El sesgo de género con que se juzga a la primera ministra de
Finlandia
La mandataria finlandesa recibe fuertes críticas a partir de
las imágenes de fiesta junto a amigos. El historial festivo de los líderes
hombres revela más laxitud con ellos.
"Bailó salvajemente con varios
hombres". "Estaba claramente intoxicada". "Actuaba como una
soltera de 20 años". "Estaba desatendiendo sus funciones como primera
ministra". Son algunas de las críticas que persiguen a la
mandataria finlandesa, Sanna Marin, desde que el tabloide sensacionalista Iltalehti publicó
varios vídeos en los que se la ve bailando en una discoteca junto a sus
amigos.
La líder socialdemócrata se convirtió en 2019 en primera ministra a la edad de 34 años. A día de hoy es la tercera mandataria más joven del mundo. Durante los últimos años ha tenido que lidiar con la pandemia del coronavirus y con la guerra de Ucrania en el país europeo que más frontera comparte con Rusia: 1342 kilómetros. Marin ha dado un giro copernicano en la política exterior y de seguridad en su país impulsando la entrada de Finlandia a la OTAN, que está a la espera de la ratificación en los Parlamentos de los 30 países aliados. Entre los pocos que todavía no lo han hecho se encuentran Turquía, Hungría y España.
Helnsinki es, además, una de las
capitales que aboga por una mano más dura con Moscú. La próxima semana
liderará, por ejemplo, la propuesta para imponer un veto europeo al turismo
ruso. Pero Marin ocupa las portadas de toda la prensa internacional no por su
recorrido político, sino por una salida nocturna en su tiempo libre, "como
cualquier persona normal". "Confío en que la gente entienda que
el tiempo de ocio y el tiempo de trabajo se pueden separar", aseguró en
una comparecencia de prensa ante los medios poco después de que la polémica se
hiciese viral con el empujón de las redes sociales.
La extrema derecha del Partido de
los Finlandeses exigió que se sometiese a una prueba de narcóticos
La oposición de su país ha
aprovechado este momentum para desacreditarla. La extrema
derecha del Partido de los Finlandeses exigió que se sometiese a una prueba de
narcóticos tras difundir la teoría de que habría consumido sustancias ilegales.
"En los últimos días se han hecho públicas acusaciones bastante
graves de que he consumido drogas. Por mi propia protección legal, aunque
considero que la exigencia de un test de drogas no es razonable, me he sometido
a un test de drogas para borrar tales sospechas", aseguró ante la prensa.
El escándalo ha desatado una ola de
reacciones. En su país natal y en la vecina Dinamarca se ha
organizado una campaña de mujeres en "solidaridad con Sanna". En
España, la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, ha asegurado en una
entrevista en TVE que tales "valoraciones no se he hubieran hecho nunca si
en lugar de haber sido una primera ministra hubiera sido un primer
ministro".
En el otro lado del canal de La
Mancha, el primer ministro Boris Johnson protagonizó fiestas en su residencia
de Downing Street y en el Parlamento británico en 2020, cuando todo
el país se encontraba sometido a severas restricciones por la pandemia del
coronavirus. Hasta 16 fiestas se organizaron en plena cuarentena. El
mandatario tory llegó a enviar una carta de disculpas a la reina Isabel II por
el conocido como PartyGate, pero el escándalo no terminó con su
puesto, que ha terminado dejando recientemente tras la estampida de sus
ministros.
A finales del año pasado, Sunday
Times reveló que 11 de los 12 baños analizados en Westminster tenían
trazas de diferentes drogas, pero no se realizó ningún control en la cámara.
Marin, por su parte, se ha visto sometida a una caza de brujas que le ha
obligado a afirmar que nunca ha probado sustancias ilegales. Quien sí reconoció
haberlo hecho durante su juventud fue el expresidente estadounidense Barack
Obama.
Berlusconi fue condenado por abuso
de autoridad y por pagar para tener sexo con una menor
Dentro de las fronteras europeas,
al expresidente de la Comisión Europea siempre le acompañó la sombra
de su debilidad por el alcohol. Algunas de sus apariciones despertaron
polémica. En una cumbre europea saludó a Víktor Orbán al grito de
"Hi, dictator"; y en otra alborotó el pelo de una primera ministra.
En un encuentro de 2018, se le vio desconcertado y caminando con torpeza
ayudado por su equipo, que frente a los rumores de ebriedad alegó que el
exprimer ministro luxemburgués había sufrido un ataque de ciática. En la
institución hermana, el eurodiputado de Vox, Hermann Tertsch, intervino
en una sesión del Parlamento Europeo desde un bar cuyo fondo mostraba botellas
de alcohol y abucheos de otros comensales para que se fuese a otro sitio.
Pero hablar de escándalos y fiestas
entre líderes en la UE es hablar de Silvio Berlusconi. El exprimer
ministro transalpino fue condenado por abuso de autoridad y por pagar para
tener sexo con una menor. El conocido como Caso Ruby desveló cómo el magante
organizaba orgías en las que participó una menor marroquí, que se prostituyó al
menos una decena de veces en la casa del por entonces primer ministro durante
las bautizadas como fiestas sexuales Bunga-Bunga.
Este historial pone de relieve el
sesgo de género que acompaña a las mujeres, especialmente bajo escrutinio
cuando alcanzan cargos de responsabilidad. En el seno de la UE, Marin es la
líder más joven y es también una de las pocas mujeres en el poder. La brecha de
género es especialmente notable en los puestos de directivos. Los datos de la
Comisión Europea muestran que menos del 7% de los altos cargos de las empresas son
mujeres.
Tomado de Página 12 / Argentina - Imagen:
AFP.