Washington. Una comunidad pesquera del sur de Brasil tiene un aliado
inusual: los delfines salvajes.
Los relatos de personas y delfines que trabajan juntos para
cazar peces se remontan a milenios, desde la época del Imperio Romano cerca de
lo que ahora es el sur de Francia hasta el siglo XIX en Queensland, Australia.
Sin embargo, si bien los historiadores y los narradores han relatado el punto
de vista humano, ha sido imposible confirmar cómo se beneficiaron los delfines,
o si se aprovecharon de ellos, antes de que los micrófonos subacuáticos y el
sonar pudieran rastrearlos bajo el agua.
En la ciudad costera de Laguna, los científicos, por primera vez, utilizaron drones, grabaciones de sonido subacuático y otras herramientas para documentar cómo la población local y los delfines coordinan acciones y se benefician del trabajo de los demás.
Los humanos y los delfines más exitosos son hábiles para leer
el lenguaje corporal de los demás. La investigación fue publicada ayer en la
revista Proceedings, de la Academia Nacional de Ciencias de
Estados Unidos.
Los residentes de Laguna trabajan con delfines nariz de
botella salvajes para atrapar cardúmenes de peces plateados migratorios
llamados salmonetes. Es una alianza localmente famosa que ha sido registrada en
textos periodísticos desde hace 150 años.
“Este estudio muestra claramente que tanto los delfines como
los humanos están prestando atención al comportamiento de los demás, y que los
delfines proporcionan una pista sobre cuándo se deben lanzar las redes”,
explicó Stephanie King, bióloga que estudia la comunicación con esos animales
en la Universidad de Bristol y que no participa en la investigación.
“Este es un comportamiento cooperativo realmente increíble”,
agregó. “Al trabajar con los delfines”, la gente captura más peces, “y los
delfines también tienen más éxito en la búsqueda de alimento”.
Los delfines y los humanos son animales sociales altamente
inteligentes y longevos, pero cuando se trata de pescar, tienen habilidades
diferentes.
Agua turbia
“El agua está realmente turbia aquí, por lo que la gente no
puede ver los bancos de peces, pero los delfines usan sonidos para
encontrarlos, emitiendo pequeños clics”, al igual que los murciélagos usan la
ecolocalización, sostuvo Mauricio Cantor, biólogo marino de la Universidad
Estatal de Oregon y coautor del estudio.
Mientras los delfines arrean a los peces hacia la costa, la
gente corre hacia el agua con redes de mano.
“Esperan a que los delfines les indiquen exactamente dónde
están los peces; la señal más común es lo que los lugareños llaman ‘un salto’ o
una zambullida profunda repentina”, agregó Cantor, también afiliado a la
Universidad Federal de Santa Catarina en Florianópolis, Brasil.
Los investigadores utilizaron un sonar y micrófonos
submarinos para rastrear las posiciones de los delfines y los peces, mientras
los drones registraron las interacciones desde arriba y los dispositivos GPS
conectados a las muñecas de los residentes registraron cuando arrojaron sus
redes.
Cuanto más sincronizaron las personas su lanzamiento de redes
con las señales de los delfines, más probable era que lograran una captura
grande.
Entonces, ¿qué hay para los delfines? Las redes descendentes
asustan a los peces, que se dividen en cardúmenes más pequeños que son más
fáciles de cazar para los delfines. “Los delfines también pueden tomar uno o
dos peces de la red; a veces los pescadores pueden sentir que los delfines
tiran un poco de la red”, aclaró Cantor.
Los residentes de Laguna clasifican a los delfines
individuales como “buenos, malos o perezosos”, según su habilidad para cazar y
su afinidad por cooperar con los humanos, añadió. La gente se emociona más
cuando ve un delfín “bueno” acercándose a la orilla.
“Estos delfines y humanos han desarrollado una cultura de
alimentación conjunta que les permite a ambos hacerlo mejor”, destacó Boris
Worm, ecólogo marino de la Universidad de Dalhousie, en Halifax, Canadá, que no
participó en la investigación.
No está claro cómo surgió la cooperación de Laguna, pero ha
sobrevivido a múltiples generaciones de humanos y delfines, con conocimientos
transmitidos por pescadores y animales experimentados a la siguiente generación
de cada especie.
Aún así, a los investigadores en Brasil les preocupa que la
alianza Laguna, quizás una de las últimas de su tipo, también pueda estar en
peligro, ya que la contaminación amenaza a los delfines y la pesca artesanal da
paso a métodos industriales.
Tomado de La Jornada / México – Foto: AP.