Por RAFAEL
BLANCO *
La Venezuela de hoy ya no es aquella en la que llevábamos
nuestros hijos al colegio, accedíamos a un trabajo próspero y estable, bien
remunerado, adquiríamos nuestro apartamento con crédito hipotecario y
carro familiar a pagar por cuotas bancarias, seguros colectivos para ir a
clínicas de primera, vacaciones y paseos de fin de semana a la playa con la
familia o la celebración del grado o el cumpleaños del hijo o del sobrino, no,
esa Venezuela ya no existe, esa fue la anterior a la del Socialismo del Siglo
XXI.
Ahora el Presidente y el Gobernador bailan al fragor de su revolución bolivariana, anunciando vehículos iraníes por la modesta suma de entre 12 y 16 mil dólares que ningún ciudadano común puede pagar con un salario básico de 180 bolívares mensuales y un bono de la patria o subsidio de 31,20 bolívares, cuando el costo de Un dólar BCV está a 8,7 bolivares, asi como tampoco puede adquirir una canasta alimentaria decente, distinta a la bolsa de sobrevivencia CLAP, ni comprar una vivienda modesta, o una cama o una nevera, útiles escolares, ni medicinas con ese salario básico de hambre que amarra toda la estructura salarial pública y arrastra el salario del sector privado.
Entonces qué es lo que queda, pues el buhonerismo, la venta
de tortas y empanadas, la reparación de artefactos eléctricos o la de
vehículos, la prestación de servicios domésticos, de peluquería, de jardinería,
esa es la nueva clase emprendedora de Venezuela, y quizás algunos comerciantes
deslumbrados con los bodegones o con la apertura de la frontera con Colombia
para ver qué me toca, pero en realidad nada les tocará, porque no queda nada
más, las máscaras cayeron, la devaluación acabo con todo y con todos.
Pese a ello, el gobierno sigue de fiesta en fiesta dentro de
su mundo paralelo, estableciendo, eso si, nuevos centralismos y controles
poblacionales. El jefe de calle, el jefe del CLAP, el jefe del consejo
comunal, el jefe de esto, el jefe de aquello, por la modesta
asignación de unas míseras bolsas de víveres. El líder del CLAP se
siente poderoso frente a su humilde vecino, porque controla el gas, la comida,
y demás servicios públicos sin alcanzar a ver o comprender que tan sólo es un
vil instrumento de dominación o control del gobierno a sus vecinos, incluso de
su propia familia, condenándose a sí mismo a una vida miserable al vivir
pendiente de que puede ser sustituido de hecho por otro vecino si así lo ordena
el partido de gobierno, cerrándose de esa manera el círculo de dominación del
gobierno, con el propio temor personal del jefe vecinal a perder sus bolsas de
comida. Un cruel y perverso circuito de sometimiento por hambre.
Bajo esas tristes condiciones el pueblo no puede saber hacia
dónde va, ni puede siquiera pensar hacia dónde ir, porque está atrapado en un
régimen de sobrevivencia, y ante cualquier emergencia sólo le queda acudir a
las dádivas de familiares y amigos.
Corresponde al liderazgo opositor marcar la salida, la ruta
de escape, de cambio, pero no tiene tiempo de hacerlo porque tarde comprendió
que se equivocó al convocar la abstención y consolidar al gobierno
perdiendo en el camino el fervor popular.
Ahora esta distraída en su propio festival electoral para
escoger un candidato presidencial con el cual intentar enfrentar al gobierno,
sin valorar nada más, arrastrando tras de sí a otros partidos políticos y
algunos de los entes de la sociedad civil que candidamente les han venido
acompañando, para que anoten sus competidores o les apoyen sus postulados, no
porque estén seguros que vayan a ganar nada, sino para recuperar su
representación política, para poder figurar y retarse los unos con los
otros, mientras el grueso de la población no les para porque como ya
dije, el pueblo sólo está interesado en su diario sustento y no en primarias
partidistas.
Como goza el Presidente Maduro con esa descolocada
competencia electoral opositora, de paso les da el fuetazo de las elecciones
regionales y municipales en el 2025, que si bien están en la Ley, él se
las recuerda para alborotarlos y distraerlos más aún, avivando la borrachera
electoral del todos contra todos opositor.
La oposición en general lo que debería es estar acompañando
al pueblo en la resolución de sus calamidades, acompañándolo activamente
en el reclamo de auténticas reivindicaciones sociales como por ejemplo el pago
de una jubilación y pensión justa para los ancianos. En la defensa de la
autonomía municipal hoy comprometida en Segunda Discusión de una Ley de
Compensación Tributaria en la Asamblea Nacional, o quizás en la lucha por la
defensa de la integridad de la familia venezolana amenazada desde el poder
central cuando se plantean nuevos escenarios de confrontación social entre
ricos y pobres, entre blancos y negros o entre homosexuales y heterosexuales,
en la ley del aborto, etc, para así ahondar su pregonada lucha de clases
y consolidar el nuevo estado socialista promovido desde el oscuro centro
operacional de la izquierda internacional.
*Tw: @rnegroblanco
It: @rafaelnegroblanco