Por RAFAEL BLANCO*
Quienes participamos de la actividad política en estos
momentos en Venezuela, tenemos una inmensa responsabilidad histórica con
el país. No me refiero en exclusiva al liderazgo nacional, sea éste
partidista, gremial, empresarial, universitario, vecinal o militar, esté
ubicado en el gobierno o en la oposición, no, esa corresponsabilidad alcanza a
los liderazgos medios e incluso los liderazgos de base en todos los ámbitos del
qué hacer nacional.
Estamos ante la encrucijada de tener que definir cuál es el país que tenemos, y cuál es el país que queremos de cara al futuro. Quizás por ello líderes de la envergadura de Eduardo Fernández y de Enrique Capriles exponen que no es el momento de elegir candidatos presidenciales, ni de primarias, sino que es el momento de delinear el país que aspiramos y queremos.
Los cambios que están aconteciendo a nivel global con la
remisión del liderazgo americano, la nueva ruta de la seda, los nuevos
virus, nuevas guerras que sólo pretenden redefinir fronteras y locaciones
de privilegio comercial y empresarial para los países en pugna, Ejem. China
radicalizando su soberanía sobre Taiwán, Rusia buscando controlar desde
Ucrania mejores salidas al mar negro, EE. UU. reliderizando la OTAN y por
ende Europa, empresas americanas liderando, junto a las españolas,
chinas, iraquíes, rusas e italianas, la explotación petrolera frente a Guyana y
trazando una horizontal de plataforma continental guyanés frente al Delta del
Orinoco, para un nuevo despojo de Venezuela que incluso nos bloquearía la única
salida que tenemos frente al Atlántico, todo a causa de la guerra entre
potencias por la primacía económica y lograr desbancar al Dólar como moneda de
convertibilidad mundial. Los nuevos avances tecnológicos, las nuevas
industrias, la lucha por el ambiente, la escasez de agua en el planeta, el
descongelamiento de glaciares con hundimiento y surgimiento de nuevas
geografías, todo un pandemónium global y aquí los venezolanos de hoy frente a
esos retos, inmersos en una chismografía de la que no se salva ni el Papa, en
una guerra chiquita por posiciones mediocres, eso sí, unos cuadrados con el
Este otros con el Oeste, quienes con el favor de Dios en algún momento y
gracias a la necesidad de sobrevivencia planetaria se pondrán de acuerdo y los
venezolanos quedaremos como siempre divididos, quebrados, arruinados, rezagados
en el desarrollo intelectual y económico de la humanidad y hasta con menos
territorio y menos mares.
En Venezuela resentimos todos esos hechos, no somos extraños
a la guerra económica mundial, además estamos en el peor momento, y ni siquiera
nos ocupamos del futuro del país que son nuestros niños.
Ambientes educativos atrasados y decadentes, maestros mal
pagados, niños mal alimentados y de muy bajo peso, peloteo oficial en la
responsabilidad del mantenimiento de las estructuras educativas y para colmo de
males ahora ANDIEP informa la inevitabilidad de incrementar la matrícula
educativa en un 80% tanto por el deterioro económico como por la urgencia de
incrementar el salario de sus maestros.
Estamos obligados a privilegiar una nueva Venezuela auto
sustentable, de emprendedores, una nueva Venezuela educada para el trabajo, un
país pensado para su desarrollo armonioso e inserto en el siglo XXI.
Si el liderazgo nacional se acuerda sobre estos y otros
temas, si los líderes regionales y locales sacudimos la dependencia de
directrices caraqueñas y nos enfocamos en lo que debemos resolver en nuestros
estados, más allá de la elementalidad partidista, de las miserables
pretensiones de liderazgo estadal, si más bien presionamos de abajo hacia
arriba por la prosecución de un Plan Nacional garantista de deberes y derechos
, quizás entonces habremos aportado algo a las generaciones venideras y
habremos cumplido aunque sea en parte con nuestra responsabilidad histórica
como venezolanos.
Saludos.
*Abogado y dirigente político.
Tw: @rnegroblanco
Ig: @rafaelantonioblanco