Por Rafael Blanco *
Las sombras de nuestro pasado se imponen caprichosamente a
nuestro presente. Hoy día no somos más que un país quebrado, reflejo de esas
brumas que se imponen y nos obligan a multiplicar los fallos a medida que
transcurren las horas del día, con nuevas y malas decisiones influidas por esas
nieblas que a su vez convierten nuestro presente en viejas y nuevas sombras
llamadas a oscurecer nuestro futuro.
Tal criterio nos conduce en lo inmediato a volver al pasado para comprender el presente y construir un mejor porvenir.
En esa idea, rememoremos la responsabilidad de la
partidocracia asfixiante, los reconcomios de los notables, las ínfulas de
quienes lideraban medios y grupos empresariales, el abandono emocional de la
ciudadanía en ese reino idílico para algunos, pero muy lejano para muchos,
quienes buscaron y encontraron su Dios vengador en un ignaro, que cual
barbarazo arrasó con todo y no satisfecho con ello nos endosó sus herederos que
no han sabido campear el cúmulo de errores dejados por él porque tampoco
estaban preparados para ello.
Pareciera llegada la hora de sacudirnos la corcha, de
zafarnos de esta pléyade de lideres políticos y estrategas económicos incapaces
de ver más allá de su presente. Quisiera verles la cara a quienes
señalaban que Venezuela se había enrumbado y se estaba recuperando, voceros
gubernamentales, empresariales, profesionales y hasta vecinales, lo cantaban
escudados tras la sombra de una precaria e insostenible estabilidad de nuestra
moneda, obviando la catajarra de ceros eliminados en los últimos años y soñando
haber vuelto al 4,30 por dólar. Haciéndose los desinformados en cuanto a que
tal estabilidad respondía a la quema de bolívares semanales para mantener un
cambio falso y aparentar abatir la inflación.
Las mismas prácticas, los mismos errores, las mismas consecuencias,
las mismas viejas y nuevas sombras del fracaso venezolano.
Dónde están la confianza y los acuerdos para atraer la Banca
Multilateral, las inversiones privadas extranjeras para ayudarnos a reconstruir
nuestra precaria economía.
Donde está la seguridad para esas inversiones, sino podemos
garantizar, ni agua, ni energía eléctrica ni siquiera la seguridad de nuestros
médicos en nuestras escuelas, templo de nuestros hijos. Sólo disimulos,
silencios cómplices, como cómplices es la actitud ante el nuevo gobierno de
Colombia que avanza a pasos agigantados tras Monómeros, pero es necesario
restablecer las relaciones diplomáticas y las relaciones comerciales. Cómplices
somos tambien ante una eventual pérdida de Citgo, si no nos unimos en su
defensa.
Seguimos actuando bajo la sombra del pasado para vivir el
presente que segundo a segundo se convierte en pasado, necesario es construir
un nuevo futuro y producir nuevas sombras en base a un nuevo presente.
Debemos Unirnos para Progresar, Eduardo Fernández lo viene
diciendo desde hace años y muchos simulan no oírlo porque él no se deja seducir
con candidaturas ni con cantos de sirenas, sólo piensa en el futuro de
Venezuela y a diario promueve ideas y soluciones para salir del atolladero, pasa
que seguimos apresados en las sombras del pasado.
*Abogado y Analista Político
Instagram: @rafaelnegroblanco
Twitter: @rnegroblanco