Una pareja de migrantes venezolanos sin papeles presentó una
denuncia por explotación laboral y ganó su caso. Sin embargo, no han conseguido
el respaldo necesario para impulsar su propio emprendimiento y hoy se sienten
casi secuestrados en Willemstad
La legisladora del partido MFK, Maria Nita, anuncia que presentará una
proposición al Parlamento de Curazao con el fin de aprobar una amnistía para
los migrantes indocumentados que residen en la isla.
“No hay una fecha exacta, pero estamos en el proceso”, contesta Nita al preguntarle cuándo elevaría esta iniciativa para que sea considerada por sus colegas. La parlamentaria explica a Crónicas del Caribe que su proyecto busca “organizar la situación de los indocumentados, que tiene un efecto financiero para el país”.
La legisladora Nita explica los pasos a seguir para la
discusión de su propuesta
La vocera del partido MFK apunta que si sus colegas suscriben
su planteamiento, posteriormente “tenemos que registrar a los indocumentados
para así tener información sobre las personas que permanecen en Curazao”.
Explotación laboral
Tras leer la nota publicada por Crónicas del
Caribe sobre los
derechos laborales de los migrantes indocumentados en Curazao, una pareja
de venezolanos se comunicó con este medio para compartir su propia experiencia.
Ella tiene 30 años y él, 41. Ambos solicitaron resguardar sus
identidades para evitar represalias. Llegaron a Willemstad en momentos
distintos: él arribó el 23 de noviembre de 2017 y su esposa se le unió el 5 de
enero de 2019. “Mi esposo emigró primero porque yo estaba embarazada en ese
momento”. Huyendo de la emergencia humanitaria compleja de Venezuela, los
dos se reencontraron en la isla, pero dejaron en casa a sus tres hijas
que hoy tienen 16, 8 y 4 años.
Los dos son panaderos y continuaron con su oficio en Curazao.
“Trabajamos en un local que fabricaba pan antillano. Hacíamos entre
seis y ocho sacos de harina por día, lo cual nos conllevaba unas 14 horas de
trabajo. Era un trabajo bastante fuerte”, relata la mujer.
En octubre de 2019, la pareja introdujo una denuncia de
explotación laboral ante el Ministerio del Trabajo. “A mi esposo le pagaban
1.700 florines al mes, menos del salario mínimo, y a mí, 1.100 florines, aunque
hacíamos el mismo trabajo”, detalla.
La jornada laboral de la pareja de venezolanos se extendía
por 14 horas
Como esta panadera había estudiado Derecho en Venezuela, supo
armar su caso, estudió las leyes locales y ejerció su derecho a la autodefensa
ante las autoridades. “La gente se aprovecha del migrante, pero yo
investigué y si tienes un contrato verbal eso es totalmente válido,
independientemente de tu estatus”, expone.
El Ministerio les dio la razón, pero el acuerdo no fue del
todo satisfactorio. Sus empleadores tendrían que pagarles 35
mil florines (19.600 dólares al cambio actual) en un lapso de 16 meses que
comenzó en marzo de 2020, coincidiendo con el inicio de la pandemia. “Eso hizo
que el dinero se diluyera en el tiempo entre los gastos que teníamos, aunque
pudimos invertir en herramientas para un emprendimiento propio en panadería”.
Sin apoyo
Para impulsar su negocio, tocaron las puertas de distintas
instituciones gubernamentales y de organizaciones humanitarias. Jamás los
apoyaron. “Nos respondían que la prioridad la tienen los curazoleños, pero
por qué no darme esa ayuda a mí que ya tenía un proyecto”, cuestiona
indignada. Trató de conseguir “garantes” entre venezolanos que residen
legalmente en la isla, mas solo consiguió “estafas y engaños”, lamenta.
“Hay migraciones positivas y hay muchísimos países que
tienen historias de éxito gracias a los migrantes, Curazao no puede seguir
escudándose en que ‘son un país pequeño’ porque en realidad aún tienen mucho
para dar”, afirma.
La pareja de venezolanos sigue en la isla, pero la
señora advierte que se siente “en una situación casi de secuestro”. La
razón: en diciembre de 2021 compró un boleto para retornar al país, pero a
última hora se suspendieron los “vuelos humanitarios” desde Curazao por
decisión del régimen de Nicolás Maduro. Seis meses después, estos vuelos no se
han reactivado.
“Mi esposo tiene
empleo aquí, yo por mi parte no he podido conseguir un trabajo estable. Ya
no sé a quién más pedir ayuda para regresarme y el costo de la vida aquí en la
isla me está asfixiando”, confiesa. Recuerda que no solo deben hacer frente
a los gastos cotidianos, sino que tienen que enviar dinero para la manutención
de sus tres hijas en Venezuela.
Sin papeles y sin respaldo, es muy difícil salir adelante.
“Son tres años y medio que tenemos en esta isla y solo somos una
historia más entre tantas que hemos conocido de emprendedores que terminan
huyendo de la isla. Tantas situaciones sencillamente te desgastan y quieres
salir nadando de aquí”, concluye.
Fuente: Crónicas del Caribe.