalizado la pérdida de votos de Esquerra
sino que han debilitado al independentismo frente a los bloques de los partidos
de obediencia estatal".
El hecho de haber quedado como tercera fuerza detrás del PSC
y Sumar –aunque en un triple empate a siete diputados también con Junts-, sitúa
ERC en un retroceso considerable. Más allá de la fuga de votos que
Esquerra puede haber sufrido hacia el PSC por la consideración de voto útil
frente a la derecha y la extrema derecha, una parte del descenso se debe
también a la desmovilización del electorado republicano en que ha pesado el
apoyo de esta legislatura de los republicanos al Gobierno de Pedro Sánchez sin
que en la mesa de negociación política del conflicto se hayan
podido establecer acuerdos que una parte de las bases republicanas consideran
insuficientes.
A pesar de los indultos a los presos independentistas y la
derogación del delito de sedición, el mantenimiento de la presión policial y
judicial al independentismo o los nulos avances para llegar a un
acuerdo en la celebración de un referéndum pactado ha generado
desmotivación en una parte de las bases de votantes de los republicanos.
Junts retrocede y la CUP desaparece
Por su parte, Junts también ha sufrido el impacto de ese
movimiento abstencionista y se ha quedado con siete de los ocho
diputados conseguidos en 2019. Aunque la perspectiva de los de Puigdemont
es relativista con este resultado, ya que las divisiones internas en el espacio
postconvergente han hecho que esta legislatura el grupo parlamentario se
partiera por la mitad y solo cuatro diputados liderados por la actual
candidata Míriam Nogueras se hayan mantenido fieles a las
directrices de Junts. Con lo cual, en realidad Junts dispondrá de un grupo
mayor y más compactado a pesar del retroceso. Finalmente, la CUP vive una
verdadera debacle y queda fuera del Congreso sin
representación perdiendo los dos diputados obtenidos el 2019.
La paradoja de los resultados de este domingo en Catalunya es
que a pesar de que Esquerra ha sufrido un retroceso muy considerable de casi la
mitad de los sufragios se mantiene como una fuerza clave para una posible
investidura de Pedro Sánchez y la reedición del Gobierno de coalición entre el
PSOE y Sumar. Pero también Junts, y eso complica los posibles
escenarios.
ERC sumaria junto a los partidos vascos y gallegos una
mayoría que rallaría la absoluta. Pero Junts quedaría en este caso
incluida en la ecuación necesaria para investir a Sánchez y
hay que recordar que este es un actor político que ha asegurado siempre que no
estaba dispuesto a hacer presidente al candidato del PP pero tampoco al del
PSOE.
Las condiciones de ERC y Junts, investidura o bloqueo
Respecto a ERC y a EH Bildu, que ya formaron parte de la
mayoría de la investidura en 2020, la gran diferencia respecto a aquel año es
que tanto ERC como EH Bildu deberán votar que sí ya que la abstención no será
suficiente. Y el mal resultado de los republicanos puede complicar este tipo de
decisiones, aún más siendo Junts también aritméticamente necesario.
Con todo, fuentes de la dirección de Esquerra rechazan especular con su voto en
una posible investidura y lo supeditan a "la negociación". Estas
mismas fuentes recuerdan que "ERC no permitirá nunca un Gobierno de la
derecha y la ultraderecha, pero nuestros votos no serán gratuitos".
Aunque intentará llegar a un acuerdo con Junts para
establecer condiciones conjuntas, cosa bastante compleja de conseguir dada la
mala relación entre los dos partidos, ERC plantea su hoja de ruta
negociadora. Y sitúa las condiciones para una posible investidura en
tres ejes básicos que Sánchez deberá afrontar: la continuación de la
negociación en la mesa de diálogo apostando por soluciones democráticas para el
conflicto entre Catalunya y el Estado. "Con resultados tangibles, que se
puedan materializar y explicar", añaden. El traspaso integral del servició
ferroviario de Rodalies (Cercanías). Y un nuevo sistema de financiación que
acabe con el déficit fiscal entre lo que el Estado recauda en Catalunya y lo
que invierte, junto a garantías claras de las inversiones acordadas en los
presupuestos.
En cuanto a Junts, se abren a acordar con Esquerra una
posible plataforma negociadora, pero desde posiciones
maximalistas. Los de Carles Puigdemont exigen que en la negociación
esté sobre la mesa de forma incondicional el traspaso a la Generalitat de las
competencias para organizar un referéndum de autodeterminación. Una exigencia
imposible de aceptar para Sánchez.
Así las cosas, pasaremos de una noche electoral dura en las
sedes independentistas con ERC, Junts y la CUP maltrechas, pero con la
clave de la gobernabilidad en sus manos. Y se avecinan días de duras
negociaciones. Veremos si para una investidura de Sánchez con los
independentistas o hacia el bloqueo con repetición de las elecciones. Siempre y
cuando uno de los dos grandes partidos no decida abstenerse.
PÚBLICO - Texto tomado
de Página 12 / Argentina.