Dos estudios
publicados en la revista Nature dan a conocer los patrones de deshielo según la
topografía de la zona y describen cómo influyen las interacciones entre el
hielo y el océano.
Antártida se derrite gota a gota. Frente a la subida del
nivel del mar que sigue a la disolución progresiva del hielo polar, por
el calentamiento
global, los científicos se sumergen en el océano para indagar cómo ocurre
ese derretimiento y hacer posibles algunas acciones preventivas (o de
mitigación). Una de estas misiones se ha dado a conocer hoy, a través de dos
artículos sobre el glaciar Thwaites, publicados en la revista Nature.
Thwaites es el nombre de un inmenso glaciar de la Antártida que desemboca en el emblemático mar de Amundsen. En ese gran glaciar de la región antártica occidental —que tiene la dimensión territorial del Reino Unido o el tamaño del estado de Florida, en Estados Unidos— se ha llevado adelante el MELT Project, el estudio conjunto de un equipo internacional, integrado por dos grupos de científicos, uno británico y otro estadounidense.
Glaciares antárticos
Investigar uno de los glaciares antárticos que cambia
vertiginosamente su constitución resultaba imperativo. En este caso, gran parte
de la capa helada se encuentra por debajo del nivel del mar, por lo cual es
susceptible de una pérdida rápida de hielo, que podría elevar dicho nivel
global del mar en más de medio metro, durante los próximos siglos.
El oceanógrafo Peter Davis, del British Antarctic Survey
(BAS), y uno de los autores del trabajo, explica: “El glaciar Thwaites, en la
Antártida occidental, está enterrado bajo el nivel del mar, en un lecho rocoso
que se profundiza tierra adentro y, por tanto, sometido al riesgo potencial de
sufrir un colapso rápido e irreversible”. En sus propias palabras, este colapso
podría elevar el nivel del mar en una magnitud que “tendría consecuencias
sustanciales para las poblaciones costeras de Europa y de todo el mundo
De ahí que, según el científico que lideró el equipo
británico, “necesitemos comprender los procesos que están impulsando el
retroceso de este glaciar para poder predecir con precisión el ritmo y la
medida de incremento futuros del nivel del mar”.
Grietas, escaleras y toboganes naturales
El glaciar Thwaites constituye uno de los sistemas de hielo y
océano que se transforma a mayor velocidad. En efecto, la parte en que el
glaciar conecta con la tierra, en el lecho marino, se ha separado unos 14
kilómetros desde finales de la década de 1990.
“El deshielo en la línea que se acopla con la tierra, debajo
de la plataforma sólida (en la extensión flotante del glaciar), es un proceso
clave que controla la contribución de los glaciares al futuro aumento del nivel
del mar”, argumenta Davis.
Fue en esa zona de frontera del glaciar con el fondo
submarino donde el equipo MELT realizó las observaciones —más precisamente,
debajo de la plataforma de hielo oriental del Thwaites—, con el fin de
comprender cómo interactúa la capa helada con el océano en ese sector crítico.
Diferentes procesos que ocurren bajo el hielo flotante
Allí, los científicos pudieron ser testigos de los diferentes
procesos que ocurren bajo el hielo flotante y constatar que si bien hay una
disolución inferior a la esperada debajo de gran parte de la plataforma, el
hielo se diluye más rápidamente en grietas y hendiduras, por lo que el
glaciar sigue retrayéndose. Con todo, los resultados muestran que la tasa
actual de deshielo es más lenta de lo que estiman actualmente muchos modelos
informáticos.
Así lo describe el investigador británico: “Observamos que
las superficies de hielo planas reducen la tasa de fusión, pero esta se
incrementa fuertemente en las caras de hielo inclinadas o verticales”. En
ocasiones, según reseña el estudio, el derretimiento genera una topografía en
forma de escalera, en el fondo de la plataforma, por lo que, en esas franjas,
el hielo se funde con más celeridad.
El autor destaca que “estas complejas interacciones
hielo-océano no están actualmente incorporadas en los modelos climáticos, lo
que aumenta nuestra incertidumbre en las proyecciones futuras del nivel del
mar”.
Con la ayuda de un robot submarino
Los artículos de la revista Nature brindan una imagen
más clara de los cambios que van transformando el glaciar desde abajo. Para
evaluar esas mutaciones, cada uno de los equipos hizo una aproximación
diferente a la franja del glaciar que entronca con la tierra.
Davis lo describe de la siguiente manera: “Al colaborar con
Britney Schmidt, combinamos nuestra experiencia en el acceso al océano,
mediante perforaciones en la plataforma de hielo oriental del Thwaites,
con la tecnología que contiene su vehículo submarino, conocido como Icefin.
Esto nos dio una capacidad sin precedentes para explorar las complejas
interacciones entre el hielo y el océano que tienen lugar en ese sector de
conexión a tierra”.
A finales de 2019, los científicos del BAS tomaron medidas en
el océano, a través de un pozo de 600 metros de profundidad, a unos dos
kilómetros de la línea de conexión a tierra, gracias a un taladro de agua
caliente. Estas se compararon con las observaciones de las tasas de deshielo
tomadas en otros cinco sitios, debajo de la plataforma.
La base del hielo se había derretido
En un periodo que duró unos nueve meses, pudieron comprobar
que, en ese sector, el agua de mar se volvía más cálida y presentaba
mayor concentración salina, pero la base del hielo se había derretido, de
promedio, entre 2 y 5 metros por año (una cifra menor a la prevista en el
modelo anterior).
Sobre estos hallazgos, el autor señala que los resultados han
sido “una sorpresa” y, sin embargo, el glaciar todavía está “en problemas”. Si
una plataforma de hielo y un glaciar “están en equilibrio”, el hielo del
continente compensará lo que se funde o se desprende, pero los científicos
encontraron que, pese a que el deshielo va a un ritmo menor al estimado,
“todavía hay un retroceso rápido del glaciar”, lo que les hace pronosticar que
“no se necesita mucho para desequilibrarlo”.
Por su parte, la doctora Britney Schmidt, de la Universidad
de Cornell, EE UU, y su equipo desplegaron el robot a través de la perforación
ejecutada por el grupo británico. De esta forma pudieron acceder a esas zonas
profundas de conexión con la tierra que antes resultaban casi imposibles de
inspeccionar.
Efecto de embudo
Gracias a las observaciones del Icefin descubrieron, debajo
de la plataforma de hielo, que esas formaciones como escaleras (o terrazas y
precipicios) se derriten con rapidez. Y esto es particularmente llamativo en el
caso de las grietas, que hacen un efecto de embudo por el que se canalizan el
calor y la sal, ensanchándolas.
En la presentación del trabajo conjunto, Schmidt, autora
principal del segundo estudio, lo resume así: “Estas nuevas formas de observar
el glaciar nos permiten comprender que no se trata solamente de saber cuánto se
está derritiendo, sino cómo y dónde ocurre el deshielo en estas partes tan
cálidas de la Antártida”.
La científica concluye: “vemos grietas, y probablemente terrazas,
a través de glaciares en proceso de calentamiento como el Thwaites. El agua
caliente está entrando por esas fisuras, ayudando a desgastar el glaciar en sus
puntos más débiles”. Antártida se derrite gota a gota.
Fuente: Econoticias.com