Washington. El espacio puede ser un lugar hostil para el cuerpo
humano, ya que las condiciones de microgravedad y otros factores alteran
nuestra fisiología de pies a cabeza, y la cabeza, desde luego, es una de las
principales preocupaciones.
Un nuevo estudio financiado por la NASA profundiza en esta
cuestión. Los investigadores declararon este jueves que los astronautas que
viajaron en la Estación Espacial Internacional (EEI) o en transbordadores
espaciales de la NASA en misiones de al menos seis meses experimentaron una
expansión significativa de los ventrículos cerebrales, espacios en medio del
cerebro que contienen líquido cefalorraquídeo.
Este líquido incoloro y acuoso fluye dentro y alrededor del cerebro y la médula espinal. Amortigua el cerebro para protegerlo de impactos repentinos y elimina los desechos.
Basándose en los escáneres cerebrales de 30 astronautas, los
investigadores descubrieron que los ventrículos tardaban tres años en
recuperarse totalmente tras esos viajes, lo que sugiere que sería aconsejable
un intervalo de al menos esa duración entre misiones espaciales más largas.
"Si los ventrículos no tienen tiempo suficiente para
recuperarse entre misiones consecutivas, esto puede afectar a la capacidad del
cerebro para hacer frente a los cambios de fluidos en microgravedad. Por
ejemplo, si los ventrículos ya están dilatados por una misión anterior, pueden
ser menos flexibles y/o tener menos espacio para expandirse y adaptarse a los
cambios de fluidos durante la siguiente misión", explica Heather McGregor,
neurocientífica de la Universidad de Florida y autora principal del estudio
publicado en la revista Scientific Reports.
El agrandamiento ventricular relacionado con la edad -no
provocado por la microgravedad, sino por la atrofia cerebral- puede asociarse
al deterioro cognitivo.
"Actualmente se desconoce el impacto de la expansión
ventricular en los viajeros espaciales. Se necesita más seguimiento sanitario a
largo plazo. Es probable que esta expansión ventricular comprima el tejido
cerebral circundante", afirma Rachael Seidler, profesora de fisiología
aplicada y kinesiología de la Universidad de Florida y autora principal del
estudio.
La ausencia de gravedad terrestre modifica el cerebro.
"Parece tratarse de un efecto mecánico", afirma
Seidler. "En la Tierra, nuestros sistemas vasculares tienen válvulas que
impiden que todos nuestros fluidos se acumulen en los pies debido a la
gravedad. En microgravedad, ocurre lo contrario: los fluidos se desplazan hacia
la cabeza. Este desplazamiento de los fluidos hacia la cabeza probablemente
provoca la expansión ventricular, y el cerebro se asienta más alto dentro del
cráneo".
En el estudio a los astronautas participaron 23 hombres y
siete mujeres -de unos 47 años en promedio- de las agencias espaciales
estadunidense, canadiense y europea. Ocho viajaron en misiones del
transbordador espacial de unas dos semanas. Dieciocho estuvieron en misiones de
la EEI de unos seis meses y cuatro en misiones de la EEI de aproximadamente un
año.
El cambio de volumen ventricular en los astronautas tras
misiones cortas fue escaso o nulo. El aumento se produjo en los astronautas
tras misiones de seis meses o más, aunque no hubo diferencias entre los que
volaron durante seis meses y los que lo hicieron durante un año.
"Esto sugiere que la mayor parte del agrandamiento
ventricular se produce durante los primeros seis meses en el espacio, y luego
empieza a disminuir alrededor del año", afirma McGregor.
El hecho de que el agrandamiento no empeorara después de seis
meses podría ser una buena noticia para futuras misiones a Marte, en las que
los astronautas podrían pasar dos años en microgravedad durante el viaje.
"Este hallazgo preliminar es prometedor para la salud
cerebral de los astronautas durante misiones de larga duración, pero sigue
siendo importante que examinemos los datos de resonancia magnética de un grupo
mayor de astronautas y tras misiones aún más largas", señaló McGregor.
Seidler añadió que la ausencia de agrandamiento tras vuelos
de corta duración es una buena noticia para quienes se planteen realizar viajes
cortos de turismo espacial, a medida que se desarrolle este sector.
Las condiciones de microgravedad también provocan otros
efectos fisiológicos debido a la menor carga física que soporta el cuerpo
humano. Entre ellos, atrofia ósea y muscular, cambios cardiovasculares,
problemas con el sistema de equilibrio del oído interno y un síndrome ocular.
Otra preocupación es el elevado riesgo de cáncer debido a la mayor exposición a
la radiación solar que pueden sufrir los astronautas cuanto más se alejan de la
Tierra.
Reuters /
Tomado de La Jornada / México. Imagen: AFP.