Por Orlando Hill Gallardo*
La Historia
En la Batalla de Carabobo, el día 24 de junio de 1821,
cuando el Batallón Bravos de Apure trata de entrar a la sabana en la
vanguardia, el General realista Miguel De La Torre los bloquea con los
Batallones Burgos, Infante y Hostalrich. 2.400 militares profesionales,
ordenados en cuadros que sabían disparar sincronizadamente, hicieron retroceder
2 veces a los llaneros causando muchos muertos.
Pero Bolívar tenía un
plan
Detrás de los Bravos de Apure había colocado a la Legión
Británica, a quien les ordenó entrar en batalla.
Ellos penetraron al campo en perfecto orden con los fusiles al hombro, sonido de clarines y tambores y su abanderado, el teniente Charles Ashdown de 24 años, con el tricolor de 8 estrellas en la mano.
Los llaneros miraron aquello con sorpresa, pues nunca habían
visto a los ingleses pelear y eso de ir a la guerra como en un desfile les impresionó.
Uno que otro inglés caía muerto, pero la marcha seguía incólume.
Solo cuando llegaron a 80 yardas del enemigo, el comandante
patriota de la Legión, Ildeston Ferriar ordenó: KNEEL DOWN! (RODILLA EN
TIERRA!). Ahí Ashdown clavó el asta del tricolor en el suelo y el corneta de 19
años, John Hill, comenzó a tocar el *rodilla en tierra* para que lo escucharan
los 800 ingleses. Estos organizados rápidamente pusieron rodilla en tierra
en la primera fila, de pie la segunda fila y la tercera fila se movió dos
pasos a la derecha, todos apuntaron las armas, e Ildeston Ferriar ordenó
*FIRE..!* Los fusiles Baker de la primera fila abrieron fuego, a los 5
segundos los de la segunda y luego los de la tercera, para comenzar nuevamente
con la primera, enviando andanada tras andanada contra los españoles
convirtiéndose, como dice el historiador Tosta, en una *máquina de vomitar
fuego* que hizo una pared de defensa que impedía a los tres Batallones
realistas avanzar.
En esa tormenta de fuego que duró 15 minutos, murieron 156
soldados ingleses y 17 oficiales, incluyendo al mismo Ferriar.
Pero el corneta Hill, un niño, siguió tocando el rodilla en
tierra a pesar de recibir dos tiros, hasta que los españoles
retrocedieron.
Los llaneros estaban maravillados, entonces Bolívar, de
acuerdo a su plan magistral, ordenó a los Bravos de Apure la carga cuerpo a
cuerpo contra los realistas. Un tipo de orden que El Libertador solo dio a los
venezolanos, lanzarse sobre un ejército erizado de fusiles poniéndoles el pecho
hasta llegar a sus filas.
Así pasó en Boyacá y en Pantano de Vargas. Los ingleses
miraron ahora a los criollos pasar corriendo, para arrojarse a la metralla
enemiga con sus lanzas en la mano. Muchos llaneros cayeron, pero una vez encima
de los españoles, salieron a relucir los machetes, entonces fueron los
ingleses, narra el británico Minchin, que estaba ahí, *los sorprendidos y
admirados*, al ver la capacidad de los llaneros liderados por el centauro de
América, José Antonio Páez, para batirse bravamente con varios hombres a la vez
y darles muerte.
Historiadores ingleses como Sinclair dicen que “los venezolanos mataron a 3.000 hombres
en 20 minutos". Los oficiales del batallón elite realista: el Barbastro,
veterano de la guerra con Napoleón, ordenaron a sus hombres tirar las armas y
postrarse en señal de rendición.
Entonces Bolívar le ordenó a Páez parar la matanza. Eran las
12:30 del día 24 de junio de 1821 y una ligera lluvia caía sobre el campo donde
nacimos como país.
Fue una hazaña tan grande que unos muchachos sudamericanos de
23 años promedio (Páez tenía 29) derrotaran a la fuerza imperial, que el New
York Gazette publicó en primera plana 10 días después "Aniquilado el
Ejército Expedicionario de Tierra Firme por los Venezolanos" y 16 días
después el Journal de Paris publicó, para escándalo de toda Europa:
"Destruido el Ejército Español en América por los Venezolanos"
Wilson, O'Leary, MacGregor, John Hill, Charles Ashdown, son
tan venezolanos y más que muchos de los nacidos aquí.
Aquí llegaron a pelear al lado de Bolívar, a quien amaban y
muchos de ellos se quedaron en Venezuela para siempre. Hace ya 200 años
que somos libres.
A lo que se le rinde tributo en el campo de esa tierra
sagrada, con la guardia permanente, no es a los próceres, sino al Soldado
Desconocido, ese venezolano, que nadie supo su nombre*, nacido aquí o no, pero
ese día entregó su vida por la libertad."
*Descendiente directo
del Suboficial John Hill.