En La tinta, hablamos con Juan
Soroeta, profesor vasco de Derecho Internacional Público y especialista en la
situación del Sahara Occidental y la lucha de su pueblo por la independencia.
Por Leandro Albani para La tinta
Juan Soroeta, profesor titular de
Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad
del País Vasco (UPV), es claro cuando habla del Sahara Occidental y de
Marruecos, el Estado que ocupa ilegalmente gran parte de un territorio que le
pertenece al pueblo saharaui. Sobre este pueblo, dice que su resistencia crece
día a día. Sobre la monarquía marroquí, controlada con puño de hierro por el
rey Mohammed VI, asegura que es una bomba a punto de explotar. Y esa explosión,
según Soroeta, no solo afectará a África, sino a una buena parte de Europa,
donde Francia y España son los aliados internacionales de un Estado policial
que somete a saharauis, rifeños y a los propios marroquíes sin ningún tipo de distinción.
En diálogo con La tinta, el también presidente de AIODH (Asociación Internacional para la Observación de los Derechos Humanos) se refiere al conflicto que desde hace más de cuarenta años enfrenta al Frente Polisario, representante legítimo de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), y al régimen marroquí, un ocupante ilegal con características similares -y escalofriantes- a las que Israel aplica al pueblo palestino o Turquía a la población kurda en su territorio.
La historia de los y las saharauis
está marcada por la colonización española y posteriormente la marroquí. En el
medio, una guerra entre el Frente Polisario y el reino alauita que finalizó en
1991 con la promesa internacional de la celebración de un referéndum de
autodeterminación, que le permitiría a la población del Sahara Occidental –la
que vive bajo ocupación y la que se encuentra desplazada desde la década de
1970 en los campamento de Tinduf, en el sur de Argelia- decidir si optaban por
la creación de su propio Estado independiente o seguir bajo la administración
marroquí. Ese referéndum nunca se realizó. Las trabas puestas por Marruecos,
Francia y España fueron la principal razón para que suceda esto.
Desde el 2020, el conflicto bélico
se reavivó y el Frente Polisario anunció que sus armas estaban, otra vez, en el
centro de la lucha política. La guerra actual, con repercusiones mínimas en los
medios de comunicación internacionales, no parece tener un final cercano.
Justicia a medias
Desde hace varias décadas, la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), su Consejo de Seguridad y el
Tribunal Internacional de Justicia emiten resoluciones y sentencias judiciales
que avalan la creación de un Estado saharaui independiente. Este derrotero
político-judicial, junto a las permanentes campañas de concientización y
denuncias por parte del Frente Polisario, permitieron que el Sahara Occidental
sea reconocido como Estado por más de 80 países e integre la Unión Africana
(UA).
Así y todo, buena parte del
territorio histórico saharaui sigue ocupado por Marruecos. Soroeta resume los
vaivenes de esta historia: “Desde las resoluciones en la década de 1950 en la
Asamblea General de la ONU hasta que España se marchó del territorio y hasta
ahora, se sigue reivindicando el derecho del pueblo saharaui. Después de 15
años de guerra, en 1991, se llegó a un acuerdo que obtuvo el visto bueno del
Consejo de Seguridad para la celebración de un referéndum con una pregunta que
era independencia o integración, con un censo que ya está hecho por Naciones
Unidas. La única razón por la que no se hace el referéndum es porque
Francia veta, en el Consejo de Seguridad, cualquier solución”.
Soroeta explica que, en el derecho
internacional, hay dos vías de soluciones en el marco de la ONU. El primero se
basa en el capítulo sexto de la Carta de Naciones Unidas, titulado Arreglos
pacíficos de controversias, que implica que el organismo internacional
acompañe a las partes en conflicto para que una negociación llegue a un
acuerdo. Entre Marruecos y el Frente Polisario, “esto ya se consiguió”, asevera
el profesor de la UPV. Y agrega: “Desde el momento en que Marruecos, en el año
2000, dijo que nunca iba a aceptar un referéndum de autodeterminación, el
capitulo sexto murió. Entonces, la forma es el capítulo
séptimo y que el Consejo de Seguridad apruebe una resolución en la
que diga que el propio organismo va decidir la celebración del referéndum, va a
realizar un censo de la población y va a hacer respetar el resultado a las
partes. Pero ahí aparece Francia y veta. Esto lo hace sistemáticamente desde
1990”.
En esta historia, recuerda Soroeta,
“la Corte Internacional de Justicia dejó claramente establecido que la forma de
resolver el conflicto es mediante un referéndum de autodeterminación”. A su
vez, existe una estancia judicial que el Frente Polisario comenzó a
utilizar en 2002, cuando presentó denuncias en el Tribunal de Justicia de la
Unión Europea (TJUE) para frenar los acuerdos
de pesca y comercio con los cuales Marruecos comercializa la
producción extraída del territorio saharaui. En 2021, el TJUE anuló esos
acuerdos, argumentando que la comunidad internacional no reconoce el territorio
ocupado como parte de Marruecos
“Ya tenemos las dos sentencias, una
para cada acuerdo, y estamos esperando la sentencia en Casación del Tribunal de
Justicia –explica Soroeta-. Si se las confirma, supone un paso fundamental para
los saharauis, porque dice que los acuerdos son nulos si no cuentan con el
visto bueno del pueblo saharaui, que debe ser manifestado por el Frente
Polisario. Hay que ir por la vía jurídica, pero el problema es que Marruecos lo
único que dice es que el Sahara es parte de su territorio y se acabó”.
Un Estado policial
Marruecos no solo ocupa el
territorio saharaui. El Rif es otra región, en el norte de África, que controla
con la venia de España, que fue la potencia colonizadora hasta bien entrado el
siglo XX. Los y las rifeñas no se consideran marroquíes, sino que son bereberes
que tienen su propia lengua –dividida en varios dialectos- y cultura.
El reino de Mohammed VI, por
supuesto, no muestra ningún interés en resolver los conflictos saharaui y
rifeño. “Salvando las distancias, es lo que hace Israel en Palestina. Hay
resoluciones, dictámenes de la Corte Internacional y, así y todo, sigue colonizando
el territorio palestino –remarca Soroeta-. En el caso de Marruecos, que está
ubicado estratégicamente, pero es un país pequeño, es una bomba de relojería”.
En el Rif, según el docente de la
UPV, las tensiones con Rabat siempre están latentes. Las masivas protestas que,
en 2016, se dieron en la región, terminaron con la represión marroquí y juicios
contra manifestantes, a los que les aplicaron penas de cárcel de 20 años a
cadena perpetua.
Para Soroeta, no hay duda de que
Marruecos es un “Estado policial”, donde la única respuesta a las demandas de
saharauis y rifeños es la represión y los juicios “teatrales”, en los cuales se
condena a las personas sin ningún tipo de pruebas. Esta metodología quedó
expuesta en 1990, cuando el periodista francés Gilles Perrault publicó el
libro Nuestro amigo el rey, donde detalla el sistema opresivo
llevado adelante por el rey Hasan II, padre del actual monarca marroquí.
“Marruecos es el mayor puerto de
entrada de droga hacia Europa. El tema de la inmigración es organizada por
Marruecos. Es un Estado policial. Yo he estado en los territorios
saharauis ocupados como ciudadano internacional y ahí no se mueve nadie sin que
lo sepa la policía. Es imposible que una embarcación salga de las costas saharauis
o de Marruecos, y que no lo sepa la policía. Es más, eso está organizado por la
policía”, grafica el académico.
¿Plan de autonomía?
A principios de este año, el
gobierno del presidente español Pedro Sánchez manifestó su apoyo al denominado
“plan de autonomía” impulsado por Marruecos para todo el territorio
saharaui. En realidad, la revelación fue hecha por la propia monarquía
marroquí, que difundió una carta del mandatario español apoyando esta
iniciativa. Para Marruecos, el hecho de que la correspondencia diplomática es
secreta no importó. Para España, lo que ocurrió fue un golpe directo en sus
relaciones diplomáticas y comerciales con Argelia, el principal país de África
que apoya al pueblo saharaui.
“Cualquiera que conozca Marruecos,
sabe que una autonomía es una utopía, una quimera absoluta –asevera
Soroeta-. Lo digo abiertamente: España está apoyando la ocupación militar
de Marruecos en el Sahara Occidental. La autonomía puede ser una opción dentro
de la autodeterminación, en una consulta que también esté la independencia.
Autonomía sí o autonomía no, no es autodeterminación. Un pueblo puede elegir
convertirse en un Estado independiente o integrarse a un Estado, que puede ser
como el Estado español, que es descentralizado, o el de Marruecos, ultracentralizado.
Pero la autonomía no deja de ser la misma versión que la integración”.
Aunque públicamente España siempre
manifestó su apoyo al referéndum de autodeterminación, en la realidad, nunca
cumplió sus obligaciones de “potencia administradora” del territorio, luego de
su huida intempestiva del Sahara Occidental en 1975.
El plan de autonomía fue anunciado
con bombos y platillos por el reino de Marruecos, ¿pero existe
realmente? La incógnita la revela el propio Soroeta: “No existe nada de
eso, es una imagen que quieren dar. En el Plan Baker II (propuesto por la ONU
en 2003), se preveía que iba a ver una autonomía en el territorio, después unas
elecciones en que podían participar y ser elegidos los saharauis que habían
sido incluidos en el censo de Naciones Unidas. Era una autonomía en muchas
materias y, al finalizar esos cinco años, se celebraría un referéndum de
autodeterminación, en el que iban a participar los saharauis y los residentes
marroquíes. En ese momento, el número de marroquíes más que duplicaba el número
de saharauis”.
El Frente Polisario aceptó la
propuesta, pero Rabat la rechazó. ¿La razón? Según cuenta el académico vasco,
los y las saharauis dijeron que, si tenían cinco años de autonomía, iban a
convencer a la población marroquí que vive en el territorio del Sahara ocupado
para que se sumen al nuevo Estado independiente. “Cuando le preguntaron en el
Parlamento francés a Peter Van Walsum, que fue un enviado del secretario
general de la ONU en la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum
del Sahara Occidental), cómo era posible que Marruecos no aceptaba un plan que
era claramente pro-marroquí, Van Walsum respondió que Marruecos no se fía del
voto de sus propios ciudadanos”, resume Soroeta.
La guerra silenciada
“Es un arma de presión, al igual
que otras”, dice Soroeta sobre la vuelta a las armas del Frente Polisario. “Los
saharauis son conscientes de que nunca ganarían una guerra contra Marruecos,
porque tiene uno de los ejércitos más poderosos de África y los saharauis
tienen poca cosa –agrega-. Creo que a esto el Polisario lo tendría que haber
hecho mucho antes, porque, en el 2000, cuando Marruecos dijo que nunca iba a
haber un referéndum, los saharauis dijeron ‘dejamos las armas por las
urnas’, pero si no hay urnas, entonces hay que volver a las armas”.
El esfuerzo constante del Frente
Polisario por encaminar el futuro del Sahara Occidental por las vías
diplomáticas se resquebrajó hace dos años. La violación por parte de Marruecos
de la soberanía del territorio saharaui, liberado durante la guerra que duró
hasta 1991, fue el detonante. “Tal vez, el contexto era mejor antes que ahora
–arriesga Soroeta-, porque, con la guerra en Ucrania, cualquier conflicto se
convierte en una cosa irrelevante. Ahora se ha hecho público algo que ya sabíamos
desde la época de la construcción del muro de separación que divide el
territorio ocupado del liberado: Marruecos colaboraba con Israel. Para la
población marroquí, ha sido un descubrimiento, porque pensaba que la monarquía
era la defensora de los derechos del pueblo palestino, pero resulta que está
colaborando. Marruecos está utilizando armamento israelí, todo el muro está
lleno de radares y de material de seguridad israelíes, está haciendo ataques
con drones israelíes. Es una guerra totalmente desigual”.
Aunque el reino de Marruecos
se percibe como un vencedor frente al pueblo saharaui, esa historia, cada día
más, se asemeja a una ficción. Soroeta, que conoce de cerca el territorio
ocupado, afirma que, en esa región, “ves a la gente en una resistencia diaria,
con un compromiso diario”. Para el académico vasco, el pueblo saharaui que vive
en los campamentos de refugiados en Tinduf está dispuesto a todo, pero a veces
da la sensación de “que están medio adormecidos”. “Los que están en los
territorios ocupados sufren la violación de sus derechos humanos todos los
días. Y la resistencia, en vez de disminuir, va creciendo y eso no va a parar
nunca”, destaca.
Esa resistencia permanente, para
Soroeta, “siempre va a ser una fuente de problemas para Marruecos”, a lo que se
suma la vía jurídica de la lucha, que “es una forma de complicarle la vida a la
monarquía, sus relaciones con la Unión Europea y con los demás Estados”. Al
considerar que Marruecos es un “polvorín”, el profesor de la UPV apuesta a que
el conflicto interno en Marruecos sea favorable para el Sahara Occidental. “La
Unión Europea tiene la teoría de que Marruecos garantiza la estabilidad, pero
es un país que, de un día para el otro, se puede venir abajo –finaliza
Soroeta-. El Rif es más de la mitad del país y de la población. Aparte, la
monarquía marroquí es mal recibida en todas partes. Es evidente que la
monarquía viola el derecho internacional y está integrada por matones”.
Tomado de Sahara Press - Foto: Álvaro León – Flickr.