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28 mayo, 2023

¿Conoces el Kintsugi? Así es el arte de apreciar las cosas rotas

Este arte único nos enseña importantes lecciones sobre la aceptación, la resiliencia y la apreciación de la historia detrás de cada objeto

Helena Celma

En un mundo donde la perfección a menudo se busca y se valora, existe un antiguo arte japonés que celebra la belleza en la imperfección. El kintsugi, también conocido como "la reparación dorada", es un método de restauración de cerámica rota que no solo repara los objetos, sino que también los embellece y les otorga un nuevo significado. Este arte único nos enseña importantes lecciones sobre la aceptación, la resiliencia y la apreciación de la historia detrás de cada objeto.

 Orígenes e historia del kintsugi 

El kintsugi se remonta al siglo XV en Japón, durante la era Muromachi. En ese momento, los objetos de cerámica valiosos eran considerados tesoros y se reparaban cuidadosamente en lugar de ser descartados. Los primeros métodos de reparación utilizaban grapas de metal para unir las piezas rotas, pero con el tiempo, los artesanos japoneses desarrollaron el kintsugi como una técnica más estética y duradera.

El proceso del kintsugi

El kintsugi es más que una simple reparación; es un proceso creativo que transforma los defectos en características destacadas. En lugar de ocultar las grietas y roturas, se resaltan y se llenan con laca mezclada con polvo de oro, plata u otros metales preciosos. La mezcla de laca y metal crea líneas doradas o plateadas que recorren las fisuras, creando un contraste visualmente atractivo entre lo viejo y lo nuevo.

 Filosofía y lecciones del kintsugi

 El kintsugi va más allá de la mera reparación física. Su filosofía se basa en la aceptación de la impermanencia y la transitoriedad de la vida. Aquellos que practican y aprecian el kintsugi ven las cicatrices y las marcas como parte integral de la historia de un objeto, honrando su pasado en lugar de ocultarlo. El kintsugi nos recuerda que nuestras imperfecciones y heridas también pueden ser motivo de belleza y orgullo.

 Metáfora para la vida

 El kintsugi se ha convertido en una metáfora poderosa para nuestras propias vidas. Cada uno de nosotros atraviesa experiencias dolorosas, fracasos y adversidades a lo largo del camino. En lugar de tratar de ocultar esas heridas, podemos aprender del kintsugi y abrazar nuestras imperfecciones. Al igual que las piezas de cerámica reparadas, nuestras cicatrices pueden convertirse en marcas de fortaleza y crecimiento personal. El kintsugi nos enseña a ver la belleza en nuestras propias imperfecciones y a apreciar la resiliencia que se desarrolla a través de la superación de los desafíos.

Tomado de Catalunya Press / España.